El Ayuntamiento de Ibiza ha cerrado los accesos al Mercat Nou por las calles Extremadura y Catalunya. | DANIEL ESPINOSA

El sábado de hace dos semanas el Mercat Nou de Ibiza vivió, según han contado algunos testigos y también ha confirmado el Ayuntamiento a Periódico de Ibiza y Formentera, una gran aglomeración de clientes. Al parecer, durante buena parte de la mañana, no se respetaron ni las medidas de seguridad ni el límite de aforo establecido por el Gobierno dentro de la Fase 0 de desescalada contra el coronavirus. Finalmente, tras varias llamadas de quejas el tema se calmó cuando aparecieron en el lugar distintos agentes de la Policía Local de Vila.

Ante esta situación, el Ayuntamiento de la ciudad decidió hace unos días cerrar dos accesos al mercado, el de la Calle Extremadura y el de la calle Catalunya. En los accesos hay dos vallas verdes y rojas, carteles informativos y precintos, y actualmente solo se puede acceder al recinto por la calle Canarias y la calle Castella.

Según ha explicado el consistorio de Vila a este periódico «la medida está destinada a respetar las condiciones que indican las autoridades sanitarias para luchar contra el coronavirus ya que es un lugar con los pasillos muy estrechos donde es muy complicado mantener la distancia de seguridad entre personas».

Así mismo el Ayuntamiento asegura «que las puertas cerradas se han elegido siguiendo criterios de seguridad y teniendo en cuenta las dos mejores para que se pueda esperar, hacer cola para entrar y mantener la distancia de seguridad y cumplir con el control de aforo».

Los clientes

Sin embargo, la decisión ha generado bastantes problemas, sobre todo entre las personas mayores que son la mayoría de la clientela fija del Mercat Nou. Por ejemplo, al no poder entrar por la calle Extremadura hay que dar toda la vuelta al recinto pasando por la zona de las cafeterías y bares del mercado, regateando las mesas y llegando a ser realmente complicado si viene alguien de frente con una mochila o unas bolsas. «Es muy laborioso y un sin sentido porque llegas aquí y tienes que dar un buen paseo hasta el otro lado, pasando entre mucha gente sin mascarillas y sin guantes, sentados sin distancia entre mesas, y poniendo también en riesgo el contagio por coronavirus», explicaron Pep y Catalina, dos clientes habituales del mercado a Periódico de Ibiza y Formentera.

No fueron los únicos que se quejaron por la medida e, incluso, algunos compradores proponen que el personal que ha contratado el Ayuntamiento y que se pasea con chalecos amarillos se coloquen en las puertas. «No sé si estarán haciendo mucho y cual es realmente su trabajo, pero creo que serían más útiles si se pusieran en cada una de las cuatro puertas y fueran regulando el acceso al igual que se hace en otros comercios o grandes superficies», aseguró Marga, vecina de 59 años y clienta fija del Mercat Nou.

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Disparidad de criterios

La decisión del Ayuntamiento de cerrar las puertas también ha generado debate entre los paradistas del mercado. Según pudo comprobar ayer por la mañana Periódico de Ibiza y Formentera hay disparidad de criterios ya que mientras unos piensan que se trata de una buena medida «porque está en juego algo tan importante como la salud de las personas», los que tienen su puesto junto a las dos puertas clausuradas se quejan de que han bajado sus ventas.

Mª Carmen Márquez, de Carnes March, y María Escandell, de Pescados Vicente, aseguran que el confinamiento y la posibilidad de salir solo para comprar ha hecho incrementar las ventas y que es necesario regular el aforo para no tener problemas. «Tenemos una clientela fija y el que quiere venir se acerca hasta aquí, haciendo el esfuerzo que supone aparcar o cargar con las bolsas andando, y es lógico y necesario que se intente regular la afluencia porque lo que se busca es no contagiarnos por coronavirus».

Otros, como Rita Bosch, de Casa Rata, también ven bien la medida aunque en su caso lamenta «que no se haya tenido en cuenta a los paradistas para elegir las puertas que se han cerrado». Algo en lo que también incide Raquel, quien trabaja en el puesto Pavarotti. «Creo que si se nos hubiera tenido en cuenta habrían tomado otro tipo de medidas como abrir las puertas días alternos ya que, por ejemplo, los lunes es el día que no hay pescado y sigue abierto su acceso».

Los más críticos son aquellos que tienen su puesto junto a las puertas que están cerradas. Raquel, por ejemplo, lamenta la falta de ventilación «precisamente en un lugar donde es tan importante como un mercado» y, justo enfrente, Ester Torres, de Frutas Marga Boned, asegura que las ventas han bajado muchísimo «porque la gente intenta entrar, no puede, lo ve cerrado y prefiere darse la vuelta e irse a otro sitio».

Mientras, Guillermo Natera, de Virtudes Salazones, piensa que la medida no afecta a las ventas «porque el que quiere venir viene y entra por donde puede», pero si que critica la seguridad actual del mercado. En su caso, lamenta que las puertas estén completamente cerradas «haciendo que esto se haya convertido en una ratonera si se produce un incendio o un suceso grave».

Finalmente, otros como Margari de La Casa de los Jamones aseguran que los clientes «están muy perdidos ante la falta de información sobre los accesos al mercado». Sin embargo, en este caso la señalización en cada una de las dos puertas que se encuentran cerradas es bien clara, visual y clarificadora. «No lo veo mal, al revés creo que está todo muy bien explicado, otra cosa es que dé mucha pereza tener que dar una vuelta tan grande para poder entrar», concluyó Candela, mientras decidía si entraba o no entraba.