Hoy el día se ha despertado desapacible, gris y triste, tal vez un poco como nosotros. Algo tan rutinario como leer la prensa nos devuelve cifras que caen a nuestro lado como bombas, haciéndonos cerrar los ojos ante el incremento de nuevos infectados y fallecidos. El café sabe estas mañanas más amargo que nunca.

Ahora, que los que mueren ya no son tan desconocidos: un compañero de trabajo de mi cuñada, el abuelo de un amigo o esos ancianos que han aparecido abandonados y solos en residencias, mientras que otros los velan con terror y soledad, son hoy más nuestros que nunca. Qué triste morirse estos días en los que nadie puede despedirte y llorarte. Tal vez los aplausos de cada anochecer nos ayuden a abrazar un poco a los que necesitan más que nunca nuestro consuelo. Hoy los míos van por ellos.

Y mientras que todo este sinsentido pasa, en la ‘cara B’ de este disco la gente sigue cumpliendo años, siguen naciendo niños y hay genios que componen las que serán las mejores canciones de sus vidas.

Algunos soplan las velas más tristes de su historia, otros pintan cuadros, hacen manualidades para sus hijos, ordenan su micromundo, cosen mascarillas con retales y máquinas viejas o cocinan para vecinos. Hay quienes hacen la compra a personas mayores, ponen en marcha iniciativas para recaudar dinero con el que poder adquirir material sanitario o alimentos que donar a Cruz Roja y Cáritas, y los que imparten clases en sus recién creados canales de Youtube para que pasemos el tiempo.

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Estos días vemos ejemplos de generosidad en nuestra propia isla que nos emocionan y despiertan: empresarios como Abel Matutes, que pone sus hoteles de Madrid a disposición de la sanidad pública, alquimistas como Tito y Carlos Marí Mayans, que cierran su fábrica para velar por sus empleados y donan todo el alcohol no tratado a Can Misses, clínicas privadas de medicina dental y estética que entregan sus mascarillas y guantes a policías y compañeros de profesión o cuentacuentos que entretienen a los más pequeños con relatos mágicos de mundos lejanos.

Mis profesores de pilates, todos, sin excepción, los que hoy me dan clase, pero también los que han pasado por mi vida en los últimos años, me escriben a diario para que me sume cada día a sus propuestas de ejercicio. Incluso mi entrenadora personal, a la que abandoné por la vagancia y el estrés mal gestionados, me está tentando para que me sume a sus hipopresivos de las 12:00 o al ‘quemagrasas’ de las 19:00 horas.

En La Palentina o en Amàre entregan miles de kilos de fruta y comida a quien más lo necesita y hay una florista llamada Reyes que deja ramos en las puertas de sus vecinos. Supermercados como Eroski atienden con especial mimo a mayores y embarazadas y hay peluqueros que prestan sus servicios a domicilio gratis y nuestras carnicerías y fruterías del barrio nos traen a casa los pedidos con una sonrisa cosida bajo las mascarillas.
Está en nuestras manos hacer del mundo un lugar mejor, demostrar el tipo de personas que somos de verdad, ahora más que nunca. En nuestra agencia, en Imam Comunicación, por ejemplo, estamos asesorando y continuaremos prestando nuestros servicios de comunicación de crisis a los clientes que no puedan pagarnos, porque sabemos que juntos saldremos de esta y de cien crisis.

Hoy el día se ha despertado gris, pero nosotros lo vestiremos de colores.