Mientras esperamos que se diagnostique el primer caso de afectado por coronvarius en Ibiza o Formentera y que las medidas que han anunciado los responsables de Sanidad sean ciertas, con lo que no tendríamos nada de que preocuparnos, hoy celebramos el Dia de les Illes Balears conociendo la versión de Marta Díaz sobre la secular rendición de los políticos ibicencos al centralismo de Mallorca. En este caso, de los socialistas, que es lo que vivió ella en primera persona y nos ha relatado.

Desconfía la ex socialista del ibicenquismo de Vicent Marí en base a que sus antecesores del PP hicieron lo mismo que el gobierno del que era vicepresidenta ella misma: agachar la cabeza y callar, unos ante Bauzá y los otros ante Armengol.

El ninguneo de la semana ha sido el vertedero de ca na Putxa, a cuya remodelación se comprometió a contribuir el Govern balear con un 30% del que nada se sabe. Son 22 millones de euros que acabarán pagando los ibicencos de su bolsillo, si no lo remedia un milagro.

En la entrevista que le hice al secretario general de la Federació Socialista d’Eivissa, Josep Marí Ribas Agustinet, un mal candidato para la consellera no adscrita y miembro de la operación que acabó con su cabeza junto a Rafa Ruiz y Francina Armengol, se preguntaba si los ibicencos eran más tontos que en otros lares porque su Consell pagara inversiones que no son de su competencia, al contrario que los consells de Formentera, Menorca y Mallorca.

Dice Marta Díaz que Francina Armengol es, por este orden, presidenta de Mallorca, después de Menorca, si sobra algo de Formentera y finalmente de Ibiza. Es decir, los últimos de la fila en orden de prelación.

Hoy, Dia de Balears, quatre illes, un país, cap frontera que se inventó Francesc Antich y sobre cuya vertebración se sacó de la manga una tele Jaume Matas, el único factor diferencial entre Ibiza y el resto de las islas con las que compartimos comunidad y mar de por medio es la falta de un partido propio.

Al contrario que en Formentera donde Gent x Formentera emergió para erigirse en la voz local; en Menorca, con Més per Menorca, refundación marketiniana del histórico Partit Socialista de Menorca (PSM), y en Mallorca, con uno a la izquierda, Més per Mallorca, el hermano mayor del anterior, y otro más a la derecha, el PI, el relevo de la corrupta y extinta Unió Mallorquina.

Estas cuatro formaciones han sido, tanto con los actuales como con los anteriores collares, agentes decisivos en la configuración del mapa político de sus respectivas islas y, por lo tanto, de la Comunidad.

Tanto PP como PSOE han necesitado de ellos, en mayor o menor medida, para configurar mayorías de gobierno, por lo que ciertos atracos no se han producido a plena luz del día como en Ibiza.

Estas formaciones locales tienen el gatillo fácil y basan una de sus razones de ser en aprovechar el error de los partidos centralistas, algo que suele ser bastante habitual, para ponerles colorados.

Curiosamente, o no como diría Mariano Rajoy, en Ibiza no existe formación de este tipo, lo que supone una desventaja competitiva respecto a los otros territorios.
Ni a izquierda ni a derecha se ha llegado a consolidar el ibicenquismo, ni que sea de postureo.

Aquí puede estar la explicación a esta secular dependencia del Govern que, maniatado en las otras islas, se ha venido pegando un festín de centralismo en Ibiza, una barra libre con la que desatar los deseos frustrados y acumulados.

Imposible saber qué haría Vicent Marí en el caso de que presidiera el Govern el centralista Gabriel Company. Sabemos que lo que está haciendo ante la centralista Francina Armengol, quien aunque se vista de federalista interior centralista se queda, le parece bien a la que fue vicepresidenta segunda del Consell entre 2015 y 2019 y mano derecha de Vicent Torres.

Cocktail explosivo. Sea como fuere, la falta de espíritu reivindicativo, las necesidades del Govern en las otras islas, la falta de diligencia a la hora de ejecutar inversiones previstas que engordaba las cuentas corrientes del Consell generando una falsa sensación de suficiencia financiera y las ganas de salir en los titulares con proyectos impactantes propiciaron el caldo de cultivo ideal para la firma de los bochornosos y sonrojantes convenios por los que el Consell d’Eivissa pagaba inversiones que le son ajenas.

Pone los pelos de punta. 80 millones de euros tiene en la caja el Consell mientras aún hay facturas de 2014 pendientes de pagar.
2,5 millones de euros de deuda a proveedores que después del Pleno del pasado viernes quedan en 1,8. Una brutalidad teniendo una kilada en las cuentas corrientes, un insulto, especialemente a aquellas sufridas empresas que han prestado un servicio o entregado bienes y no han cobrado.

Además, el Periodo Medio de Pago (PMP) es de 45 días, lo que, Ley de Estabilidad Presupuestaria mediante, bloquea el uso de esos fondos, entre ellos los 1,9 millones comprometidos con los municipios en el Pla 5, ya que para ello debe pagar a 30 días.

¿Qué pasaba en el Consell?. Estos hechos demuestran, juntos a el caos de Bienestar Social y las deudas con las entidades como Amadiba y otras, que el Consell de Vicent Torres era un auténtico desastre. Quizá también el de sus antecesores.

No bastará con trabajar a contrarreloj como hicieron los funcionarios de la casa esta semana para reducir cuanto antes la deuda a terceros y el periodo medio de pago.

El jueves por la tarde, las luces de la sede de la Avenida España desvelaban que algo estaba pasando, como atestigua la imagen que ilustra este artículo. Ni más ni menos que Secretaría, Intervenión y Bienestar Social estaban tramitando facturas como si no hubiera mañana para que el viernes pudiera aprobarse el mayor reconocimiento extrajudicial de crédito posible.

Este esfuerzo permitió más que duplicar el importe de la deuda a liquidar, ya que el jueves por la mañana se estimaban en 300.000 euros los pagos a tramitar y finalmente fueron 700.000. Ahora faltan soluciones estructurales.