Raquel Troyano, con el premio conseguido en el Festival de Cine de Madrid.

Raquel Troyano (Aranjuez, Madrid, 1988) participa hoy en IbizaCineFest 2020. Y con ella, lo hacen todas las víctimas de accidentes de tráfico y sus familias a las que rinde homenaje en su documental Una mañana fría. Una película «incómoda, molesta y a la vez necesaria» de algo más de una hora que se presenta en una sesión para escolares en el Teatro España de Santa Eulària.

A pesar de su juventud, Troyano es académica de cine y licenciada en Historia del Arte con especialidad en crítica de Fotografía y Cine en la Complutense de Madrid. Es productora, directora de El Pomo Azul y Pulse 0 y ha trabajado como directora de arte en producciones nacionales e internacionales como Palestina, Lalla Aicha, The Man Who Really Was o Un Tajo Profundo. En octubre, con Una mañana fría, consiguió el Premio del Público en el Festival de Cine de Madrid y, este mes, el documental se estrenará en cines de Madrid, Toledo, Huelva, Sevilla, Valladolid, Valencia y Jaén.

—¿Cómo surgió la idea de hacer este documental?
—Gracias a mi madre, Rosi. Ella vivió un accidente de tráfico y no era capaz de superarlo. Desde pequeña vi que el tema se trataba con miedo, como si fuera un tabú. Hasta que un día me planté y decidí que íbamos a contar lo que sucedió como forma de superación y de afrontar el trauma.

—¿Qué le sucedió a su madre?
—En un accidente de tráfico en 1986 en Reinosa, Santander, perdió a su hermano. Durante casi tres décadas no lo superó, viajando constantemente al norte de España para ver que había sucedido.

—Parte del documental está grabado allí. ¿Fue un viaje a Santander para superar miedos?
—Claro. Una mañana fría está contada en primera persona, centrada en la figura de ella. Fue un viaje para enfrentarnos a los monstruos del pasado que, además, supuso un reencuentro entre dos generaciones. Buscamos superar el duelo y dejar de mirar hacia otro lado ante las adversidades.

—¿No fue muy duro y complicado?
—Bastante, pero también ha sido reparador. Lo hemos hablado después y fue una liberación hablar y superar problemas del pasado.

—Después, a su historia se fueron sumando más afectados por accidentes de tráfico. ¿Cómo decidió aumentar el espectro de protagonistas?
—Casi por casualidad. La idea originaria era hacer un pequeño cortometraje con la historia de mi madre y como tal lo presentamos en la Academia de Cine. Tuvo cierto éxito y mucha gente lo compartió en las redes sociales. Un día, una mujer, Flor Zapata, que había perdido a su hijo en un accidente de tráfico contactó conmigo por Facebook y me propuso contar más historias de afectados por accidentes de tráfico. Nos llamamos y como es muy maja enseguida nos animamos a tirar para adelante. Empezamos a hablar con más gente, cambiamos el guion y al final nos quedó un trabajo de una hora y veinte minutos.

—También ha contado con el apoyo de asociaciones y fundaciones de tráfico a nivel nacional. ¿Se considera el altavoz de aquellos que sufren un accidente grave de tráfico?
—No soy altavoz de nadie, sino una directora que ha creado un documental que busca dar a conocer todo lo que hay detrás de los accidentes de tráfico. Todos los afectados tienen una necesidad tremenda de visibilidad y entre todos tenemos que aportar nuestro granito de arena.

—¿Al final no son más que un número?
—En parte sí. Los medios de comunicación y las instituciones lanzan las cifras, los datos... pero estos son muy fríos. Después todo queda en nada. Nadie se acuerda de lo que hay detrás y de la mochila que queda para la familia o los amigos cuando hay un accidente grave.

—¿Cómo se puede ayudar a superar un duelo tan grande?
—Es muy complicado. Cada persona asume el dolor por la pérdida de un ser querido de manera distinta. El problema es que en nuestra sociedad se estudian y se dan clases de muchas cosas, pero de temas importantes como estos, se pasa de largo.

—¿Se debería enseñar en los colegios?
—Tal vez sí. Los niños son esponjas y estaría muy bien que se les enseñaran herramientas o mecanismos para afrontar momentos duros en la vida sin hundirse.

—Afortunadamente hay cada vez más concienciación vial. En los colegios de Ibiza se dan clases y talleres sobre ello.
—Y está genial. Pero todo eso queda en nada si luego no se tiene la conciencia de que no hay que coger el coche con cuatro copas, drogado o con sueño. Por eso, nosotros no planteamos el documental como un anuncio de la Dirección General de Tráfico, que te enseña de forma muy dura un accidente, sino con la intención de que la gente sepa que el 99 % de los siniestros son evitables y son culpa nuestra. Y que lo malo no es lo que te pase a ti, sino todo lo que dejas detrás.