Decenas de jubilados alojados en Ibiza realizan la última excursión del Imserso.

Muchas empresas y entidades se han visto perjudicadas a causa de la COVID-19. Esta crisis sanitaria sin precedentes y el temor de contagio ha generado que las instituciones oficiales tomen medidas urgentes que han pillado por sorpresa a algunos sectores económicos. Sin ir más lejos, el martes saltaron las alarmas cuando desde el Gobierno comunicaron la decisión de cancelar los viajes del Imserso, durante un mes, para frenar la propagación del coronavirus.

Una medida acuciante que, irremediablemente, se ha implantado con miles de pensionistas ya suscritos o beneficiándose del programa que ofrece el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), competencia del Ministerio de Sanidad. Sin duda, el turismo en zonas de costa insular es uno de los más demandados por los pensionistas durante estas fechas.

Por este motivo, la cancelación de estos viajes ha supuesto un gran mazazo para algunos grupos económicos de la isla como la restauración o el sector hotelero. No hay que olvidar que la llegada continuada de jubilados es una inyección económica que permite revitalizar Ibiza y Formentera antes de que llegue la temporada alta. «Sin el Imserso, zonas turísticas como es Canar o ses Figueretes estarían muertas», destaca el propietario del bar 2TT, en Santa Eulària.

Preocupación
Un temor que también comparten otros hosteleros de la zona. Es el caso de Alberto González, cocinero en un restaurante de es Canar. «Durante estas fechas, el consumo del jubilado es lo único que tenemos, lo que nos salva de cerrar los pequeños locales», destacó angustiado. Una preocupación que, sin embargo, no experimentan los pensionistas desplazados hasta las Pitiusas.

Así, entre el respeto y el escepticismo se mostraron ayer algunas de las personas alojadas en el Invisa Hotel Ereso. Dos de ellos, Javier Solo y Ana Martín, una pareja de jubilados que aterrizó en la isla la semana pasada, parecían tranquilos a pesar de la propagación del coronavirus y la cancelación de los vuelos. «Sentir pánico es lo peor que podemos hacer; lo importante es hacer vida normal», afirmó Javier. En este sentido, destacó que el ambiente dentro del hotel es bueno y distendido. «Apenas se habla del tema. Simplemente llevamos a cabo las medidas preventivas de la dirección del hotel». Unas normas que, según María Rodríguez, una huésped, se basan únicamente en la higiene de manos antes de entrar al comedor. En esta línea, apuntó que el ambiente es normal, ajeno al nerviosismo que se manifiesta en otras zonas del país. «Si te toca, te ha tocado; no podemos hacer nada. No vale la pena preocuparse. Hay que vivir tranquilo», destacó con una sonrisa.

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Justo en ese momento salían por la puerta del hotel dos guías del Imserso, Melani Fernández y Teresa Toscano. Su cara sí reflejaba esa inquietud que cualquier incertidumbre puede despertar en alguien. Ambas aceptan esta medida urgente del Gobierno por considerar que «la salud está por encima de todo».

Sin embargo, al mismo tiempo estaban angustiadas porque ahora iba a llegar la última tanda de jubilados. «Estamos perdiendo nuestro trabajo», apuntaron. Además, afirmaron sentirse desinformadas por parte del Imserso. «Aún no sabemos realmente qué pasará con nosotras. Estamos a la espera», señalaron.

Con esta inquietud se hallan también las empleadas de los locales de souvenirs. Según Lourdes Ferrer, los comerciantes no dudarán en cerrar los establecimientos los próximos días si la situación continúa así. Paralelamente, ayer un grupo de 163 jubilados hizo una excursión en barco para conocer la joya de las Pitiusas, Formentera.

Entre risas se escucharon diversas bromas con el tema de moda: el coronavirus. Justamente la amenaza de contagios ha hecho que ésta sea la última aventura del Imserso por el momento. Sólo una pareja valenciana se mostró contrariada por la situación actual.
«Entiendo que hayan anulado las Fallas, pero me da mucha pena porque es una fiesta muy nuestra». La terraza del barco estaba abarrotada. Las bromas seguían a bordo. Casi llegando a Es Pas una mujer, aclamó «aquí fuera mejor, que si alguien tiene el virus se lo lleva el viento». Por fin llegó el desembarco en Formentera y tres autobuses esperaban a «los últimos de Filipinas», como algunas voces se autodenominaron, en referencia a la anulación de los viajes del Imserso. A todo esto, ni un sólo estornudo, ni una triste tosecita.

La otra parte
En el extremo contrario se sitúan tanto representantes hoteleros como delegados de comités de empresa. Ambos sectores son dos de las piezas del engranaje económico más perjudicado. Para José Antonio Torres, director del Invisa Hotel Ereso, la situación es preocupante. «El inicio de temporada está siendo muy negativo. Estamos esperando ayudas tanto de la administración central como de las instituciones locales», afirmó nervioso.

Por su parte, el presidente de Fomento del Turismo en Ibiza, Alejandro Sancho, explicó, tras la reunión del Consell d’Eivissa, que difícilmente se mantendrán abiertos los hoteles. No obstante, indicó que las empresas se reunirán y harán un análisis de los costes, y se buscará la mejor solución para todas las partes: trabajadores y empresarios.