Mientras leía que la NASA había encontrado partículas que podían demostrar la existencia de un universo paralelo al nuestro, aquí en la Tierra el Gobierno firmaba un acuerdo con Bildu y Podemos para derogar la Reforma Laboral a cambio de su abstención en la última declaración del Estado de Alarma. Cuando los tres ‘mosqueteros’ implantaron sus rúbricas con secretismo y alevosía en aquel documento, que no se hizo público hasta pasada la votación, tal vez no se percataron de que al hacerlo los ERTES, esa herramienta arbitrada para que las empresas de nuestro país no quiebren y sus trabajadores puedan seguir comiendo, se desvanecerían a otra galaxia.

Yo, que últimamente veo las noticias como si fuesen una serie de ficción más de Netflix, no salía de mi asombro porque me parecía más irreal que los que de ‘arriba’ osasen poner en peligro los cimientos de nuestra economía en este momento de incertidumbre, que la existencia de un universo paralelo donde el tiempo fuese al revés. Ahora mismo, imaginar que nos replicamos en otra línea temporal a lo Benjamin Button, naciendo ancianos y con achaques y muriendo como tiernos bebés, se me antoja más posible que ese documento con aroma a chantaje que solo dos horas después de filtrarse fue rectificado. Y es que los cuentos suelen tener esas cosas, que a las doce de la noche los carruajes de mentiras se desvanecen.

El asalto a mano armada de los hoy independentistas vascos, carroña de aquellos asesinos a sueldo de ETA, y de los “podemitas”, casta de aquellos otrora jóvenes idealistas, es hoy un agujero negro. Llega un momento en esta auténtica distopía política que estamos viviendo en el que me dan ganas de subirme a una nave sideral para escapar de este universo para ‘lelos’. Una vez más hemos visto en el Congreso el bochornoso espectáculo de diputados que siguen aferrados a sus poltronas con uñas y dientes echándose en cara los muertos y peleándose por el timón del barco, sin llegar a entender que con su ineptitud nos ahogan a todos.

Por mucho cóctel de autor del CIS que nos vendan, intentando emborracharnos para que nos creamos que seguiríamos votando a los que nos desgobiernan, nosotros, los de esta parte de los mares, no aceptamos sus pócimas. Tenemos un presidente tan narcisista que se pone a sí mismo un notable en su gestión de la crisis, una oposición tan irresponsable que alienta las revueltas en las calles y unos partidos regionalistas tan mezquinos que buscan sacar rédito y parné de esta guerra, así que, visto lo visto, de esta no salimos aunque nos inoculen una vacuna mágica.

Por cierto, que el estudio firmado por un tal Peter Gorham, publicado en la Universidad de Cornell y recogido por New Scientist, nace en la Antártida y dice poder demostrar que una antena ubicada allí, que normalmente recibe partículas de alta energía del espacio exterior (neutrinos), ha detectado también partículas de este tipo que salen desde la Tierra, en sentido inverso, algo que se consideraba imposible. Con ello, New Scientist plantea la hipótesis de que puede deberse a la existencia de ese universo paralelo donde el tiempo va en sentido contrario al nuestro. Tal vez allí algún gobierno se capaz de salvar a nuestro país de esta pandemia con honor, con lealtad y con una verdadera nota sobresaliente. Si fuese así, me mudo.