José Aranda de Can Dog

Esta crisis sanitaria ha conseguido paralizar la isla y confinar a la mayoría de sectores laborales. Una pandemia sin pasaporte que está dejando al mando del barco a auténticos héroes, algunos de ellos ocultos antes del estado de alarma. Es el caso del personal que opera en el centro de protección animal, Can Dog. Esta plantilla, formada por seis empleados, trabaja 24 horas al día durante los 365 días del año.

Para José Aranda, el propietario de este espacio, su centro es como un «hospital» que se encarga de cuidar y mejorar la salud de los animales que se encuentran por la calle.

«Durante esta pandemia se han hecho 47 servicios. Se han recogido a 45 perros, 41 de ellos se habían perdido y cuatro permanecen abandonados. También hemos encontrado a tres gatos atropellados, que están ingresados en clínicas para situaciones de urgencia», señala Aranda.

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Este animalista empedernido cuenta a Periódico de Ibiza y Formentera cómo su «fuerza y perseverancia» le han ayudado a permanecer al frente de Can Dog durante tantos años. «He luchado mucho para mantener abierta esta protectora, creo que es un servicio necesario», puntualiza. Al mismo tiempo, relata cómo su confianza en este proyecto ha impedido que él, como propietario, haya prescindido alguna vez de sus empleados.

«Para no querer echar a nadie, nunca me he puesto un sueldo fijo», apunta José. En este sentido, señala que las ganancias anuales las ha invertido en obras, en acondicionar el recinto para convertirlo en un espacio más agradable para los animales, y en la ampliación del espacio.

«Llevo más de 20 años dando este servicio de recogida y custodia a los Ayuntamientos de Sant Eulària, Sant Joan y Sant Antonio, este lugar lo es todo para mí», subraya con emoción José. Comparte que ni el cáncer ni las operaciones han podido con sus ganas de trabajar cada día.

Asimismo, indica que el personal cumple con las medidas de prevención. «Vestimos con un traje completo como los enfermeros, guantes y mascarillas. Además, mantenemos las máximas distancias con las personas. En este sentido, afirma que fumigan tanto el calzado como la ropa. «En Can Dog no entra nadie. Un empleado, que está a tres metros de distancia, atiende a los dueños que vienen a por su perro», añade. José subraya que en Can Dog trabajan seis personas, cuatro de ellas viven en el centro. En esta línea, afirma que, a día de hoy, el centro alberga a 120 perros abandonados y a 13 mascotas, procedentes de los hoteles. «Ahora tenemos plazas libres, además hacemos servicio también a domicilio para recogerlos y llevarlos a casa», apunta.