El encendido de la hoguera. | PERIÓDICO DE IBIZA Y FORMENTERA / LAURA AMORES

La IV edición de la Fira de la Sal, que se ha celebrado en el pueblo de Sant Jordi durante este fin de semana, concluyó ayer con una jornada en ses Salines que comenzó con un ball pagès, ante la mirada de un centenar de personas.

Acto seguido, el alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas ‘Agustinet‘, y el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, procedieron al encendido del fogueró en el antiguo monte de sal des Pantano, en conmemoración de la historia de ses Salines.

El fogueró se hacía antiguamente para avisar a los salineros de las necesidades del trabajo. Había «cuatro puntos donde se realizaban las hogueras en ses Salines: el monte des Pantano, Can Gorra, Can Viñes y Dalt ses voltes; para avisar tanto, de cuanta gente se necesitaba para la jornada laboral, como a dónde había que dirigirse», explicó el salinero José Carabasó.

La mañana continuó en el estanque de ses Salines con una exhibición sobre la recogida manual de la sal, en la que un grupo de salineros mostró el proceso y las herramientas que se utilizaban.

A lo largo de todo el recorrido, había varias mesas informativas sobre la formación de la sal, los salineros, usos y comercialización de la sal. También se pudo visitar la exposición Som un poble saliner, con las fotografías de Joan Costa, así como el Centro de Interpretación de ses Salines.

Cabe recordar que la sal fue la principal industria de la isla hasta la llegada del turismo, por lo que el día de ayer fue para «conmemorar la importancia de la sal y las salinas en nuestra vida, en nuestro municipio y para toda la isla», señaló ‘Agustinet’.

Del mismo modo, el alcalde apuntó su objetivo de hacer «un Museo de la Sal ubicado en ses Salines para reivindicar la memoria y hacer justicia de lo que ha significado la sal para los ibicencos». En el Museo habrá «elementos físicos, herramientas y explicación del método de extracción de la sal, acompañados de documentos gráficos», que ayuden a mostrar «la gran historia que tiene nuestro municipio», añadió.

Para concluir la jornada se realizó una visita teatralizada en la Torre de sa Sal Rossa para dar a conocer, de una manera más agradable, la historia haciendo que los personajes de aquella época cobren vida a través del teatro, según precisó Neus Torres, directora de la interpretación teatral.

La función de la Torre de sa Sal Rossa era «avistar al enemigo y proteger a los salineros en caso de ataques por corsarios o piratas», zanjó Torres.

«Queremos conocer la historia», exclamó Aída Marí Tur de 24 años mientras visitaba la Torre junto a su amigo Cosmi Lupean de 21 años que destacó «la importancia de transmitir nuestra cultura y el patrimonio cultural de la isla».

Los salineros que trabajaban en ses Salines recolectando la sal manualmente, lo hacían «desde las 9.00 horas hasta las 21.00 horas», cargando la sal en las vagonetas de un tren que transportaba el material hasta los barcos», llegaban a cargar «16 toneladas al día por persona y cobrando un jornal de dos pesetas por tonelada», detalló Carabasó.

Noguera, nieto de salinero que indicó que era «un trabajo duro que desgastaba mucho a la persona», recordando que veía a su abuelo «como una persona aparentemente muy vieja por el contacto tan intenso con el sol y la sal».

En la actualidad, ses Salines pertenece a la Salinera Española y este trabajo se realiza con maquinaria que han facilitado mucho la labor a lo largo de los años. Hoy en día, se recogen «entre 30.000 y 60.000 toneladas de sal al año», según detalló el alcalde.