Cáritas organizó una exposición con fotografías de sus usuarios para dar visibilidad a su situación. | MARCELO SASTRE

«Calculamos que hay entre 200 y 300 personas en toda la isla que si no viven en un cajero, lo hacen en viviendas abandonadas o infraviviendas». Son cifras de Cáritas Diocesana en Ibiza, que celebró ayer la Jornada de Personas sin Hogar con el objetivo de dar visibilidad a estas personas «un colectivo, por desgracia cada vez más numeroso», aseguró su coordinador, Gustavo Gómez.

Según explicaron desde la organización, las condiciones socioeconómicas de Ibiza «potencian y favorecen esta situación. El tema de la vivienda es muy problemático». Juanan Tur, trabajador social del Centro de Día, señaló que de hecho «hay mucha gente con trabajo, incluso a jornada completa, que no puede asumir el pago de un alquiler y acude a nosotros en busca ayuda».

El perfil de la persona sin techo es «cada vez más variopinto». «Antes solían ser hombres de entre 35 y 50 años, que tenían relación con el consumo de drogas o con enfermedades. Ahora ya no». Según la organización, en los últimos años también han notado un aumento considerable del número de mujeres sin hogar.

Durante la jornada, celebrada en Vara de Rey, se volvió a pedir a las instituciones medidas dirigidas a personas en situación de exclusión social. Así, el manifiesto reivindicativo, el mismo que se leyó en todo el país pedía «más protección de los hogares vulnerables en situaciones de desalojo, protocolos de actuación a la salida de recursos sociales o un sistema de garantías de ingresos mínimos para que toda persona en exclusión pueda avanzar en procesos de inclusión».

Además, Cáritas montó una exposición al aire libre con fotografías realizadas por las propias personas sin hogar a las que presta ayuda el centro. Una muestra que llamó la atención de los escolares de varios centros educativos que acudieron a la jornada.

«Son historias de la gente que no tiene un hogar como nosotros. Tienen que vivir al límite y sufren mucho», decía Marta, alumna del CEIP La Consolación. Su compañera Kimberly añadía «tendrían que darles más ayuda y poner más plazas en el albergue municipal para poder acogerlos, sobre todo ahora que viene el frío».

Mientras sonaba música en directo y muchos aprovechaban para bailar, los niños paseaban por la plaza viendo las fotografías y escuchando de boca de los propios protagonistas qué significado tenía cada una de las imágenes.

Fotos de bancos situados en parques o de edificios a medio derruir, que son cobijo de muchos de ellos. Rostros marcados con la dureza de la calle. Otras, como la hecha por Jacinto, usuario habitual de Cáritas, de una cocina diminuta, la de la casa donde duerme desde hace un tiempo. No tiene mucho más y dice que tampoco lo necesita. «Con la salud y la felicidad me vale».