El consulado británico desplazó personal al aeropuerto para gestionar los viajes y atender la petición de información de los viajeros. | Arguiñe Escandón

El speaker de la Cámara de los Comunes, John Bercow, popular incluso en España por poner orden en el Parlamento británico (Ooorder, ooorder!), no habría tenido ayer mucho trabajo en el aeropuerto de Ibiza. El inicio de la repatriación de más de 3.000 turistas afectados por la quiebra de Thomas Cook en la isla arrancó ayer con la salida de cinco vuelos de los seis previstos para la jornada.

En las filas de los mostradores de facturación imperaba el orden y la paciencia mientras el equipo de 12 personas, que desplegó ayer el consulado británico, iban hablando con los pasajeros para marcarlos en las listas y controlar que todo el mundo estaba en la fila que le correspondía. El personal del touroperador Thomas Cook también atendía cualquier duda que tuvieran las personas que, en principio, tenían que haber embarcado en sus vuelos. Ambos grupos iban de acá para allá sin parar y hacían corrillos para consultar como iba la situación.

De los seis vuelos previstos para la jornada de ayer el único que no salió fue el que estaba previsto a las 12:00 con destino Manchester. Según informaron desde el consulado británico se juntó a los pasajeros de este vuelo con los pasajeros que iban a Birmingham, que tenían la salida prevista a la misma hora. Para los pasajeros con destino Manchester se habilitó un autobús que les trasladó desde el aeropuerto de Birmingham al de Manchester.

Pocas incidencias

Aunque la normalidad fue la tónica, sí que hubo algunos pasajeros que tuvieron que adaptarse a las circunstancias de una situación excepcional.

Rosie y sus cinco amigos estaban pendientes de ser ubicados en algún vuelo. Tenían contratado su regreso a Glasgow con la compañía Thomas Cook, pero su caso no tenía preferencia. «Hemos venido pensando que volveríamos a casa, pero parece que no hay sitio para nosotros porque tiene preferencia la gente que contrató un paquete vacacional», explicaba Rosie.

La Licencia de Organizadores de Viajes Aéreos (ATOL en sus siglas inglesas) prevé una garantía para aquellos viajeros que contraten paquetes turísticos que cubre esta clase de sucesos, algo que les sitúa en situación de preferencia para las empresas y la Autoridad de Aviación Civil (AAC) británica frente a aquellos que solo contrataron el vuelo.

«Nos han dicho que tienen que comprobar cuanta gente ha hecho el check-in y entonces si hay algún sitio libre nos embarcarán». A pesar de este percance estaban tranquilos, se habían enterado el lunes por la mañana de la quiebra en internet y enseguida obtuvieron información en la página de la AAC. Nadie se puso en contacto con ellos, ni siquiera por correo electrónico, pero veían que tanto la empresa como el personal del consulado se interesaban por ellos y les iban dando información. Tras disfrutar de diez días de vacaciones en la zona de Platja d’en Bossa lo que esperaban era volver a casa.

«Pasajeros con destino Glasgow que no tengan billetes. Podéis acompañarme, intentaremos reubicarlos en el vuelo con destino al aeropuerto de Gatwick en Londres». Los amigos de Rosie aceptaban la alternativa con resignación. «No es lo ideal, pero es mejor que quedarse aquí y tener que buscar un hotel». Entre Gatwick y Glasgow hay unos 711 kilómetros, más o menos la distancia que hay entre Murcia y León.

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Casey tampoco tenía previsto volver a Inglaterra con destino Londres. Esta británica regresaba a Birmingham con sus amigas. Sin embargo su nombre no estaba en las listas. Se tenía que ir al aeropuerto de Gatwick. La situación provocó una discusión entre los empleados de Thomas Cook, que reclamaban que Casey regresara a Reino Unido en el mismo vuelo que sus amigas y el personal del consulado británico que les intentaba explicar que no era posible.

«Puedes venir conmigo cielo», le indicaba una empleada de Thomas Cook en tono maternal. Sus amigas la acompañaron al mostrador de facturación para despedirse de ella. Al final se iba a Londres.

Pero lo común fue lo que les pasó a James, Tyler, Harvey y Louis. Habían contratado su vuelo con Thomas Cook, ida y vuelta desde Newcastle. Se habían enterado el lunes por la tarde de la quiebra de la empresa. Lo decían entre risas. No estaban muy preocupados por la actualidad informativa durante sus cuatro días de vacaciones. James fue el que se encargó de comprobar en internet, ya el martes, que todo estaba en orden. «No ha habido ningún problema, volvemos a casa el día previsto, así que no podemos quejarnos”, indicaba Harvey, que se despedía con un «hasta la próxima» porque indicaba que seguro que volverán.

Orden y organización

En las tareas de facturación y expedición de billetes colaboró la empresa Iberia, que se encargó de gestionar estas tareas para los vuelos con destino Gatwick, Newcastle y Birmingham. Sorprendía el orden en todo el proceso. «Por favor, pasajeros con destino Birmingham, pueden pasar de forma ordenada por los mostradores 18 a 20», indicaba un empleado consular. Las trabajadoras de Iberia habían concluido el embarque a Newcastle y ahora se ponían manos a la obra para colaborar con el de Birmingham. Desde la mitad de la fila, como si todo estuviera organizado en una coreografía, los pasajeros se desplazaban al mostrador contiguo en estricto orden de llegada.

«Todos los pasajeros que tenían prevista su vuelta hoy van a regresar a sus casas y casi en el horario que tenían previsto», indicó el cónsul británico en Barcelona, Lloyd Millen, que siguió in situ el proceso de repatriación desde Ibiza en la jornada de ayer. Anteayer indicaba que estuvo en Mallorca y el pasado lunes en Menorca.

Quiso agradecer la colaboración tanto de la compañía Iberia, cuyos empleados colaboraba ayer por la mañana en las tareas de check-in y embarque de equipaje, como al personal de Aena. «Las filas son rectas, se mueven rápidamente y parece casi más tranquilo que un día normal», recalcaba.

Las jornadas de vuelos de clientes de Thomas Cook seguirán hasta el próximo 6 de octubre, cuando termine la fase ibicenca de la mayor repatriación de personas en tiempo de paz llevada a cabo por el Reino Unido.

La presidenta de la Federación Hotelera de Mallorca (FEHM), Maria Frontera, explicó ayer en Palma que la deuda acumulada en Baleares debido a la quiebra de la aerolínea Thomas Cook, se prevé, actualmente, en unos 100 millones de euros.

Frontera informó también, que existen algunos establecimientos hoteleros que se estaban planteando adelantar el final de la temporada turística, como consecuencia del cese de la compañía inglesa. Por su parte la presidenta de la Federación Hotelera de Ibiza y Formentera, Ana Gordillo, indicó que en el caso de Ibiza no tenía conocimiento de establecimientos que fueran a tomar esta medida, si bien no descartaba que hubiera alguno. Sobre las pérdidas económicas en Ibiza, Gordillo afirmó que se desconoce la cifra exacta en la mayor de las Pitiusas.