Un usuario sube a la línea 13 de autobús, que va desde Santa Eulària hasta Cetis. | DANIEL ESPINOSA

Quinto día de confinamiento, tercer día laborable, y el servicio de autobús urbano e interurbano de Ibiza amanecerá hoy con parte de su flota bajo cuarentena; se reduce la frecuencia de transporte público al 40 % y 10 líneas dejarán de prestar servicio.
Según el conseller de Transparencia, Javier Torres, el Consell ha realizado cambios en los horarios del servicio para evitar la propagación del coronavirus y aumentar la seguridad de los trabajadores y los usuarios.

En este sentido, Torres señaló que para llevar a cabo esta restricción, los técnicos han ido analizando todos los itinerarios de transporte, con el objetivo de conocer qué líneas habían tenido demanda y cuáles habían quedado prácticamente con cero pasajeros.
De esta manera, el Consell d’Eivissa y las empresas concesionarias han modificado las frecuencias para reforzar las de mayor actividad y evitar aglomeraciones.

Coordinación

Por lo tanto, la coordinación con las tres compañías de transporte –que tiene la isla– ha sido esencial, puesto que han sido los conductores quienes han ido anotando el número de viajeros que subía al autobús cada día. Ayer, sin ir más lejos, al contar los recorridos de todas las líneas urbanas, el cómputo no sobrepasó los 80 usuarios durante la mañana.

Sin duda, esta inactividad es uno de los efectos que ha generado la obligación de cumplir la orden de confinamiento. Una situación que Periódico de Ibiza y Formentera ha querido experimentar de primera mano.

Son las diez de la mañana en la estación de Vila, en sa Colomina, y pronto se observa cómo la COVID-19 ha condicionado el funcionamiento natural del transporte público en la isla.

Al entrar en un autocar, un gran número de filas desiertas consigue captar la atención. Este vacío permite ver fácilmente a las dos únicas personas que ocupan los asientos del vehículo. Ambos llevan mascarilla y han cumplido, rigurosamente, las medidas de distanciamiento social en el interior del coche. Cuatro hileras desocupadas les separan.

Uno de ellos es Pedro, residente en la isla. Este ibicenco se dirige al aeropuerto para coger uno de los pocos vuelos que todavía no se han cancelado esta segunda quincena de marzo. «Voy a la Península, soy encargado de operaciones de vuelo en una aerolínea y mañana empieza mi turno», destaca. Tres filas por delante está sentada María, una mujer trabajadora que tiene que coger dos veces al día el autobús de la línea 11.

«Por la mañana trabajo como limpiadora en el Instituto Social de la Marina y por las tardes en la Delegación de Gobierno», afirma.

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Asimismo, comparte que el lunes viajó sola mientras volvía a su casa por la tarde-noche. No hay que olvidar que desde que el Gobierno central decretó el estado de alarma ante el avance de la COVID-19, los desplazamientos autorizados en autobús se limitaron. Sólo se pueden coger para ir trabajar, regresar al lugar de residencia habitual, comprar alimentos o medicamentos, acudir a hospitales o cuidar a personas dependientes, desplazarse a entidades financieras o pasear a una mascota.

Medidas de higiene

Además, existe la obligación, tanto de desinfectar a diario la flota de vehículos, como de poner a disposición de los empleados gel hidroalcohólico, mascarillas y guantes. «Por las noches los técnicos pasan un pulverizador y limpian profundamente el interior de los autocares», destacó Juan, de Alsa.

Una desinfección que busca aumentar la seguridad de los empleados y usuarios ante el contagio. En este sentido, un conductor de dicha empresa, afirma que la mayoría de viajeros ha utilizado protección.

«Desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde he llevado a unas 10 personas, seis de ellas con mascarilla», indica. Además, apunta que todas ellas se dirigían a su empleo. En esta línea, su compañero de empresa, José Andreu, destaca que trasladó a cinco mujeres al hospital de Can Misses y unas siete al supermercado. Una falta de movimiento que, según el jefe de la estación, José Balboa, es consecuencia de la concienciación ciudadana ante la pandemia del coronavirus. «Está todo muy tranquilo, el 80 % de la gente que tiene que ir trabajar prefiere coger el coche», asegura Balboa. De tal modo, señala que el Consell se había reunido con las empresas de transporte para llegar a un acuerdo y reducir dicha oferta. No obstante, según miembros de la plantilla de Sagalés, no llegaban a ningún consenso porque mientras que la compañía quería suprimir el 60% del servicio, el Consell defendía la eliminación de pocas líneas de autobús.

No prestarán servicio

No obstante, tras varias encuentros, por fin han firmado un convenio donde se establece la cancelación de diez líneas; L3.1 (Ses Païsses-Can Coix-Can Bonet), L11 (Ses Salines-Sant Jordi-Eivissa), L12A (Eivissa-Puig d’en Valls-Jesús), L15 (Cala Llonga-Eivisa), L16 (Sant Carles-Santa Eulària), L17 (Siesta-Santa Eulària), L30 (Santa Agnès-Eivissa), L33 (SantMateu-Eivissa), L41 (Santa Eulària-Cala LLonga), y L42B (Sant Josep-Cala Tarida). Por su parte, el sector del taxi, insiste en reducir a servicios mínimos imprescindibles su trabajo.

«Desde el domingo, sólo tengo siete clientes por día. Entre usuario y usuario pasa más de una hora sin hacer nada», indicó Antonio García, taxista desde hace más de 10 años. No obstante, un conductor del municipio de Vila aseguró que esta semana se pondrá en marcha la deducción de horario.

«Los taxistas del aeropuerto ya han comenzado trabajar dos días a la semana y a descansar cuatro, el resto del sector lo haremos esta semana», afirmó un taxista.