Un belén viviente con toques ibicencos anuncia el nacimiento de Jesús en Sant Josep. | Guzmán Pascual

Sant Josep celebró ayer la tradicional representación del nacimiento de Jesús en el día de Navidad en la Parroquia de Sant Josep, con un Belén viviente que logró llenar el templo del municipio.

Paquita y Catalina son de las antiguas del lugar y ellas mismas no saben datar desde cuándo se realiza la escenificación del alumbramiento de Jesús de Nazaret. «Nuestros hijos ya participaron en la obra y la mayor ahora tiene más de 30 años, pero no puedo recordar la fecha exacta», explicaron.

Pese a que ellas aseguran que hubo pequeñas modificaciones desde entonces, «la escenificación es prácticamente la misma». Los pequeños cambios que encuentran es que antes lo niños no hablaban tanto: «Antes, había una persona que recitaba los versos y los pequeños solo se ocupaban de representar lo que se decía».

En esta ocasión, con una puntualidad inglesa, a las 12.00 horas de ayer, pastorcillos, ángeles, reyes magos y otros personajes bíblicos empezaron a acceder a la nave por el pórtico de la parroquia de la localidad. Tras una pequeña introducción a lo que vendría a ser la misa posterior, el cura de Sant Josep dio paso a la representación del particular Belén viviente navideño.

Una vez hecha la presentación, los inexpertos actores comenzaron a declamar versículos en los que se anunciaba la llegada del nuevo mesías al mundo, todo esto acompañado de los cantos del coro parroquial, situado en la planta superior frente al altar, junto al órgano.
Tras el alumbramiento de la Virgen María, pastorcillos y reyes acudieron a realizar su ofrenda, con algún toque ibicenco como el bescuit o el deseo del Arcángel Gabriel de acabar el día comiendo la salsa de Nadal.

Carmen, catequista de la parroquia, ha sido una de las encargadas de organizar el teatro. «Durante las últimas semanas, los niños que van a hacer la confirmación y comunión han preparado los diálogos y se les ha explicado detalladamente el pasaje para que lo pudieran representar ante el pueblo», comentó la parroquiana.

En esta ocasión, alrededor de una veintena de niños participó en la representación y, aunque señala que lo importante es que a la gente «le guste, los que lo prepararon han visto pequeños fallos, pero si el pueblo no se da cuenta, da igual», indicó, con una sonrisa.
Y por lo que se comentaba a la salida de la misa, no parecía ir muy desencaminada. «Es una cosa curiosa, diferente y que hace la misa más alegre», apuntó María Prats, una de la feligresas asistentes a este oficio. Prats es de Sant Agustí y es el sexto año que repite.
En esa misma línea ahondó Catalina, otra de las devotas que acudió a ver una obra que le pareció «muy bonita». Este año, su nieta repite como intérprete, aunque no con el mismo papel. «Hace seis años, cuando nació, hizo de niño Jesús y este le ha tocado de pastorcilla», concretó.