Esto es la mayor cantidad de gente que se vio al mismo tiempo ayer por la mañana. | Arguiñe Escandón

Visitar ayer el aeropuerto de Ibiza era como ir a ver en el cine una película de serie B. Apenas había gente transitando, tanto en salidas como en llegadas, y muchas de las tiendas permanecían cerradas. En su recorrido por la zona, Periódico de Ibiza y Formentera apenas vio a personas con mascarilla. Eso sí, la mayoría de los consultados afirmó estar siguiendo las normas sanitarias en cuanto a los lavados.

Así se manifestó, por ejemplo, una pareja de ciudadanos británicos que llegó a Ibiza, que prefirió permanecer en el anonimato y que no llevaban mascarillas. El varón manifestó que no había «necesidad de preocuparse» siempre que siguieran las normas sanitarias establecidas por las autoridades, aunque dijo que no estaban tomando ninguna otra precaución más allá de «muchos lavados de manos e higiene». Según explicaron, su intención es regresar al Reino Unido en dos semanas, aunque no está muy claro que vayan a poder hacerlo.

En similares términos habló Cristina Zaror, de nacionalidad chilena y que está pensando en viajar el lunes a Lausanne (Suiza) vía Barcelona si es que la «dejan». Esta ciudadana, quien también dijo estar lavándose las manos de manera habitual, instó, sin embargo, a «no caer en el pánico» y atribuyó la situación, antes que nada, a la guerra económica entre la China y los Estados Unidos.

Otro pasajero que encontramos en el recorrido fue Manuel Díaz, quien estaba acompañando a un italiano que, por razones obvias, no podía volar a su casa por el momento, por lo que la intención de ambos era marcharse unos días a Alicante para alojarse en la casa que allí tiene el español. En este caso, además, ambos llevaban las mascarillas.

Un joven, llamado Alejandro Salinas, quería volar a Palma de Mallorca. Iba acompañado por dos amigos «sin miedo al contagio» y animados «porque el lunes no hay clase». Salinas afirmó que veía «mal» la situación, como con «toda esa gente que va corriendo por los supermercados en busca de papel higiénico». Sin embargo, a su parecer, se ha creado «una psicosis exagerada» con todo este asunto del coronavirus. El joven, quien tampoco llevaba ayer mascarilla, recordó que, aunque, en su caso, sí hacía caso del consejo de lavarse las manos, la enfermedad del coronavirus «afecta, sobre todo, a personas mayores o con algún tipo de enfermedad»; de ahí que no estuviera preocupado.

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Bárbara Sánchez acababa de llegar de Alicante. Aseguró que, aunque no había tenido miedo de volar, la gente estaba siendo un tanto «irresponsable» saliendo a la calle y tomando los vuelos tal como está la situación. Ella misma se incluyó dentro del grupo, si bien concedió que las últimas noticias al respecto a la enfermedad y de las precauciones que se deben tomar habían salido «de ayer a hoy». Además, criticó la «desinformación» por parte de las autoridades hacia los ciudadanos.

En el recorrido, encontramos opiniones para todos los gustos. Curiosa fue la respuesta de Warren Matthews, londinense, quien volvió ayer a la isla, donde trabaja de arquitecto. «Si pasa algo, prefiero estar aquí que en Londres, donde hay demasiada gente», explicó este ciudadano.

Como decimos, hubo un poco de todo. Así, a Nicole López, colombiana, lo que menos le preocupaba ayer era el coronavirus. Ella necesitaba regresar a Barcelona, pero, sorprendentemente, le robaron el pasaporte y tan sólo la dejaron embarcar en la ida. Ayer, Vueling le negó la vuelta con la denuncia interpuesta y fue a preguntar a Ryanair, pero tampoco hubo suerte. Según explicó, la amiga con la que había venido a pasar unos días se marchó a su casa en Mallorca debido a la situación creada por la enfermedad. Después de fracasar con las dos compañías, y, en vista de que el billete de avión sale tan «caro», decidió probar a sacarse un billete de barco, quizá a un par de días vista. No se sabe qué suerte tendrá en el intento.

Claudia Schubert es austríaca y lleva 20 años de Ibiza, donde ejerce de hotelera. Ella estaba ayer en el aeropuerto porque había un grupo de suizos en su hotel que querían volverse antes de lo previsto –el martes– a su país. Ella tan sólo intentaba ayudarlos. En este caso, igualmente, se desconoce la suerte que corrió esta mujer.

Por último, la peruana Fiorella del Castillo vive entre Madrid y Suiza. Vino a Ibiza a pasar unos días con su novio. Sin embargo, aseguró que habían acortado su estancia «por miedo a que cierren los aeropuertos» y no pudieran regresar. Su novio ya había embarcado y ella tampoco llevaba mascarilla, porque, según dijo, «si no es especial, no sirve». Siempre con el «jabón en mano», aseguró que, aunque le habían cambiado el billete para regresar antes, ya les habían advertido de que, durante los próximos días, no los dejarían volver desde Barcelona.

En cuanto a compañías, Aena e Iberia no quisieron dar los últimos datos ni hablar con este periódico. Sí lo hicieron Vueling y Ryainair, aunque con versiones distintas. Mientras que en la primera dijeron que se estaban ocupando entre 130 y 160 plazas de 180, lo cual supone en torno a un 80 por ciento, la trabajadora de la compañía irlandesa dijo que, en su caso, los vuelos iban «medio vacíos», con unas 60 personas o, lo que es lo mismo, un 30 por ciento. Visto lo visto ayer, se hace más factible creerla a ésta última.