La zona en la que se situará el hotel rural ofrece unas vistas privilegiadas de Es Vedrà.

«Yo les he dicho a los miembros de la Asociación Astronómica d’Eivissa (AAE) que les dejaremos el proyecto, que se lo den a sus técnicos y planteen las medidas correctoras que consideren». En tono conciliador y entonando el «mea culpa» por, tal vez, no haber sabido explicar el proyecto. La administradora única de la sociedad propietaria de la finca del entorno de Sa Païssa de Cala d’Hort, Valle de la Riba, quiso explicar ayer ante los medios de comunicación el proyecto de hotel rural y restaurante en el que trabaja desde hace cuatro años y del que el Ayuntamiento de Sant Josep emitió informe favorable el año pasado.

Unos trabajos que de momento se centran en la restauración de la edificación principal, que ya existía, en la que se han seguido muchas de las técnicas tradicionales de construcción de la isla. Los techos se han hecho de sabina con aislamiento de posidonia y las paredes se han enlucido con cal recogida en el propio terreno preparada en un horno de piedra tradicional.

Tiene prevista una ampliación de 380 metros cuadrados que consistirá en cinco módulos. Según explicó la propietaria, estas edificaciones estarán semienterradas y mimetizadas con el paisaje, aprovechando el desnivel de los bancales.

En total, el hotel rural tendrá nueve habitaciones y se construirá un restaurante para 55 comensales bajo otro bancal adyacente a la casa principal.

Una edificación respetuosa con el entorno que ha salido a la palestra informativa al estar a escasos 30 metros del observatorio astronómico de Cala d’Hort, en uno de los puntos con menos contaminación lumínica de la isla.

De museo a hotel rural
La finca, de 1,4 millones de metros cuadrados, fue adquirida en 2006 por el empresario sevillano Pedro Bores, marido de Valle de la Riba. Según explicó De la Riba, Bores estaba enamorado de este enclave por su valor natural y su autenticidad ibicenca. Su objetivo era instalar en la zona un museo con obras de Francisco Bores, tío del empresario y pintor de la Escuela de París.

Pedro Bores falleció en 2011 en un accidente de caza y el proyecto quedó truncado. Sin embargo, su mujer y sus hijos decidieron mantener la finca «lo más auténtica posible».
«Esta finca es manifiestamente mejorable hasta la ruina de su dueño», dijo De la Riba respecto al gasto que genera el cuidado de la propiedad. Es por ello, que ella y sus hijos se plantearon la necesidad de iniciar un proyecto que generase recursos para mantener la unidad de los terrenos.

Decidieron poner en marcha un pequeño hotel rural que «no generase daño al entorno».
El encargado del cuidado de la finca, Vicent Marí ‘Palermet’, colaboró en la selección de un equipo que buscase el mayor respeto del proyecto con el entorno. De la Riba se muestra indignada con el revuelo mediático generado dado el esfuerzo que se ha hecho por preservar la zona lo mejor posible. «Sentí pena y dolor por el equipo que hay detrás y el mimo exquisito con el que trabajan», aseguró.

Construcción y entorno
Uno de los trabajadores de la empresa constructora, Picassa i Marge S.L, indica que nunca habían realizado un proyecto de restauración en el que se hubiese puesto «tanto mimo» en mantener el estilo tradicional.

Los techos se han construido con sabinas de la finca. Para las vigas se han usado los troncos y sobre ellas se ha colocado el «tegell» y el «politxó», ramas finas de la propia sabina que se usan para cerrar el tejado. Sobre ellas, se ha dispuesto una capa de posidonia seca a modo de aislante.

Por otra parte, en la finca se construyó un horno de cal. «Había varios en la finca, pero estaban dentro del bosque y no los quisimos usar por el peligro de incendio» indican desde la constructora. Para convertir las piedras de cal en polvo se debe calentar durante días, para ello usaron los árboles que habían crecido durante años en las feixes, con lo que se daba un uso a esta madera y se recuperaban posibles terrenos de cultivo.

Además, indican que la piedra viva que se ha utilizado para la construcción de escalones y elementos decorativos también es de la propia finca. «Casi todo lo que hemos usado en la construcción es de kilómetro 0», explican.

Proyecto abierto a cambios
Valle de la Riba informó de que se había reunido el pasado lunes con la AAE y les había manifestado que se trata de «un proyecto abierto a cualquier modificación que sea necesaria».

Valora que el tema ha saltado «demasiado pronto» a los medios, dado que estaba pendiente de que los técnicos del Consell d’Eivissa estudiasen el proyecto y plantease las medidas correctoras oportunas.

Respecto al impacto del alumbrado de los coches, que llegarían a través de un camino que pasa junto al observatorio al que enfocarían directamente, de la Riba apuntó que recientemente se ha recibido la autorización de reapertura de un camino antiguo. La entrada a través de este camino quedaría por debajo del nivel del hotel rural y los vehículos no pasarían junto al observatorio.

Por otra parte, indicó que en el proyecto de iluminación se estaba aplicando la Ley 31/1988 de Protección de la Calidad Astronómica de los Observatorios del Instituto de Astrofísica de Canarias. Esta normativa establece a través de su reglamento una serie de medidas para reducir el impacto lumínico en el archipiélago que tiene algunos de los observatorios más importantes del mundo.

«Yo pensé que tener el museo al lado llevaría a la posibilidad de atraer incluso astroturismo. Este cielo es el mejor de la isla y yo quiero seguir conservándolo», indicó De la Riba. Además, anunció su ofrecimiento de una explanada sobre el monte para la construcción de un nuevo observatorio.

La administradora manifestó estar dispuesta a reunirse con cualquier colectivo, asociación, entidad o persona para aclarar lo que fuese necesario y mejorar el anteproyecto si se considerase necesario.

Incompatible
A pesar de las medidas planteadas por la propietaria, desde la AAE insisten en que la actividad turística es incompatible con el observatorio astronómico. El secretario de la asociación, Pedro Pérez, confirmó la celebración de la reunión el pasado lunes y de varias reuniones más en ocasiones anteriores.

«Llevamos 10 años en un observatorio que se creó con el acuerdo de todos los grupos políticos de la isla y somos los gestores de este espacio por medio de convenio. Hacemos muchos trabajos de forma gratuita y ese proyecto pone en riesgo todos los trabajos que se realizan allí», indicó Pérez.

Respecto a la aplicación de la legislación canaria al proyecto, apuntó que, desde luego, se podían aplicar esas mejoras, pero que en Canarias no hay «ningún observatorio a 30 metros de un hotel». La existencia del restaurante de por sí considera que generará un impacto lumínico negativo inevitable.

A modo de ejemplo, explicó que el observatorio hace unas fotografías con exposición de 200 horas nocturnas. Se trata de un proyecto premiado varias veces por la NASA. Según indicó, cualquier alteración en la luz de la zona estropea estas fotografías.

Por último, señaló que desde la asociación lo único que se podía hacer es advertir sobre una actividad «que no será inocua».