Cáritas Ibiza atiende cada semana a unas 60 u 80 familias, cuando en años anteriores eran unas 20.

Muchos residentes en Ibiza viven semanas de hambre y esperanza. Hambre porque muchos no tienen qué comer desde de que el coronavirus hiciera estragos en la principal fuente de ingresos de la isla, el turismo, y esperanza porque ven cada vez más cerca la llegada de turistas y volver a trabajar.

«Hoy hace justo dos meses que mi empresa nos dijo que hacíamos un ERTE y no sé qué ha pasado pero llevo todo este tiempo con solo 400 euros al mes para vivir con mi mujer y mi hijo», explicó ayer Miguel a Periódico de Ibiza y Formentera después de recoger alimentos en Cáritas Ibiza.

Él, al igual que Loreley, una ecuatoriana de 34 años, deben mucho a esta entidad que está repartiendo unas diez toneladas de alimentos a la semana, una cantidad cinco veces superior a la del año pasado. «No sé qué sería de mi sin ellos porque yo trabajaba limpiando un restaurante que no ha abierto esta temporada y, de momento, no encuentro ningún otro trabajo porque muchos otros han hecho ERTES o no van a contratar hasta que no vean cómo evoluciona todo», aseguró casi con lágrimas en los ojos.

Luisa es una joven malagueña que lo fía todo a que lleguen los turistas. «Vine hace tres años a la isla y nunca había tenido problemas para trabajar como camarera porque tenía experiencia en Marbella y llegaba bien a fin de mes a pesar de pagar un alquiler caro por una habitación, pero ahora de golpe, sin darnos cuenta, me he quedado sin ingresos y por eso estoy deseando que lleguen turistas para que se necesiten de nuevo camareros».

El sector de la restauración
Muchos de los afectados por la crisis económica del coronavirus en Ibiza vienen del sector de la restauración.

Es el caso, por ejemplo, de Daniel, un sevillano que trabajó durante las últimas cuatro temporadas de camarero en distintos lugares de la isla. «Este año llegué unos meses antes para empezar a mover curriculums pero estalló lo del coronavirus, no me pude volver a casa, tuve que seguir pagando un alquiler y los sitios no abrían», cuenta con una carpeta de curriculums en plena Avenida de España de Vila.

Hasta el momento, este chico de Utrera de 26 años, ha conseguido sobrevivir gracias a sus ahorros y a las ayudas de sus padres pero no sabe hasta cuando podrá aguantar. «Si no habría sido por ellos habría acabado en Cáritas para poder comer pero ya mi situación empieza a ser difícil porque no puedo seguir abusando de mi familia y necesito encontrar trabajo aquí para no pasar hambre porque me han dicho que en mi tierra la cosa tampoco anda bien».

Miguel es otro afectado del sector de la restauración. Trabajaba como cocinero desde hace dos años pero esta temporada, «sin que se les comunicara nada a los empleados», el restaurante cambió de dueños y éstos han decidido no abrir debido a la falta de turistas. «Yo contaba con trabajar este año como había hecho desde que abrió el restaurante, pero un día me enteré de rebote que nuestros jefes habían vendido el local y que los nuevos ya no abrían porque pensaban que no les iba a salir rentable, y desde entonces apuré mis ahorros para vivir hasta que hace dos semanas no tuve más remedio que venir a Cáritas para tener algo de comer para mi novia y para mí».

Noticias relacionadas

Mientras, la resolución de los ERTES también es una tabla a la que muchos buscan agarrarse de cara al futuro. Sin embargo, varias personas que prefieren no dar su nombre, aseguran no haber cobrado la parte proporcional que tiene que abonar el Estado. «Cuento los días para que los bares vuelvan a funcionar dentro de una mínima normalidad y para que empiecen a llegar turistas extranjeros porque mis jefes me han garantizado que me reengancharán y, sobre todo, porque aún no he visto ni un duro de lo que les tenía que pagar el Estado por hacer un ERTE», explicó a este periódico una joven canaria.
Cáritas, tabla de salvación

Vista la situación, Cáritas Ibiza se ha convertido en la tabla de salvación para muchos residentes. De hecho, el coordinador de la organización, Gustavo Gómez, aseguró ayer a Europa Press que se ha quintuplicado la cantidad de comida que reparten cada semana y que desde que empezó la crisis del coronavirus «acuden unas 60 o 80 personas al día cuando antes se atendía a unas 20». Además, asegura que «en las sedes de Sant Jordi, Ibiza, Santa Eulària o Sant Antoni se atiende unas 500 familias a la semana».

Desde abril, la cantidad ha ido aumentando de forma progresiva y a día de hoy, según Gómez, «se mantiene estable y no se espera que pueda bajar, por lo menos, hasta julio, cuando es posible que se reactive un poco la economía de la isla».

Según el técnico, «a pesar de que la sociedad ibicenca se ha volcado con la entidad», Cáritas Ibiza «tiene que hacer cábalas para seguir ayudando porque prácticamente a diario se vacía el economato y hay que reponer continuamente».

EL APUNTE

A vueltas con el ingreso mínimo vital aprobado por el Gobierno

El pasado 29 de mayo se aprobó el ingreso mínimo vital. Según el Gobierno «se trata de una prestación mensual y estructurada en 12 pagas que está previsto que llegue a unos 100.000 hogares desde este mes de junio, sin necesidad de solicitarla».

Las ayudas irán desde los 462 euros a los 1.015 euros, dependiendo del hogar, y esto ha hecho que, tal y como comprobó ayer Periódico de Ibiza y Formentera, algunos ciudadanos se planteen no trabajar y cobrarla. «Aún tengo que estudiar la situación pero si cobro poco por trabajar en un chiringuito de sol a sol, seis días a la semana, a lo mejor me planteo no trabajar y cobrarla», aseguró una joven que prefirió no dar su nombre.