Jacinto enseña la cocina de su casa. | L.M.

«Yo tenía de todo. Un coche -un Mercedes-, mi trabajo, mi dinero...». Jacinto tiene 67 años y lleva ya diez en «una situación muy precaria». Trabajaba en la construcción hasta que una hernia discal lo mantuvo seis meses sin poder moverse. Desde entonces sobrevive como buenamente puede. «Tengo una paga de poco más de 300 euros». «Si no fuera por Cáritas hoy no estaría vivo», asegura.

«Estuve un tiempo durmiendo en un banco. Es terrible», recuerda. «La gente te ve en la calle o en un portal y parece que les estorbas. Te echan», asegura. «Ibiza no está preparada para el corazón que necesita recibir esta gente», apunta.

Él hace ya un tiempo que dejó la calle. «He alquilado una habitación, con el poco dinero que tengo, en casa de un amigo», cuenta. «Es una casa pequeña», dice, mientras nos enseña una fotografía de su cocina que él mismo hizo y que se encuentra expuesta en la exposición organizada por Cáritas en la Jornada de Personas sin Hogar. Aún así asegura que no necesita más. «Con salud y felicidad me vale».

Es usuario habitual del comerdor social de Cáritas Diocesana, ya que al pagar su techo «no me queda dinero para comer», explica. «Busqué ayuda en ellos cuando empezó esta situación y me han ayudado bastante», señala.

A pesar de ello insite en que en la isla hace falta más apoyo a las personas en situación de exclusión social. «Los que mandan deberían ponerse en nuestro lugar y hacer algo».