La iglesia de Sant Agustí está construida en mitad del pueblo, en una finca donada por dos familias de la localidad, Can Berri y Can Curt.

El pueblo de Sant Agustí celebra este fin de semana una serie de actos para celebrar los doscientos años de la inauguración de su iglesia. Ayer, el historiador y canónigo de la Catedral de Ibiza, Francesc Xavier Torres Peters, impartió una conferencia sobre el tema, hoy será el turno de los actos más festivos a partir de las 11.00 horas con una misa, ball pagès, teatro y vermut para todos, y el domingo, con el concierto que ofrecerán en el interior del templo, a partir de las 19.30 horas el grupo ibicenco de música medieval Trobairitz.

La iglesia de Sant Agustí ha marcado la vida de esta localidad del municipio de Sant Agustí durante los últimos 200 años. De formas sencillas, una única bóveda de mediante tres arcos de medio punto, varias capillas laterales, dos de ellas junto al altar y de mayor profundidad, que se construyeron a mediados del siglo XIX, y sin porche, está situada en pleno centro del pueblo. Según algunos expertos «una mitad de ella está construida sobre un terreno de roca y la otra mitad sobre un suelo repleto de arcilla». Una circunstancia que ha provocado numerosos trabajos de refuerzo de la estructura, construyéndose primero dos contrafuertes en la fachada derecha, y después, en los años sesenta del pasado siglo, unas placas de hierro que se añadieron a los muros laterales por tensores para impedir que se abra.

Retraso por disputas vecinales
Según explica la Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera (EEIF) los primeros indicios que se tienen de la existencia del pueblo de Sant Agustí se remontan a los últimos años del siglo XVIII. Desde entonces «incluye las dos véndes más antiguas de la vicaría de Sant Josep, el Vedrà des Ribes y s´Alqueria, compuestas por 39 familias, y es Racó des Ginebre, en la que vivían 19». La creación de la parroquia fue decretada en 1785 por el primer obispo de la Diócesis de Ibiza y Formentera, Manuel Abad y Lasierra, «quien dispuso en un decreto que se estableciera en una extensión de unos 35 kilómetros cuadrados en medio de las parroquias de Sant Antoni y Sant Josep».
A raíz de ello y a propuesta del mismo obispo un año después se decidió construir un templo. Es entonces cuando empieza una historia plagada de disputas vecinales que, según aseguró a Periódico de Ibiza y Formentera el historiador Francesc Torres Peters, hizo que se retrasara su construcción mucho tiempo. La EEIF asegura que «el primer asentamiento que se eligió fue el de Racó de s´Alqueria en terrenos de can Pere Rafal para que, además, durante las obras en una de las dependencias de la casa que había allí se pudiera oficiar las misas» pero Torres Peters recuerda «que tras ponerse la primera piedra el 2 de abril de 1788 la presión de los vecinos que querían un lugar más céntrico obligó a parar las obras».
Finalmente, tuvo que intervenir el obispo que había sustituido a Abad y Lasierra, Eustaquio de Azara. «Tras fuertes discusiones en 1789 se decidió que la iglesia se levantaría finalmente en la parte del migjorn del Puig des Vedrà, junto a las torres de Can Macià y Can Curt y un grupo de casas». Se hizo, según Torres Peters en un solar cedido a partes iguales por las familias con tierras adyacentes, Can Curt y Can Berri «quienes decidieron por gracia del obispo orientar la fachada principal hacia sus viviendas, cara al norte, en lugar de al sur como es tradicional en la isla».

Los planos datan de 1791, son obra del ingeniero militar Pedro Grolliez de Servián y según el historiador «son de los pocos que aún se conservan de templos en la isla». Según la enciclopedia «los trabajos los comenzaron a hacer los vecinos de la parroquia de Sant Agustí, aunque siempre surgían problemas que obligaban a retrasar las obras hasta que, finalmente, en 1819, hace doscientos años, el templo y la casa parroquial estaban totalmente acabados aunque sin el porche que estaba proyectado sobre la fachada principal».
El primer párroco que regentó la parroquia recién inaugurada de Sant Agustí fue Vicent Marí Ribas.

Guerra Civil y el retablo
Además, según Torres Peters la iglesia puede presumir de tener el retablo del altar mayor más antiguo de las iglesias de Ibiza «aunque su parte superior tuvo que ser restaurada y pintada junto con el cuadro al óleo de Santa Mónica por Joan Ribas Ribas, Mestre, después de durante la revuelta de 1936 fuera dañado por los simpatizantes republicanos». Una revuelta que, por cierto, acabó con la detención del cura de entonces, que fue conducido hasta la prisión del Castillo aunque finalmente se salvó de ser fusilado la noche del 13 de septiembre cuando milicianos republicanos de la FAI llegados de Barcelona entraron allí y ametrallaron y echaron bombas de mano sobre los presos allí hacinados, causando la muerte de 94 personas y posteriormente fusilaron a 18 religiosos.
La parte deshecha se sustituyó por una obra de estilo barroco, presidida por la imagen de Sant Agustí, tallada y decorada en el taller del valenciano José Sospedra. Según la EEIF «en la parte inferior se puede observar un laborioso relieve o representación alegórica del purgatorio, cuyas almas son ayudadas a salir por los sufragios de los cristianos que un ángel deja caer encima mientras que otro las ayuda a subir al cielo». Los restos del retablo antiguo, de madera tallada y decorada, junto al frontal del altar y el sagrario original, se conservan en la capilla del Santo Cristo.
También se conserva el antiguo baptisterio, todo de madera con decoraciones y situado junto a la puerta principal.