Imagen de la iglesia de la Santa Cruz, totalmente vacía, uno de los últimos días de marzo. | MARCELO SASTRE

Suena duro, pero la crisis del coronavirus ha cambiado hasta la forma de enterrar a los muertos. Según el artículo quinto, de ceremonias civiles o de culto religioso, de la Orden SND/298/2020, de 29 de marzo, publicada por el Gobierno central y por la que se establecen medidas excepcionales en relación con los velatorios y ceremonias fúnebres para limitar la propagación y el contagio por la COVID-19, se restringe a tres personas, como máximo –además del correspondiente ministro de culto–, las que pueden asistir, por parte de la familia o de los amigos, al velatorio del difunto. Además, la orden indica que estos no se celebrarán, de momento, en la iglesia sino directamente en el cementerio.

El sábado, el administrador diocesano de Ibiza y párroco de Santa Eulària, Vicent Ribas, ofició dos funerales, uno por la mañana y otro por la tarde. El de la mañana precisamente era de una de las personas fallecidas por coronavirus. Ribas aseguró que había transmitido a los pocos familiares presentes «una palabra de esperanza», al tiempo que los había consolado en la oración. «Uno acompaña a esta gente porque parece que se hace incluso más dura la muerte al no poder contar con la presencia de los familiares ni de los amigos», explicó Ribas, quien agradeció que, al menos, dejen acercarse a los sacerdotes para poder oficiar los entierros.

Eso sí, según el administrador diocesano, para las ceremonias emplea guantes y mascarilla, al tiempo que se sitúa «a una distancia prudencial» del resto de la gente.
Por su parte, el párroco de Sant Agustí, el colombiano Álvaro González –quien lleva 14 años en la isla– también ha oficiado dos ceremonias durante este tiempo de confinamiento. En la primera de ellas, en esta localidad alrededor del pasado día 15 de marzo acudieron entre seis y ocho personas, según dijo González. Todos ellos estaban en bancos separados, tal como se había solicitado desde el Ejecutivo central.

La semana pasada ya no se permitía celebrar funerales en las iglesias y, además, el número de acompañantes se había reducido a tres. Como el sacerdote de Sant Rafel se encontraba ausente, fue González quien se desplazó al cementerio. En este caso, según manifestó este cura, aunque los familiares mantenían la distancia y seguían el protocolo exigido sólo la esposa del difunto llevaba mascarilla. Ninguno de los hijos la llevaba y él tampoco.

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Cabe apuntar que, en el caso de estos dos funerales, ninguno de los difuntos cuyos había muerto por coronavirus.

De diez a tres personas
Mientras tanto, el párroco de Sant Joan, Sant Llorenç y Sant Vicent, Vicente Tur, ofició dos sepelios en la iglesia de Sant Llorenç durante las dos primeras semanas –26 y 28 de marzo–, cuando aún lo permitía la ley, con unas diez personas de la familia, casi todos los cuales usaban mascarillas y se situaron a una distancia prudencial el uno del otro. En la segunda fase, más estricta, tuvo otro funeral, en Sant Vicent, el pasado día 6 de abril. En este caso, «lo único que se pudo hacer fue ir al cementerio y rezar una oración por el difunto», dijo Tur, quien destacó que eran sólo tres personas que fueron con guantes y mascarillas. Él se limitó a mantener la distancia, «porque así no hay posibilidad de contagio».

EL APUNTE

De los sacramentos, sólo algunos y por causas excepcionales

Preguntado por si se sigue realizando la celebración de los sacramentos, el administrador diocesano de Ibiza aseguró que la mayoría están parados. Así, por ejemplo, la confesión ha quedado pospuesta hasta que pase esta situación de crisis sanitaria. En su lugar, lo que hacen los sacerdotes, según desveló Ribas, es pedir a los feligreses «que hagan un acto de contrición individual». Ya después, cuando haya terminado todo, tendrán tiempo de pasar por el confesionario. «Ahora mismo, sólo se administra el sacramento de la penitencia a quien esté muy enfermo y con todas las garantías de carácter sanitario», afirmó el administrador diocesano. En cuanto a la eucaristía, de momento no hay misas, aunque, quien lo desee dispone de varias opciones para seguirlas por radio o por televisión. Otros sacramentos –como el bautismo, la confirmación o el matrimonio– deberán esperar a que lleguen mejores tiempos.