El acto del martes por la noche en Málaga. De izquierda a derecha, el poeta ibicenco Ben Clark, el poeta, escritor y periodista malagueño José Infante, Julio Herranz, e Inés María Guzmán, vocal de poesía del Ateneo de Málaga. | B.C.

Martes 17 de septiembre por la noche. El acto está a punto de terminar. Ante un Ateneo de Málaga lleno y atento el poeta ibicenco Ben Clark se dirige al gaditano afincado en Ibiza Julio Herranz y le anima a que cante un tanguillo como hizo una vez en otra lectura poética en Italia. Tras unos segundos de duda Herranz se anima y tal y como recoge la periodista Laura Ferrer Arambarri en Facebook, «mientras España se hundía hacia las profundidades de unas nuevas elecciones lo de Julio Herranz fue como lo de los músicos del Titanic».

Fue el broche perfecto a una jornada de poesía en la que la ciudad de Málaga por fin saldó la deuda que tenía pendiente con este veterano poeta y periodista. Nacido en Cáceres, criado en Rota, Cádiz, y afincado en Ibiza desde hace varias décadas, Herranz nunca había leído sus poemas en la ciudad en la que vivió en su juventud durante año y medio y que le concedió en 2016 el Premio de Aforismos Fundación Rafael Pérez Estrada. «Fue una jornada muy emocionante porque la ciudad de Málaga siempre será muy especial para mí, porque siendo joven visitaba este lugar para escuchar a grandes figuras de la poesía como Gloria Fuertes y porque además el martes estaba rodeado de dos grandes amigos poetas, Ben Clark y José Infante, quienes siempre han sido muy generosos conmigo y con mi obra, sobre todo en la presentación que me hicieron ayer en el Ateneo», aseguró ayer Herranz a Periódico de Ibiza y Formentera.

«Añadir algo de lucidez»
Durante el acto el veterano periodista leyó unos 20 poemas con los que hizo un repaso de su amplia trayectoria. Hubo versos de su primer libro, El ángel y su estirpe, editado en 1991, de El ángel yuxtapuesto o de su último trabajo, editado el año 2017 bajo el nombre de Los años resistentes. Además, leyó aforismos de Rafael Pérez Estrada, en un guiño al premio recibido en 2016. «No quise hacer nada especial sino simplemente añadir algo de lucidez al coñazo del día a día que vivimos en nuestro país, y en eso creo que la poesía y la cultura pueden ser muy importantes para ir por la vida siendo algo más felices», resumió el poeta con una gran sonrisa.

Además, Julio Herranz insistió ayer en la idea que expresó Ben Clark hace unos días en este periódico. «El que la poesía tiene que acercarse a los ciudadanos para que la dejen de ver como algo lejano solo para elitistas es una idea que compartimos desde hace años». Para ello cree que es «fundamental» que se sigan haciendo recitales «donde los propios poetas lean sus versos lo suficientemente bien para que todo el mundo los pueda ver como algo interesante y comprensible», concluyó.