Imagen de una de las obras que volvió al trabajo hace dos semanas. | DANIEL ESPINOSA

Todas las miradas sobre el ladrillo. Empresarios, profesionales, agentes sociales y políticos van tomando conciencia de que el único sector con capacidad para mantener cierta actividad cuando se levante el estado de alarma y volvamos a la normalidad es la construcción. Obra pública y obra privada.

Conforme pasan las semanas, la esperanza de que haya turismo se desvanece. No hay ni un solo dato en toda Europa que justifique el optimismo con el que se despachan cifras ni previsiones en las últimas semanas. Ni junio, ni julio, ni agosto por mucho que el Govern diga que el peor escenario es un 25% de turismo en agosto.

«Firmaría ahora mismo que pudieran venir todos aquellos que tienen su segunda residencia aquí», señala a Periódico de Ibiza y Formentera , el secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), Fernando Fernández. «Es muy difícil que abran los hoteles», admite.

El presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, es quien ha mantenido un discurso más realista respecto a la próxima temporada. Ya advirtió a principios de mes que «sin medicamento, ni vacuna, no habrá temporada» y que el objetivo era empezar «con normalidad 2021».

«Si en agosto tenemos un 25% de turismo, como ha dicho el Govern, merecerá que lo celebremos con castillos de fuegos artificiales», ironiza el secretario general de la UGT, muy preocupado en poder garantizar la cobertura a los miles de trabajadores de la hostelería (34.343 en agosto de 2019) tras la finalización de los ERTEs del estado de alarma. «No supondrá que podamos recuperar la actividad en la hostelería», vaticina.

Esta previsión es compartida, en líneas generales, por el presidente del Colegio de Arquitectos, Iván Torres, y por la presidenta de los constructores de la Pimeef, Consuelo Antúnez, con los que también ha hablado este periódico.

Los tres, sindicatos, empresarios y profesionales, coinciden milimétricamente en que a corto plazo Ibiza y Formentera solo tienen una carta en su mano: que la construcción trabaje a toda máquina.

«Este verano no habrá restricciones por molestias de ruidos y lo tenemos que aprovechar», pone sobre la mesa la patronal.

Iván Torres ha trasladado al presidente del Consell d’Eivissa que «necesitamos que la construcción tire y empuje del carro».

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Adelantar la licitación de los proyectos de obra pública que en circunstancias normales se construirían en un lustro y desatascar las licencias de obras que aguardan sortear el tapón que hay en los ayuntamientos -y que los arquitectos cifran en 26 meses de media de retraso en la obtención de las autorizaciones- son las dos ideas fuerza que manejan los agentes sociales. Hay más, como las rebajas en el impuesto de construcción, en el IBI, legalizaciones y ampliaciones. Todo suma.

«Seguramente habrá promotores que no se arriesguen a empezar a construir, a pesar de que las licencias tienen un tiempo de ejecución, porque prefieran ser prudentes y no sea el mejor momento para ellos de pedir hipotecas y endeudarse. Pero habrá muchos que sí tengan capacidad para construirse o reformarse sus viviendas y éstas son las que no podemos dejar escapar y hemos de empujar», reflexiona la presidenta de la patronal.
«Hemos pedido a la administración que libere toda la obra civil que sea posible», relata el sindicalista.

«Reclamamos que se liciten en lotes más pequeños para que las empresas más pequeñas de aquí podamos optar a las licitaciones», explica en esta línea Consuelo Antúnez quien, como no podía ser de otra manera, coincide con el representante de los trabajadores.
«Tenemos un déficit importante en carreteras, en depuradoras, en redes de alcantarillado y de agua potable –con pérdidas del 30%-, en vivienda de protección oficial. Ahora es el momento de actuar en todos estos ámbitos», insisten desde UGT.

Imaginación
Iván Torres reclama «imaginación» a los políticos. «En 2012, se tomaron decisiones normativas muy acertadas que dinamizaron la construcción y permitieron que Baleares saliera antes de la crisis. Ahora hay que hacer algo similar». «Así se lo hemos transmitido al Consell».

Desde el Consell, pidieron hace un par de semanas al Govern una intervención decidida en este sentido. Según fuentes de la institución, el gobierno insular está trabajando en articular un paquete de medidas encaminadas a dinamizar el sector de cuyos detalles aún no se tienen noticias.

Ampliaciones para facilitar la modernización de los hoteles y legalizaciones de construcciones en suelo rústico fueron dos de las medidas que funcionaron entonces y que el Govern de Armengol redujo y eliminó respectivamente.
«A lo mejor se pueden recuperar, sin perjuicio de que adoptemos otras», reflexiona Torres.

15.000 trabajadores
En febrero, había 9.500 personas trabajando directamente en las obras. Era un momento dulce y estaba siendo un buen año. A esta cifra, hay que añadir el personal que es importado de fuera, toda la fuerza comercial que presta servicio directamente a un sector que también tira del transporte de mercaderías y de muchos profesionales que se dedican en exclusiva a ello: arquitectos, aparejadores, ingenieros, diseñadores de interiores, topógrafos, tasadores, agentes de la propiedad inmobiliaria. Y de otros que también tienen parte de su negocio aquí: abogados, notarios, registradores, entidades financieras.
No se sabe con exactitud a cuánta gente puede dar trabajo el sector de la construcción a pleno rendimiento. «Es posible que pueda llegar a dar trabajo a 15.000 personas fácilmente», admite Antúnez.

Quizá más. «No solo hay que mirar el trabajo directo o indirecto», reflexiona Fernández. «Si toda esta gente tiene trabajo, consume más en los bares y restaurantes que puedan estar abiertos y en el comercio de proximidad y toda la rueda funciona mejor».

Del taxi al andamio

Antes era más habitual que en los últimos años que personal de hostelería trabajara en invierno en la construcción y en verano en la hostelería. «Aún queda que gente que trabaja en el taxi o en otros sectores de la hostelería durante la temporada porque la obra es muy dura en verano y en invierno va a la obra. Nuestra temporada alta es invierno, pero es obvio que en estas circunstancias podría darse un mayor trasvase que en ejercicios pasados si realmente el sector tira del carro y necesita mano de obra», concluye Antúnez.