Iglesias vacías a la hora de la misa, carreteras sin vehículos y muy poca gente transitando por las calles tras decretarse el estado de alarma de manera oficial. | Arguiñe Escandón

Las calles y principales vías de comunicación de los municipios y parroquias de la Pitiusa mayor amanecieron con un aspecto desierto tras la medida del Gobierno Central de restringir los movimientos y circulación de personas ante la propagación de la COVID-19.

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Bares, restaurantes, lugares de culto, espacios de ocio y otros puntos donde se suelen reunir los ibicencos quedaron totalmente deshabitados, en una mañana dominical en la que lucía el sol y hacía una temperatura apetecible para disfrutar del aire libre. Algo que no se debía hacer para colaborar en la contención de la pandemia