Los más pequeños pudieron disfrutar por primera vez del Verro Kids, una yincana de obstáculos a imitación del Verro Olímpic, que celebraba su novena edición. | Arguiñe Escandón

La Cooperativa Agrícola de Sant Antoni organizó ayer la primera edición del Verro Kids, que desbordó las expectativas de los organizadores y tuvieron que cerrar el periodo de inscripción cuando se rebasó la centena de participantes.

Y es que la demanda ya existía desde hace tiempo, lo único que faltaba era la oferta. «Hace nueve años que se empezó a hacer el Verro Olímpic para la gente mayor, y muchos chiquillos nos decían: Yo también quiero participar. Así que este año es el primero que se hace y ha sido un éxito. El primer día había 100 inscritos y, al final, hemos llegado a los 110», explicó el presidente de la Cooperativa Agrícola de Sant Antoni y organizador del evento, Juan Tur.

Según subrayó Tur, esta competición se desarrolla dentro del marco de la XVI entrega de Sant Antoni Rural, una fiesta que empezaron a preparar con el Ayuntamiento para los días que «había pocas actividades» durante las fiestas patronales del municipio. «De esta manera, se pretendía hacer un evento que estuviese más en el campo y que la gente se empape del mundo rural, conozca los aperos de labranza y las novedades de la maquinaria agrícola», manifestó el presidente.

Además de esta yincana para niños, la 16ª edición de esta fiesta tenía múltiples atractivos para aprovechar la mañana de ayer, como las demostraciones de arado y sembrado tradicional, muestras de artesanía, concurso fotográfico, exposición de pájaros, rifas y hasta una barbacoa con precios populares, entre otras actividades, que entretuvieron a los asistentes, hasta la celebración de la novena edición del Verro Olímpic.

Juan Antonio Prats, gerente de la Cooperativa, indicó que las diferencias entre la competición de los grandes y los pequeños es que los adultos corren en parejas y «hay pruebas más duras, como carrera de carretillas, bajar al foso o el kamasutra payés». Este año tienen un total de 40 inscritos y los premios van desde un televisor a una estancia en un agroturismo.

El encargado de hacer la demostración de arado tradicional fue Mariano Malacosta. Todavía sudado por el esfuerzo que supone hacer los surcos con su mula, Malacosta comentó que aún acostumbra a hacerlo a modo de ‘hobby’. «Hace 30 años en Ibiza solo había algunos tractores y lo que hoy se hace con ellos en una hora, con un caballo o una mula se tarda tres días», indicó.

Dentro de la nave de la Cooperativa, se podía presenciar la exposición ornitológica, el concurso de fotografía rural o el trabajo de los artesanos, que enseñaban desde cómo se hacían las trampas para pescar, hasta la elaboración de las espardenyas.
José Luis Domínguez y su pareja son los únicos «guarnicioneros o selleters (en ibicenco), que hay en la isla». «Me encargo de trabajar todo lo relacionado con los instrumentos de cuero dedicados al campo: monturas, colleras o los selletons, que son los elementos que aguanta el peso de los carros», señaló el artesano.

Domínguez contó que su oficio conoció tiempos mejores cuando en cada casa había dos caballos o bestias. «Ahora es un capricho para dar cuatro vueltas y entonces mi trabajo no es tan necesario como antes», argumentó.