Gran afluencia de visitantes en la primera jornada de puertas abiertas. | Manu Gon - Periódico de Ibiza y Formentera

La Armada Española se dió ayer por la mañana un baño de multitudes. Más de mil personas de todas las edades acudieron hasta el puerto de Ibiza a pesar del frío para disfrutar de la jornada de puertas abiertas del buque anfibio portaaeronaves Juan Carlos I. Hoy, de nuevo habrá otra oportunidad, en horario ininterrumpido desde las 09.00 a las 12.00 horas.

El éxito de la jornada fue total. A primera hora ya había cola para acceder al barco, atracado en el dique de es Botafoc, y en torno a las 11.30 horas ya era muy complicado poder subir y bajar por determinadas zonas de escalones debido a la afluencia de personas. Incluso, hacerse fotos fue tarea complicado, si lo que se pretendía era aparecer solo sin demasiada gente alrededor.

El mejor ejemplo de ello estaba incluso antes de subir a este buque, construido en 2008 y que actualmente es el de mayor tamaño y tonelaje que ha tenido nunca la Armada Española. A modo de aperitivo los asistentes se encontraban con algunos de los vehículos que ayer participaron en las maniobras Balearex-19. Los tres vehículos VAMTAC STS Portaarmas Bivalente (BN2), los de reconocimiento Piranha III CV2 8x8 o el VAMTAC ST5 VSP SVA Ambulancia hicieron las delicias de todo el mundo. No importaba la edad ni el género, todos querían hacerse una foto en su interior o fuera. «Es una pasada papá, cómo mola, es genial, son iguales a los que salen en las películas», gritaba exaltado un niño de unos diez años mientras sus padres hacían la foto de rigor. Prácticamente nadie escapó a la tentación, ni siquiera algunos miembros de la Hermandad de los Caballeros Legionarios de Santa Eulària, que posaron orgullosos delante de los vehículos y el barco.

Gran éxito de la bandera
Esta misma situación se repetía en el interior del buque. En el primer hangar más vehículos anfibios servían de escenario para las fotografías. Lo mismo que las lanchas situadas en el área bautizada como Recepción de bajas. Aquí la que tuvieron mayor éxito fueron las Duarry Modelo Supercat de 6 metros de largo. «Mis hijos están pasándoselo genial viendo todos los vehículos y atendiendo a las explicaciones de los marineros y yo creo que esta visita es una magnífica idea porque no creo que tengan muchas más oportunidades de conocer un barco de estas características, los vehículos que lleva y las labores que hacen nuestros militares», contó a este periódico Andrés, el padre de los pequeños Miguel y Mateo.

Como ya es algo habitual en estos tiempos, muchos aprovechaban para hacerse selfies, sobre todo al encontrarse en el siguiente piso con una enorme bandera de España. «Antes a lo mejor podría tener más miedo pero ahora no tengo por qué esconder que me siento muy orgulloso de mi ejército, de mi país y de mi bandera», contaba Tomás, un sevillano afincado en Ibiza.

No fue el único con este sentimiento. Muchos visitantes de todas las edades se inmortalizaron junto a la bandera nacional mientras a escasos metros otro buen puñado de gente alucinaba, literalmente, con las explicaciones de los miembros de la Compañía de Reconocimiento y Adquisición de Blancos (TAR, por sus siglas en inglés: target, acquisition, reconnaissance).

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Considerados como la punta de lanza de la Armada, los métodos e instrumentos de trabajo de esta unidad de élite compuesta por dos secciones con unos 60 infantes de Marina, dejaron con la boca abierta a muchos. «Algunos de nuestros cometidos son las labores de observación y reconocimiento, adquisición de blancos y control del apoyo de fuegos y movilidad, y el reconocimiento de las playas antes del desembarco de los anfibios y para eso contamos con un muy material muy variado», explicó ayer uno de sus miembros a Periódico de Ibiza y Formentera. Entre este material, al público le encantó «una cámara térmica o cámara coral que sirve para poder identificar un vehículo a cuatro kilómetros de distancia o a una persona a dos siempre que no haya una pared por medio, las radios u ordenadores con los que mandamos la información en tiempo real al puesto de mando y unos paracaídas de apertura manual y automática, accionado por una cuerda que se engancha al helicóptero antes de saltar».

Cubierta de vuelo
El éxito continuó en la cubierta de vuelo. A pesar del frío y de los tramos de escaleras, todo el mundo quería llegar hasta allí, incluyendo una señora de 82 años que se convirtió en la más valiente de toda la jornada de visitas.

El resultado de su esfuerzo y el de otros muchos mereció la pena. Con un sol radiante y con unas vistas impresionantes de toda la ciudad de Ibiza, Dalt Vila y el barrio de la Marina, allí esperaban algunos de los helicópteros de la Armada.

Según contó un infante de Marina a este periódico, todos han sido bautizados con el nombre en clave de un animal. Así, por ejemplo, los visitantes pudieron fotografiar el Morsa, un helicóptero bimotor Sikorsky SH-3 Sea King de la Quinta Escuadrilla, el Mosquito, un Hughes 500 ASW (ARGO) de la Sexta Escuadrilla o el Gato, un Agusta Bell AB-212 de la Tercera Escuadrilla. Los únicos que faltaban eran los aviones Harriers, de despegue y aterrizaje vertical, y que en el argot de la Armada son conocidos como Cobra.

Este tipo de aterrizaje es un elemento fundamental para diferenciar este Juan Carlos I de un portaaviones. Según explicó otro marinero a un grupo de niños que le escuchaba con los ojos muy abiertos, «este buque es un portaaeronaves y no uno de esos que veis en las películas de acción porque aquí no tenemos aviones y sólo naves que despegan y aterrizan de modo vertical».

Y después, más fotos y a esperar una larga cola sobre la cubierta para salir del barco y pasar por el puesto de merchandising de la Armada y del buque. Un puesto que también estaba repleto y con cola para comprar camisetas, tazas, gorras, llaveros, pines, chapas y hasta pulseras. Una muestra más de que ayer la Armada Española enamoró a los ibicencos.