Los cartales de ‘se alquila’ y, en menor medida, ‘se vende’ proliferan en la calle Enmig. Hasta ocho se pueden contar en unos pocos metros. | DANIEL ESPINOSA

Las calles de los alrededores del puerto, en la Marina, presentan una imagen desoladora estos días. De hecho, no se espera que la zona se anime, al menos, hasta el mes de marzo, con la llegada de los primeros turistas.

Los pocos comerciantes que aún abren sus negocios achacan este bajón a tres factores. Por un lado, la ausencia de plazas para coches, ya que hay poca zona azul, la zona blanca existente está reservada a vehículos autorizados y para encontrar el aparcamiento más cercano hay que andar bastantes metros. Además, el acceso, según los comerciantes, está complicado, ya que exige en muchas ocasiones salir de la ciudad para poder llegar al puerto. Por otro lado, la temporada fuerte de turismo no llegará a Ibiza hasta dentro de un par de meses y la ciudad lo nota durante este tiempo. Por último, hay que tener en cuenta el elevado precio de los alquileres en esta zona, que echa atrás a muchos de los emprendedores que piensan en abrir un negocio, o incluso les obliga a cerrarlos durante este tiempo porque no pueden pagar el precio exigido ante unas calles vacías y una demanda escasa.

De hecho, en su recorrido por el barrio, Periódico de Ibiza y Formentera encontró una gran cantidad de locales sin actividad. En la calle de la Virgen no había un solo negocio abierto, y se cuentan como cerrados, al menos, cinco tiendas, dos hoteles, una peluquería y nueve bares y restaurantes. Pese a todo, un vecino, llamado Sergio Suárez, se mostraba aliviado y dijo preferir la situación actual al verano, debido, fundamentalmente, a los «ruidos molestos». Lo mismo ocurre en la calle d’Emili Pou, donde dos heladerías, dos restaurantes y un bar permanecen cerrados. Tan sólo estaba abierta una tienda de comestibles que hace esquina con la calle de Josep Vedrera.

En la calle Enmig, una de las que tienen mayor cantidad de establecimientos, tenían la persiana echada todas las tiendas -ocho-, más todos los bares, restaurantes y discotecas -diez-. Además, al menos se pueden contar nueve carteles de ‘se alquila’ o ‘se vende’. El dueño de uno de estos establecimientos, de nombre Gerard, dijo que «Ibiza es una zona muy turística, pero no es Nueva York». Así, como en realidad «se trabaja cinco meses al año» y el alquiler es tan caro», quien abre un local aquí suele marcharse después de uno o dos años. El propietario de otro de estos locales estuvo de acuerdo en lo de los «alquileres desorbitados», al tiempo que lamentó la «degradación» de la zona, que «no tiene que ver con lo que era antes». Desde una inmobiliaria cercana creen que entre que los precios son altos y la temporalidad, grande, muchos de quienes apuestan por venir a Ibiza e invertir en esta zona no pueden seguir después de verano «al no ver cumplidas sus expectativas».

Al frente de una tienda de comestibles, Daniel Romero, quien además es vecino del barrio, cree que la falta de acceso es un gran problema, ya que antes había cuatro maneras de entrar y, desde las obras en Vara de Rey, de donde ha desaparecido un aparcamiento con capacidad para más de cien plazas, sólo hay una y te exige salir de la ciudad para después volver a ella. Y, además, «sin aparcamiento, ¿quién va a venir a hacer las compras?», se preguntó. «Creo que les interesaba acabar con esto y trasladarlo a Vara de Rey», sospecha Romero.

Siguiendo con el recorrido, encontramos más calles vacías, casi desiertas: Manuel Soria, José Verdera, Barcelona y Sa Drassana. También las plazas Sa Riba Sa Tertúlia echan a faltar vida. Incluso en la calle Lluis Tur i Palau lo único que había abierto ayer era una tienda de Mango, pero sólo porque se trata de una franquicia.