Imagen de los test rápidos que se harán hasta mañana en el puerto de Ibiza antes de embarcar rumbo a Formentera. | DANIEL ESPINOSA

Los periodistas, especialmente los que trabajamos en un periódico, tenemos el deber de hacernos preguntas y, especialmente, de tratar de responderlas. Hoy, lamentablemente, admito frustrado que no puedo cumplir. Las autoridades sanitarias, con sus idas y venidas, su bulos, sus fake news y su falta de concreción, no nos lo están poniendo nada fácil, siendo suave, para contar lo que está pasando en un asunto de enorme transcendencia para Ibiza y Formentera como son los test rápidos. Tanta que la posibilidad de que aterricen aviones en es Codolar está directamente relacionada con ellos.

Después del chasco de que Ibiza no entrara inexplicablemente en la fase 1 el pasado lunes, la semana empezó con una noticia positiva y esperanzadora, no exenta, no obstante, de interrogantes previos que, en lugar de disiparse, se han multiplicado con el paso de los días.

El Govern empezó, por fin, a hacer test rápidos, esos que detectan la presencia de anticuerpos del coronavirus y que permiten identificar asintomáticos, a los pasajeros que querían cruzar es Freus.

A los que dieron positivo, no les dejaron embarcar y les sometieron a un análisis PCR posterior, mucho más fiable y que acredita si el virus todavía anida en el organismo en cuyo caso es obligatoria la cuarentena para no infectar a terceros.

La implementación de este filtro de control en puertos y aeropuertos era, y es, una medida ampliamente demandada por instituciones, partidos políticos, agentes sociales, empresarios y medios de comunicación. De hecho, todo el mundo ha venido reclamando y todavía reclama la generalización de esta solución, excepto quien tiene la potestad y los medios para hacerlo: el Gobierno y en menor escala el Govern.

La razón de tanta unanimidad es sencilla: es una medida muy económica en comparación con el coste de tener la economía paralizada por exceso de celo ante la falta de datos, sus resultados ofrecen unos indicadores imprescindibles para la correcta gestión de la pandemia y, en territorios insulares, permite frenar la importación del virus. El punto débil es que uno puede estar contagiado, no haberse dado cuenta por falta de síntomas, y dar negativo porque todavía ha generado anticuerpos, ya que tardan unos días en aparecer. Un riesgo asumible. En sentido contrario, la única razón que frena su uso masivo es que España no tiene capacidad física todavía para hacerlos. Hasta un niño sabe que si el Gobierno pudiera hacernos test rápidos a todos, ya los estaría haciendo.

Ocultismo.
El jueves 30, Francina Armengol les comunica a Vicent Marí y los alcaldes de la isla la implantación de esta medida, pero no informa a la opinión pública de ella, es decir, la oculta, a pesar de su enorme relevancia. Ese día, el Área de Salud de Ibiza y Formentera ya tenía en marcha el operativo. El viernes 1 desliza que habrá controles sanitarios, sin concretarlos.

Sorprende, y mucho, que un Govern más preocupado en el relato que en el hecho, capaz de presentar con un vicepresidente y dos consellers un plan de reactivación económica con las mismas patrañas que nos vienen contando desde hace años y que no incluye ni una sola medida, no diga ni pío cuando está a punto de poner en marcha una medida ampliamente reclamada por la opinión pública. ¿Por qué no se quiso apuntar Armengol ese tanto?

Periódico de Ibiza y Formentera , cumpliendo con su mandato de dar respuestas, trató durante todo el fin de semana de averiguar en qué iban a consistir los controles anunciados. Inquietantes bombas de humo y evasivas por parte de Salud.

El domingo a las 15.12 horas, una nota de prensa informa con todo lujo de detalles que tomará la temperatura a los pasajeros que viajen de Ibiza a Formentera, algo que todavía no se está haciendo en los aeropuertos y que tiene una efectividad limitada, ya que puedes tener el Covid-19 y no tener fiebre y tener fiebre y no tener el Covid-19. En cualquier caso, no tiene contraindicaciones, así que bienvenida sea.

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Propaganda.
Se hace coincidir la medida con la entrada de Formentera en la Fase 1, a pesar de que no cambian los criterios de movilidad entre las islas y no hay una relación directa entre ambos hechos, de lo que se deduce que es una maniobra propagandística más, aprovechando que uno de los focos informativos del día era la pitiusa sur.

De soslayo, el Govern informa que aprovechará el tránsito de pasajeros para realizar un estudio de prevalencia y que hará la prueba de anticuerpos a todos los viajeros asintomáticos, es decir, todos los que no tengan fiebre, especialmente a los que se desplacen por primera vez.

El lunes los pasajeros que se disponían a embarcar a las 7 de la mañana fueron sometidos al test rápido. Un pinchazo en un dedo. Una pequeña muestra de sangre y al cabo de 10 minutos, positivo o negativo. Esta operación retrasó la salida de la barca una hora y media. Según algunas fuentes, siete de 76 pasajeros dieron positivo. La Cadena Ser de Ibiza informó de que habían sido 10 el lunes, el martes otros dos y el miércoles, tres. El Govern se niega a informar de ellos.

El anuncio del Govern resultó ser falso, otra fake news, otro bulo, proveniente de fuentes oficiales, ya que en realidad no era un estudio, era un control porque ni era voluntario, ni el estudio está aún diseñado y la muestra no responde a ningún criterio estadístico válido y, por lo tanto, los datos tienen sesgo..

Aeropuerto.
El lunes, Marc Pons anuncia que el Govern tiene intención de extender la medida en los aeropuertos, filtro que, pese a no garantizar la estanqueidad de las islas al 100%, serviría para mejorar su blindaje y mandar un mensaje de seguridad a los mercados. Aquí, “el contagio está controlado”, según el experto del Govern Javier Arranz, así que el riesgo de rebrote es que el virus vuelva a entrar oculto en el cuerpo de un asintomático y vuelva a contagiar a sus anchas. Sería un gran paso sin duda cribar las entradas por es Codolar.

El jueves, sin embargo, todo vuelve a cambiar de forma sorprendente. La consellera Patricia Gómez, la misma que falló más que una escopeta de feria en el caso de los helicópteros del 061, admite que no se trata de un estudio –de eso ya nos habíamos dado cuenta- sino que es una prueba piloto y apaga la luz que se había encendido, ya que descarta el control en el aeropuerto.

Ayer la misma Patricia Gómez vuelve a cambiar de versión y regresa al cuento del estudio del domingo pasado. Ver para creer.

El CEO de Meliá y presidente de Exceltur, Gabriel Escarrer, repite desde unas semanas a todo aquel que quiera escucharle que o test rápidos o pasaporte sanitario o no habrá turismo esta temporada. Obviamente, no le está haciendo mucho caso Patricia Gómez.
¿Por qué este cambio de criterio? ¿Por qué abandonamos la senda correcta? ¿Por qué se niega el Govern a desvelar la fiabilidad de los test? ¿Están relacionadas ambas variables?
Perdóneme, pero no logro dar con la explicación que justifique tanto ocultismo y tanta incoherencia en un asunto tan importante. Me genera una enorme desconfianza estar en manos de tanta incompetencia y una enorme desazón que se preocupen de decirnos a qué hora podemos ir al huerto, a pasear, a cuánto metros de casa y no de empezar la casa por los cimientos mientras cuatro de cada 10 pitiusos en edad de trabajar están en el paro o un ERTE.

Coincidencia o no y para complicarlo un poco más, la marcha atrás en el control aeroportuario se produce pocos días después del cambio de criterio de Francina Armengol, quien se empeñó en reclamar a Pedro Sánchez cerrar los aeropuertos acertadamente y ahora se empeña en abrirlos con las mismas medidas de seguridad que antes, es decir, ninguna.

Preocupante.

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