Personal del centro de salud de Sant Jordi.

Estela Terrer se apuntó a un curso de corte y confección hace 20 años cuando llegó a Ibiza. De la mano de su profesora Ángeles aprendió a coser y desde entonces ha compaginado este hobby con su profesión de enfermera del centro de salud de Vila. «Siempre que viajo compro telas y también por Internet de otros países, como Japón. Me gustan mucho las manualidades y tenía un montón de material», relata a Periódico de Ibiza y Formentera.

Cuando surgió la pandemia mucha gente se puso a hacer mascarillas y Estela decidió hacerlas con estampados alegres y coloridos. «Se las enseñé a mis compañeros y fue un exitazo», recuerda.

Para desdramatizar, a Estela se le ocurrió confeccionarlas para sus compañeros del servicio de Pediatría y Salud Bucodental, «para dar un poco de vidilla y colorido a lo que estamos viviendo».

Los servicios de Pediatría y Salud Bucondental atienden a los niños que acuden a los centros para ser atendidos.


«Empezaron a llamarme»
Los profesionales llevan una mascarilla quirúrgica y encima se ponen las confeccionadas por Estela, que no están homologadas. Primero hizo una veintena para el equipo de Pediatría y de Salud Bucodental del centro de salud de Vila. «Las publicamos en las redes sociales y empezaron a llamarme para pedirme mascarillas, como tenía material empecé a hacer para todos», explica. En estas dos últimas semanas ha confeccionado 65 protectores para sus compañeros, ahora está acabando las del personal de Sant Josep y de Formentera.
Al estar realizadas por doble tela, Estela Terrer asegura que «viendo cómo está la situación pueden ser útiles para la población en general».

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De hecho, en el centro de salud han probado con spray y no filtra al exterior. «Podían servir», precisa.

Todos sus compañeros de los centros de salud que atienden a la población infantil van ataviados con estas mascarillas. «Todas las telas son diferentes en cada centro de salud, no se duplican», apunta Estela.

A los niños «les encanta ver las mascarillas», relata. «Esto no son circunstancias habituales y se lleva con más tranquilidad», dice Estela Terrer, ataviada con una mascarilla con un estampado de búhos.

«Una compañera lleva una con perritos y a los niños les encanta», apunta. Estela se ha confeccionado incluso un gorro de tela con calaveras. Cuando acaba su jornada de trabajo en el centro de salud de Vila y llega a su casa, se pone a coser «hasta las tantas».
Estela recuerda que la mascarilla es una medida complementaria para la población, que primero hay que insistir en la higiene de manos y la distancia.

En el caso de utilizar este protector, asegura que «hay que lavarla con agua y jabón y con una temperatura mínima de 40 grados».

Sus pacientes del centro de salud le han hecho ya pedidos, «pero no doy para más, tengo una cola enorme de encargos», concluye.