La Fragata Almirante Juan de Borbón está anclada en el dique de es Botafoc, conunas vistas espectaculares a Dalt Vila.. | DANIEL ESPINOSA

Centenares de personas de todas las edades desafiaron al intenso calor que reinó ayer en Ibiza y se acercaron hasta el dique de es Botafoc para disfrutar de las visitas guiadas a la Fragata Almirante Juan de Borbón. Una magnífica oportunidad para, según explicó ayer su segundo comandante y capitán de corbeta, Álvaro Pery, «conocer un pedazo de España que, además, es la punta de lanza de las marinas del mundo».

No en vano, tal y como aseguró Pery, «los españoles tienen que sentirse orgullosos de un barco que es mucho más capaz que otros mas modernos de otros países». Hasta el momento se han fabricado cuatro prácticamente iguales, correspondientes a la clase Álvaro de Bazán, también conocida como F100, y esta fragata es la F102. Además, hay un quinto ejemplar que, aunque externamente es prácticamente idéntico, «presenta una evolución tecnológica interna y su sistema de combate es mucho más nacional sin ser tan dependiente de Estados Unidos».

La Fragata Almirante Juan de Borbón fue construida en los astilleros de Navantia en la ciudad gallega de Ferrol y allí tiene su sede. Tiene capacidad para 200 tripulantes, distribuidos en 21 oficiales (quienes pasan entre dos y tres años a bordo), 35 suboficiales (que están entre dos y cinco), 63 Cabos primeros, 41 Cabos y 41 Marineros, que pueden llegar a pasar entre tres y seis años en el buque. Además, todos ellos se dividen en las especialidades de Artillería, Armas Submarinas, Electrónica, Comunicaciones, Energía y Propulsión, Administración, Alojamientos, Maniobra y Navegación, Sistemas Tácticos, Artillería y Misiles, Direcciones de Tiro, Sonar, Mecánica, Electricidad y Hostelería.

En este sentido, Pery quiso dejar claro en todo momento que esta fragata es un buque de escolta por lo que sus misiones «son eminentemente defensivas» y abarcan desde la protección de una fuerza naval al salvamento en alta mar, pasando por la defensa de puertos u otros buques. Además, la Fragata Almirante Juan de Borbón, destaca fundamentalmente por su capacidad de respuesta antiaérea siendo una de las «mejores del mundo» en este campo.

Dividido por zonas

El barco está dividido por zonas y, curiosamente, bajo cubierta hay calles y plazas como la Calle Real, la Calle Dolores o la Plaza de las Angustias «para intentar normalizar lo más posible la estancia a bordo de la tripulación».

Según explicó el Teniente de navío, José Fernández-Riestra una de las partes que siempre más impresiona a los visitantes es el castillo de proa. Es una zona completísima donde, entre otras cosas, se puede encontrar una de las grandes joyas de la corona, el sistema de lanzamiento vertical de misiles VSL. Está compuesto por 48 celdas con capacidad cada una para un misil de medio y largo alcance que en un momento dado, cuando es necesario para una respuesta rápida, pueden acoger cuatro de corto alcance cada una.

Asimismo, consta con un cañón de combate norteamericano, llamado El tigre, que funciona mediante unos sensores especiales que han creado las empresas españolas Indra y Navantia y que ente otras cosas «permite coordinar la dirección del disparo en todo momento».

Por otro lado, en esta zona del castillo de proa se encuentra lo necesario para las maniobras de fondeo y atraque como unos chigres que funcionan con un sistema de cadenas y dos anclas. Algo muy importante porque las maniobras no son nada sencillas ya que, según el Teniente de Navío, esta fragata puede llegar a desplazar unas 5.700 toneladas.

También llama especialmente la atención el Centro de Información y Combate (CIC) considerado como «el cerebro de la operación del barco». Está compuesto por consolas manejadas cada uno por un oficial y un marinero – la más importante es la CO que dirige el Comandante de la fragata – y divididas en Equipo de guerra de superficie, Equipo de guerra antisubmarina, Equipo antiaéreo y Equipo de apoyo a las operaciones con guerra electrónica. Y entre todos, según José Fernández-Riestra «el funcionamiento es perfecto para poder dar la mejor información posible al Comandante y que este decida lo que hay que hacer en cada momento».

Casi al mismo nivel de importancia está el Puente de Gobierno. Es «el primer cerebro del barco porque permite que navegue con normalidad y poder controlarlo hasta en las peores circunstancias». En este caso, el Teniente de Navío explicó que los turnos se dividen en tres grupos de vigilancia, «compuestos por un oficial, que suele ser un Alférez de navío, un supervisor de guardia para ayudar en la gestión del puente, un Cabo primero de apoyo para las comunicaciones y la gestión, y dos marineros encargados de llevar el timón y la crónica».

En el caso de la Fragata Almirante Juan de Borbón es muy moderno, cuenta con las últimas tecnologías, incluido dos radares que permiten hacer redundancia y cartas electrónicas. Sin embargo, entre tanta modernidad, llama la atención cómo uno de los marineros sigue haciendo las cartas en papel y una figura de la Virgen del Carmen, patrona del mar, que curiosamente fue tallada por el primer comandante que tuvo esta embarcación, Manuel Garat.

Un hospital y un hangar

Por último, otras zonas importantes de la Fragata Almirante Juan de Borbón son el hangar con capacidad para guardar un helicóptero «que tiene una gran capacidad para hacer un reconocimiento a nivel de superficie y ofrecer apoyo en la caza antisubmarina llevando incluso algún torpedo». De hecho, muy cerca se ubican dos paneles lanzatorpedos preparados para operar en caso de cualquiera amenaza submarina.

Mientras, la fragata también cuenta con una enfermería y un pequeño hospital con quirófano incluido, que es gestionado en todo momento por un médico y una enfermera.