Pablo Rodríguez posa en las inmediaciones del Camino Viejo de San Mateo.

Aunque la inmensa mayoría de la población se encuentra confinada en casa, el alumbrado público sigue siendo necesario. Una de las personas encargadas de su mantenimiento es Pablo Rodríguez, que trabaja para la empresa Citelum desde hace seis meses y acumula 15 años de experiencia como electricista. Acostumbrado siempre a trabajar en la calle, el hecho de encontrar vacía la ciudad le resulta sumamente extraño. «Es un capítulo de Black Mirror demasiado largo», aseguró este coruñés nacido en 1982.

Su día a día es más «tranquilo» de lo habitual al estar «haciendo servicios mínimos» con el objetivo de que «no haya zonas apagadas». «Sólo faltaría que estuviera la policía rondando a oscuras o los servicios de limpieza trabajando a oscuras», justificó. La carga de trabajo es menor porque «ahora mismo no hay eventos ni presupuestos para reformas, pero el uso es el mismo». «El alumbrado se sigue encendiendo y lo que estamos haciendo es mantener todo encendido y en funcionamiento», agregó.

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Para el gallego, Ibiza ahora mismo es «como un sitio nuevo». «El que pasa el día encerrado en casa no lo percibe de la misma manera. En tu casa estás igual que en la vida normal, pero cuando sales a la calle es como ir a un sitio nuevo. Todo es ajeno. Para mí, es muy extraño», expuso.

Rodríguez no tiene miedo al coronavirus: «No pertenezco al grupo de riesgo ni trabajo o vivo con grupos de riesgo. Si tengo la mala suerte de contagiarme, lo primero que haré es encerrarme en casa por el bien de los demás, pero creo que tengo muy buena salud». En este sentido, aseguró que se ha pasado «seis años sin coger una gripe pese a tener gente con ella en casa». «Yo no tengo miedo, pero si tuviera un grupo de riesgo en casa habría pedido no trabajar», sentenció.