El ibicenco Oliver Mendoza, en su vivienda de Punta Cana, en República Dominicana.

Oliver Mendoza está tranquilo en Punta Cana (República Dominicana), donde la situación por la COVID-19 es distinta a la de España. El entrenador ibicenco afirma que puede salir a la calle hasta las cinco de la tarde y que no hay escasez de mascarillas, guantes ni geles. Además, apunta que solo se puede entrar a los establecimientos con protección.

—¿Cómo está viviendo estos momentos en República Dominicana?
—Son momentos de angustia, porque se acumulan las noticias y no hay esperanza de que esto vaya a pasar rápido. Aquí se manejan mucho con Estados Unidos y ahí se ha puesto fuerte la cosa ahora.

—¿Cómo está siendo su confinamiento ahí?
—Llevamos un mes encerrados, pero aquí podemos salir a la calle hasta las cinco de la tarde. Eso nos da un poco más de libertad. Eso sí, a partir de esa hora, al que vean por la calle se lo llevan detenido. Aquí el toque de queda es sagrado. No hay inmunidad para eso.

—¿No cree que eso de poder salir hasta las cinco de la tarde no ayuda a frenar los contagios?
—Contagiar nos podemos contagiar, pero tenemos mucho cuidado. Estamos con mascarillas y guantes. Aquí, cuando vas al supermercado, te desinfectan el carrito y las manos. Cada dos por tres hay gente con gel antibacteriano y te lo puedes echar incluso en los guantes. Es más, aquí, desde hace un mes, no puedes ir si mascarilla ni guantes al supermercado o al banco, ejemplo. Eso es algo interesante porque te deja algo más tranquilo.

—¿No tienen escasez de mascarillas, geles y guantes allí?
—Aquí hay de todo, incluso mascarillas con diseños personalizados. Lo que no existe, lo inventan. Son rápidos. Aquí, en este aspecto, no hemos tenido problemas para nada. Vas al supermercado y compras lo que quieras. En cualquier tienda te venden mascarillas y guantes. En este sentido, aquí no hay ningún problema.

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—Con la pandemia, ¿no se ha planteado regresar a Ibiza?
—Volver a España no me lo planteo, porque, evidentemente, la cosa allí se puso peor. Es más arriesgado estar en España que en donde estoy. A pesar de que Punta Cana es una isla muy turística, con una afluencia de gente muy grande, se controló la situación rápidamente. Cerraron el aeropuerto y los pueblos. Yo de Punta Cana no me puedo mover. No puedo ir a Santo Domingo igual que los de allí no pueden venir aquí.

—Se siente más seguro allí pues.
—Me siento más tranquilo aquí, porque, al ser una isla como Ibiza, es más difícil que llegue una ola grande de contagios. Este es un lugar turístico durante todo el año y podría haber sido una locura, pero, al cerrar todo tan rápido, me quedé un poco más tranquilo. Además, yo vivo a cinco minutos del aeropuerto, por donde pasan miles y miles de personas cada día, por lo que, de no haber cerrado, podría haber sido un lugar peligroso. Ahora estoy tranquilo. Nos cuidamos mucho. Mi compañero y yo hacemos deporte casi todo el día y preparamos vídeos para los de la academia, a la que nos dedicamos totalmente.

—Supongo que, como todos, estará al día con su familia y ella con usted dada la situación actual. ¿Cuál es el nivel de preocupación que tienen al estar tan lejos?
—Con la familia va todo bien. Hacemos videollamadas de Whatsapp casi cada dos días. Uno palpa que están bien y sanos. Me deja más tranquilo el hecho de que Ibiza sea uno de los puntos con menos infectados y muertes en España. En cuanto a mí, ellos saben que soy una persona a la que le gusta estar en casa y sale poco. Sí es verdad que mi compañero y yo tuvimos suerte porque, cuando empezó todo, estuvimos en Coco Bongo, una de las discotecas más famosas de Punta Cana. Estaba llena de españoles e italianos. Fue el último día que hubo show. A las dos semanas nos dimos cuenta de eso y nos quedamos un poco en shock. Por suerte no nos pasó nada.

—¿Cree que se reanudará su trabajo allí pronto?
—Pensamos que en mayo podríamos abrir la academia. Incluso la liga de fútbol podría comenzar a finales de mayo o principios de junio. En principio, aquí el estado de alarma está hasta el 1 de mayo.

—Y si se alarga el asunto, ¿tampoco preferirá regresar a España?
—No, porque yo tengo ya mi vida hecha aquí prácticamente. Seguimos trabajando en el proyecto de la academia. Vivo en una residencia grande y salimos todos los días a correr. La vuelta al residencial es de un kilómetro y medio. Por la mañana salgo a entrenar y por la tarde salimos a hacer unos vídeos. Nuestra cancha está frente al residencia. Estamos pendientes de que levanten eso para volver a comenzar. Para volver a España tendría que pasar algo sumamente grave y lo veo muy difícil.