Parte del equipo que atiende el centro de día de la pitiusa menor.

El Centro de Día fue el primer recurso que se cerró, junto a los clubes de mayores de Formentera, incluso antes de la declaración del estado de alarma. Según el conseller de Bienestar Social, Rafael Ramírez, «fue un acto de prudencia y responsabilidad, para proteger a uno de los grupos de mayor riesgo».

Hasta el pasado lunes, los usuarios han recibido atención domiciliaria en los casos que ha sido necesaria como explica la directora del centro Marta Uriarte: «Hemos practicado higienes, gimnasia, estimulación cognitiva, fisioterapia, en función de las necesidades de casa usuario. Incluso en el caso de los pacientes con discapacidad hemos salido de paseo, para descargar un poco a la familia».

Aforo
Desde el pasado lunes, los usuarios que lo han pedido han podido volver al centro, con un limite horario y sin superar el 30% del aforo. «Estamos atendiendo a seis usuarios diariamente en dos turnos de tres personas, lo que nos permite una asistencia individualizada, priorizando a los que tienen un mayor grado de dependencia y atendiendo a la necesidad de conciliación de la vida laboral de sus cuidadores», explica Uriarte.

Antonia Ferrer es usuaria del centro desde hace ocho años y está encantada con poder volver, aunque manifiesta: «Tengo ganas de que volvamos a poder estar como antes, compartir el día con mis amigas; nos divertíamos mucho. Echo de menos a mis amigos: Peti, Presen, las Marias, la Francisca, el Carlos, espero poder volver a verlos pronto». Para Antonia, el Centro de Día es imprescindible: «Los primeros días que no pudimos venir pensé que me moría. Incluso he adelgazado de la pena que he pasado».

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En el gimnasio, Vicent Tur, con 90 años, le está dando a la bicicleta estática mientras cuenta que «es importante venir aquí, me ayudan a mantenerme en forma con la gimnasia y me hacen trabajar la mente. Antes tenía muy buena memoria y la he ido perdiendo, pero aquí me la hacen trabajar». Vicent fue un reconocido glosador que no faltaba a ninguno de los encuentros del género para compartir sus propias creaciones. Para comprobar que los talleres de memoria funcionan, le pido que me recite una glosa y lo hace sin dejarse ni una coma. Cuando le pregunto por el virus, responde con contundencia: «No hemos tratado bien al planeta y ahora tenemos las consecuencias. Algunos están diciendo que ya no hay virus en España, no les crea, no es cosa de jugar, hay que tomarlo en serio y protegerse».

La psicóloga del centro Marina Ferrer, está aprovechando la atención personalizada para analizar caso por caso, cómo les ha afectado el confinamiento. «Son personas muy fuertes y lo han vivido con total dignidad y para nada como algo trágico. Lo que si es verdad es que poder volver al centro les ha dibujado una sonrisa y están encantados», precisa.

Las condiciones de higiene y seguridad sanitaria para evitar el virus se aplican de forma impecable. La enfermera Nuria García muestra el circuito que han diseñado para entrar y salir del centro. «Según entra el usuario tiene que lavarse las manos con agua y jabón. A continuación ha de colocarse una mascarilla nueva, le tomamos la temperatura y, una vez comprobamos que está libre de virus, puede entrar, respetando la distancia de dos metros y las limitaciones en el aforo».

La directora adelanta que a partir de mañana lunes, «el centro se abrirá para algunos usuarios más y se ampliará un poco el horario de estancia. En la cocina están trabajando para poder empezar a servir comidas cuando vayamos viendo que es viable. Queremos ir poco a poco y ser prudentes», concluyó.