Homenaje de los policías a la Policlínica Nuestra Señora del Rosario. | DANIEL ESPINOSA

La primera persona en recibir el alta hospitalaria en Ibiza tras contagiarse de coronavirus decidió contar su historia a través de las redes sociales. Fue atendida en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario y el jueves recibió el alta hospitalaria.

Empieza el relato hablando de que cuando volvió de Suiza no se encontraba bien y después de dos días de estar en casa mala decidió ir a Urgencias. Aquel día, cuenta, sus síntomas eran leves, pero aún así no se encontraba nada bien.

Una vez en el hospital, le atendió una enfermera «muy amable» que le dijo que se fuera a casa para hacer la cuarentena. Reconoce que estaba bastante escéptica por el virus pensando que se le iba a pasar y que era como una bronquitis mal curada.

Fueron pasando los días y sus síntomas aumentaron de una manera considerable. «Perdí el sabor y el olor de las cosas, los dos sentidos más importantes; tuve mucha fiebre; mi cuerpo parecía que paso por una centrifugadora. Tenía dolor en el abdomen y en todo el cuerpo. Los síntomas fueron realmente horribles», asegura.

Asimismo, en Urgencias le dijeron que tenía que llamar al 061 y ellos se encargarían de estar al tanto de su estado. Llamó varias veces y le dijeron que, tuviese coronavirus o no, se quedase en casa para no contagiar a los demás. Les contestó lo siguiente: «Me encuentro muy mal, no puedo más. Necesito ayuda». Aún así, le dijeron que se quedara en casa con paracetamol.

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Todos sus amigos y mi familia estaban muy preocupados porque cada día muere gente por el virus, cuenta la joven. «Aunque soy muy joven, mis síntomas eran muy malos y mi estado empeoraba de hora en hora», asegura. Empezó a llorar ante la profesional del 061, y le comentó todo lo que le pasaba y que llevaba un mes con neumonía, baja de defensas y que no podía estar más en casa con paracetamol. A lo que le contestaron que tenía que ir a Urgencias inmediatamente.

Ingreso

Llegó a Urgencias de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario y en cuestión de media hora acabó en el box del hospital con todo el equipo haciéndole pruebas. «Fui ingresada aquella noche muy asustada, dolorida, sola. Pasé mucho miedo la verdad porque no sabía si tenía el virus o una neumonía normal. Pero estaba en el hospital», cuenta.

Al día siguiente fue a la habitación su «ángel de la guarda»: la doctora Montse Viñals. Viñals le preguntó si quería «un zumito de melocotón». Al momento, sintió paz y le dijo que sí quería el zumo. Asegura que Viñals fue muy sincera con ella y le dijo que tenía neumonía causada por el virus y aunque el test tardaba 48 horas, ella sabía exactamente lo que pasaba. Le dijo que no se preocupara por nada, que todo iba a salir bien, según cuenta.

Esta paciente agradece el buen trato por parte de la doctora Viñals y de todo el equipo del centro: «Todos han sido muy buenos profesionales. Me han dado tanto cariño y confianza en que todo va a ir bien que no tengo cómo agradecérselo. La labor que hacen es muy dura, parece que están vestidos como en una nave espacial: con doble mascarilla que no pueden ni respirar, por no hablar de las gafas de buceo que llevan que les salen ampollas debajo de los ojos. Bravo a todos por este gran esfuerzo».

Ahora, desde su casa cuenta su historia para que «todo el mundo entienda que es grave». «Es un virus muy rápido y muy doloroso, pero si yo pude salir y recuperarme, vosotros también podéis. Confiar en que todo va a ir bien, confiar en nuestros médicos y enfermeros», concluye con esperanza.