Vicente Juan Segura, frente a la hoja de su nombramiento como obispo de Ibiza. | Arguiñe Escandón

El obispo de la Diócesis de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura (Tavernes de Valldigna, Valencia, 1955) nos recibe en su despacho de la sede del Obispado. En una de las paredes cuelga el documento de su nombramiento, firmado por el papa Juan Pablo II. Fue el 27 de enero de 2005. Durante la sesión de fotos se acerca a observarlo con aire nostálgico. El día 30 de este mes se despedirá de la diócesis que ha encabezado durante tres lustros en una misa en la iglesia de Santa Cruz. El 2 de febrero pasará a ser obispo auxiliar de la Diócesis de Valencia.

—Su traslado deja a Ibiza sin obispo y le pone al servicio del cardenal arzobispo de Valencia. ¿Cuál es el motivo del cambio?
—Soy el segundo obispo que más tiempo ha estado en Ibiza; también a los obispos de vez en cuando nos cambian de Diócesis para que las cosas que hacemos en un lugar podamos hacerlas en otro en el que haga falta. El papa Francisco ha considerado conveniente que yo ahora vaya a Valencia a ayudar al cardenal Cañizares en sus labores; así me lo pidió. Como debo obediencia al papa dije en seguida que sí.

—¿Cuándo se nombrará nuevo obispo para Ibiza?
—Pronto. Espero que sea pronto.

—¿Durante este tiempo qué pasará?
—Hasta que se nombre nuevo obispo Ibiza contará con un administrador, un cura de aquí será nombrado para ese puesto y regirá la Diócesis. No podrá hacer grandes cambios, sólo mantendrá las cosas para cuando llegue el nuevo obispo.

—Son ya 15 años cómo obispo de las Pitiusas, ¿qué balance hace de este tiempo?
—Muy bueno. En Ibiza estoy muy bien. Aquí tengo buenos sacerdotes, lo hacen todo bien. Supone trabajo para mí, porque siendo buenos curas me piden que vaya a todas las parroquias por sus fiestas o las confirmaciones. Pero eso es señal de que lo hacen bien. Aquí en Ibiza, además, hay muchas personas buenas que colaboran. Yo no soy experto en todo, no lo sé todo, pero hay muchas personas que me aconsejan y me ayudan. Así avanzamos. Por eso la Iglesia aquí en Ibiza ha ido creciendo. También muchas autoridades han sido buenas con la Iglesia. De estas autoridades he tenido muchas ayudas. Ayer estuve en Santa Inés y me acordé de una ceremonia que hice allí hace años porque el Consell pidió que se coronara una imagen de la Virgen. Fue cosa del propio Consell. Además estos años también se ha trabajado para que los turistas puedan disfrutar de las iglesias. Desde el principio hice el convenio para que el Consell se hiciese cargo de dejar abiertas las iglesias para que los turistas puedan entrar. Vemos que en la Catedral entran muchos turistas, en Santo Domingo y en otras. Estoy contento por todos ellos, sobre todo por no haber sido yo solo ministro aquí, sino que mis ministros me han ayudado y me han enseñado mucho.

—¿Cómo están las vocaciones sacerdotales en la isla?
— Gozan de buena salud. Hemos tenido que hacer nuevas parroquias mientras en otros sitios las están cerrando. Hay más sacerdotes que cuando llegué, porque han visto que aquí están muy bien. A parte de los que son ibicencos los hay que han venido de fuera que se han nacionalizado españoles y se han incardinado aquí.

—¿Qué legado cree que deja? ¿Con qué está más contento de su labor estos años?
—Estoy muy satisfecho con el número de curas con los que cuento. Hay muchos sacerdotes en este momento si tenemos en cuenta nuestra dimensión, más sacerdotes de los que quisieran otras diócesis de España. Luego por la economía. En estos casi 15 años que llevo aquí no he vendido ningún terreno ni casa. Pues sin haber vendido nada tenemos hoy una economía en la Diócesis mejor que cuando llegué. Los fieles nos han ido dando cosas y los administradores diocesanos de la economía son muy dignos y hacen las cosas bien. Tanto unos como otros han favorecido que la Diócesis esté bien económicamente. También hemos podido inscribir todas las cosas que eran de la Diócesis y no estaban inscritas, con lo que todo está en orden. Aunque yo fui abogado antes de ser sacerdote, ha habido personas de aquí que me han ayudado en este asunto. Por esa economía podemos hacer más cosas, como la ampliación del colegio que tenemos en Formentera. Allí hay un buen colegio, con una buena congregación de monjas y buenos profesores. Como el colegio era pequeño, muchas personas de Formentera pedían que el colegio se ampliara para poder llevar a sus hijos. Ahora estamos ya ampliándolo con el permiso de las autoridades.

—Una parte importante de la dinámica de la Iglesia es también la actividad de los laicos. ¿Cómo ha visto esta implicación en las parroquias?
—Aquí en Ibiza hay una cosa que solo existe aquí y en Formentera, que son los obreros de las parroquias. Es una figura que viene de muy antiguo. Los obreros son una buenísima ayuda para la parroquia. Se encargan de que esté limpia, de que esté cuidada, ayudan también al párroco en la economía o la organización de la parroquia. Luego en todas las parroquias hay coros que ensayan y cantan en las misas y en las festividades. En muchas parroquias hay cofradías que también hacen mucho bien. Además hay muchos catequistas y mucha gente que se implica y hace que la Iglesia vaya bien.

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—Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI hablaron de la importancia de las pequeñas comunidades para la vida de la Iglesia Católica. ¿Cómo ha visto esta realidad en Ibiza?
—Aquí la gente que frecuenta las parroquias no sólo va a la iglesia para rezar con Dios sino también para relacionarse con otras personas que acuden allí. Se conocen, se saludan, pasean o van a tomar un café. Hay mucha amistad y eso es positivo. Aquí las parroquias favorecen estas relaciones y eso es bueno.

—¿En qué estado está el patrimonio histórico y cultural del que es depositaria la Iglesia de Ibiza y Formentera?
—Gracias a Dios, cada año con el Consell hacemos un convenio para el mantenimiento de ese patrimonio. Con la ayuda del Consell y los ayuntamientos podemos ir haciendo mejoras. Hace pocos años se restauró el retablo de Jesús, que es lo más antiguo que tenemos en Ibiza y tenía necesidad de restauración. Particularmente el Ayuntamiento de Santa Eulària colaboró muchísimo. El Consell tardó un poco más, porque el conseller que había en aquel momento no era demasiado bueno, pero con la ayuda del presidente del Consell lo pudimos hacer. Estas acciones no son idea mía, sino que es algo que establece la Ley, que cada año los consells y los obispos se deben reunir para este mantenimiento del patrimonio.

—Hay quien considera que usted no ha sido suficientemente cercano a la gente. ¿Cree que ha sabido llegar a todas las sensibilidades de la isla?
—Sí, hago visitas a los colegios y a las parroquias continuamente, creo que he estado ahí.

—¿Y con las instituciones?
—A los actos a los que me invitan ayuntamientos, consells e instituciones suelo acudir. Aunque lógicamente también tengo mis ocupaciones y no puedo ir a todo. Si a la misma hora hay otra cosa en alguna parroquia, una confirmación o lo que haga falta, no puedo llegar a todo.

—Su relación con el alcalde de Ibiza quizás no haya sido la más cordial, en más de una ocasión le ha reprochado su actitud al no acudir a eventos en la iglesia. ¿Cómo queda esta relación?
—No, yo no creo que haya habido mala relación. Yo lo que admiro es que todos los demás alcaldes van a todos los actos. Yo por mi parte asisto a los actos a los que se me invita. El alcalde de Vila no viene, pero siempre hay representación del Ayuntamiento de su partido.

—Cuando llegó a la isla tomó la decisión de mover a la mayoría de sacerdotes de sus parroquias, algunos consideraron que fue una medida valiente y otros feligreses no lo entendieron. ¿Por qué tomó esta decisión y qué resultados ha tenido?
—Cada parroquia debe tener un buen funcionamiento. Cuando un sacerdote ha estado allí y ya ha hecho todas las cosas que podía hacer, siendo bueno lo que ha hecho está bien trasladarlo a otro sitio en el que haga falta. El traslado de un sacerdote nunca es un castigo, siempre es una ayuda para que sus cualidades humanas puedan ponerse a disposición de la iglesia en otro lugar. En estos años he cambiado a todos los sacerdotes menos a dos y creo que fue una buena decisión.

—Parece que han resurgido en algunos sectores de la Iglesia voces que piden que, en determinadas circunstancias, pueda haber sacerdotes que no sean célibes. ¿Qué opina de esta posibilidad?
—Soy contrario a ella y también el papa lo es. Es cierto que se han oído voces al respecto, algunos obispos lo han dicho, pero el Vaticano no está en esta línea. Así ha sido siempre y creo que seguirá, el propio papa Francisco se ha manifestado en ese sentido.

—¿Qué opina de esta medida que llaman pin parental que se ha puesto en marcha en Murcia?
—Los padres tienen derecho a decidir sobre la educación de sus hijos. Aquí en nuestra zona muchos padres deciden que tengan clase de religión y por eso los colegios dan clases de religión. No todos los alumnos van a esta clase, sino aquellos que lo piden sus padres. Los padres, que son los responsables hasta que sean mayores de edad, son los que les tienen que aconsejar lo que piensen que sea lo mejor.

—¿Qué parte del alumnado da clases de religión en Ibiza?
—Hay colegios que tienen muchos alumnos y otros que tienen menos. Pero en toda Ibiza y Formentera estamos hablando de que en torno al 60 por ciento del alumnado da clases de religión.