Marina posa con su hijo Éric entre las sandías recogidas este pasado verano. | DANIEL ESPINOSA

Marina Cardona ya utilizaba la agricultura y el contacto con la naturaleza en su trabajo como terapeuta en la residencia de Cas Serres. Siempre le había tirado el campo. Así que cuando su padre le ofreció cultivar las tierras de su familia no se lo pensó dos veces. La idea era recuperar el aspecto de la finca y plantar algunos tomates y pimientos. «Uno en la vida se deja llevar y cuando empecé poco a poco me fue gustando y al final estoy súper metida en esto». Tan metida que dejó su trabajo para ser agricultora, una tarea que compagina con la de madre de Éric, de quien se quedó embarazada cuando empezó el proyecto de la Finca Can Puvil hace tres años.

Marina estudió Terapia Ocupacional e hizo un postgrado de terapia asistida por animales. Cuando su padre le ofreció los terrenos de la familia decidió poner en marcha Can Puvil, en el desvío a Es Cubells de la carretera de Sant Josep. Su idea inicial era desarrollar un proyecto de integración para personas con discapacidad. «Yo siempre he dicho que no quería ser agricultora sino que quería ser terapeuta en un medio real. De momento he creado el medio real y hoy día me está encantando la agricultura y no doy para más».
Empezó con el proyecto a tiempo parcial cuando se quedó embarazada. Siguió durante su baja de maternidad a media jornada compatibilizándola con la jornada reducida por maternidad. Cuando llegó el momento de reincorporarse decidió pedir una excedencia y apostarlo todo por el campo.

Adaptarse al terreno
Aunque en su huerto tiene una amplia variedad de hortalizas, el producto estrella de la finca Can Puvil son los espárragos trigueros ecológicos. Marina dice que solo hay otro productor ecológico que los cultive en Balears. «La tierra de aquí es arenosa y cuando inicié este proyecto hice un miniestudio para ver qué cultivo podría ir bien con esta tierra que no supusiera mucho consumo de agua y encontré el espárrago triguero».

Dice que, además, es un producto que le ha resultado fascinante. «Todos hemos probado un tomate o una naranja recién cogido Ibiza. Pero la gente no conoce el sabor del espárrago triguero acabado de cortar. El 80% de los que consumimos vienen de Perú y pasan, al menos, 15 días en cámara». Destaca de los que cosecha ella que tienen un sabor dulce y sin fibras, muy diferente a lo que se encuentra habitualmente en las verdulerías.
Para su cultivo deja crecer la mata hasta octubre, cuando se seca. «Entonces lo siego, lo labro con un tractor pequeño y a partir de febrero sale el espárrago. Si ese espárrago no lo cosechas se hace una mata, pero como los vas cosechando sale uno detrás de otro». Los comercializa a través de Ecofeixes.

Además va cultivando diferentes productos de temporada conforme a la demanda de Ecofeixes y de los restaurantes a los que provee. También tiene 67 higueras de variedades locales que ha ido sembrando su padre a través de esquejes de las que hace xereques.

Ecofeixes
No estar sola dice que fue fundamental para mantenerse en un mundo tan duro como el de la agricultura. «Cuando trabajas solo en el campo y tienes que dedicarle horas a trabajar la tierra, más horas de reparto, más luchar por el precio y competir con otros agricultores...tienes todas las de perder. Luchas contra ti mismo. Que existan cooperativas a las que puedas llevar tu producto, en los que te puedas apoyar te facilita mucho el trabajo y te anima. No te hundes. Porque sino el primer año al primer ataque de tuta absoluta ya me hubiese venido abajo».

En Ecofeixes también encontró una organización que compartía su filosofía. Ella desde un inicio quiso apostar por una agricultura sostenible, respetuosa con el entorno rural que apostase por el producto de temporada y las variedades locales. Todo eso lo encontró en Ecofeixes. «Tenemos como un eslogan que dice algo así como: ‘Nuestro almacén es el huerto’. Intentamos dar un producto recién cosechado que en menos de 24 horas lo estás consumiendo». La cooperativa hace cestas semanales y también suministra a restaurantes. «El hecho de traer tu producto allí te facilita mucho el trabajo», confiesa.

Empezar en la agricultura
A aquellas personas que quieran iniciarse como agricultores les recomienda «acercarse a una asociación o una cooperativa, eso es primordial». Sacar adelante una explotación agrícola es complicado y requiere mucho sacrificio. «Los números te salen, pero yo siempre digo que cediendo tu cuerpo», porque muchas veces se hace imposible contratar a alguien. ¿Eso significa que es un trabajo muy sacrificado? «Mi pareja dice que levantarse cada mañana a las siete y trabajar ocho horas también es sacrificado. Es un trabajo muy físico. Sacrificado es porque en el huerto cuando tienes sembrado no tienes vacaciones. Pero a mí no me gusta decir sacrificado, cedes mucho tu cuerpo a la tierra y al sol».

La unión hace la fuerza
Indica que es muy difícil competir con los proveedores grandes y aunque ve un cambio de tendencia cree que todavía no se valora suficiente el producto de la isla. «Esto es una pequeña finca. En Ibiza todo lo que tenemos son pequeños agricultores porque la formación de las tierras es así. Nadie tiene un latifundio. Como mucho los terrenos son de 10 hectáreas, así que la producción que tu puedes sacar de esto no es suficiente para competir con lo que traen de fuera».

Para poder afrontar ese problema reivindica una unión de los agricultores de la isla, «ecológicos o no». «Para mí es muy importante que los payeses no compitamos entre nosotros y que unifiquemos todos los precios».

También incluye en este cambio a los comercios, restaurantes y negocios locales. «Hay muchos que ya apoyan. Siempre luchan por el precio, pero poco a poco».

Confía en que este proyecto salga adelante porque «la agricultura sostenible va más allá de un mero negocio. Es un modo de vida que busca recuperar una Ibiza de la que los jóvenes ibicencos y no ibicencos ya estamos un poco hartos. Es como acercarnos a algo más palpable. Va más allá de la propia agricultura».