Escoleta de ses Païsses. | DANIEL ESPINOSA

Ayer, después de casi tres meses, volvieron a abrir sus puertas las tres escoletes que son propiedad del Consell d’Eivissa. Lo hicieron con pocos niños y con unas medidas de higiene y seguridad extraordinarias para intentar minimizar los riesgos de un posible contagio por coronavirus.

Por ello, la escoleta de Ses Païsses, en Sant Antoni, que se encontraron las dos pequeñas Valentinas, una de 17 meses y la otra de algo más de dos años, era muy diferente a la que estaban acostumbradas porque, entre otras cosas, al entrar les medían la temperatura y les colocaban otros zapatos distintos a los que traían de casa y que se han de quedar siempre en el centro.

También los padres se sorprendieron con las nuevas medidas. Ahora tienen que acudir obligatoriamente con mascarilla, limpiarse las manos en la entrada con un gel especial y los pies en una alfombra que se está constantemente desinfectando y ponerse unos patucos de plástico en los zapatos para poder llevar a los pequeños hasta las clases siguiendo obligatoriamente el recorrido que se encuentra marcado en el suelo.

Incluso, según se envió en una carta a los padres, solo uno de ellos puede acompañar al pequeño, tienen que mantener la distancia de seguridad de dos metros y llevarlos en brazos ya que no están permitidos los cochecitos.

Difícil trabajar así
Las nuevas medidas hacen que el trabajo en una escoleta sea aún más difícil que hasta ahora. «A los niños les encantar abrazarse con las profesoras, interactuar entre ellos y jugar y tocar todo lo que tienen a su alcance, y por eso para las siete educadoras que actualmente trabajan aquí cumpliendo con las medidas de seguridad y equipadas con mascarillas y pantallas, se hace muy complicado trabajar», explicó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera la directora de la de Ses Païsses, Isa Reyes,
De hecho, las medidas son tan extremas que se ha pedido a los padres que los niños no lleven juguetes a los centros y todos los que no sean fáciles de limpiar se han eliminado, quedando actualmente en esta escoleta apenas un 15% de los que había.

Incluso, los pequeños se han encontrado con que su zona de juego está delimitada para que ninguno pueda tener la tentación de pasar a otro lado que no tenga asignado. «Estoy segura que nos acostumbraremos pero hasta que esto sea así se nos hace complicado seguir con nuestro día a día laboral porque una escoleta y un colegio son centros donde lo más importante es socializarse, jugar y aprender con compañeros y profesores», aseguró Reyes.

Pocos niños al principio
En este centro, durante estas dos primeras semanas únicamente acudirán cinco niños. En la escoleta de Santa Eulària serán siete y en la de Cas Serres, nueve. Todos, según Reyes, pasarán un período de adaptación después de tres meses metidos en casa. «No es fácil volver a la rutina de una escoleta cuando se ha estado tanto tiempo sin salir, jugando y viviendo junto a tus padres o abuelos y sin apenas socializarse con otros niños, y por eso durante el primer día acuden 45 minutos, el segundo dos horas, el tercero tres horas y finalmente el jueves y viernes estarán cuatro y cinco horas». Además, el servicio de comedor no regresa hasta el día 22 de junio.

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Además, también se han repartido los horarios en función de las nuevas necesidades que exige el coronavirus. Así, por ejemplo, ayer en su primer día las dos Valentinas llegaron a las 09.00 horas y los siguientes, entre ellos Lluc de dos años y medio, estaban citados para las 10.00 horas. «Tenemos que integrar todo mucho mejor porque ahora tenemos que pensar que necesitamos por lo menos un cuarto de hora para poder desinfectar la escoleta después de acudan y se marchen los primeros niños», confirmó Isa Reyes.

Vuelta a la rutina para todos
Cada uno de los niños estuvo en una clase, separados y sin contacto con otros compañeros. Hasta el momento, la afluencia de niños a la de Ses Païsses es muy testimonial, entre otras cosas porque el aforo que se permite es del 50%.
Reyes cree que «esto irá aumentando durante las próximas semanas, cuando los padres sean conscientes de que la estancia de los niños aquí es bastante segura y porque tendrán que volver a trabajar en cuanto se disuelvan los ERTES de sus empresas».

Hasta el momento, el Consell d’Eivissa ha hecho el reparto de plazas en función de las necesidades familiares, priorizando a los que no tienen posibilidades de quedarse con sus hijos por motivos laborales. «He estado teletrabajando durante todo este tiempo pero ya estoy volviendo a hacerlo de forma presencial, yendo de arriba para abajo sin poder destinar tanto tiempo como quisiera a mi hija, así que para nosotros es un alivio que abra esta escoleta y también para ella, que podrá volver a su rutina y seguir aprendiendo a hacer cosas de forma divertida», explicó ayer Dani, el padre de Valentina después de recogerla.

Otro que también estaba encantado era Alan, el padre de Lluc. «Han sido como unas vacaciones eternas pero ahora tienen que volver a la escoleta porque necesitan volver a socializarse y ver a otra gente y porque nosotros tenemos que empezar que trabajar y no podemos tirar tanto de los abuelos al ser población de riesgo».

EL APUNTE

Otras ‘escoletas’ además de las del Consell d’Eivissa

De las escoletes municipales la única que volvió ayer lunes a abrir sus puertas fue la de Can Cantó, perteneciente al Ayuntamiento de Ibiza. Mientras, la escoleta de Vila, también perteneciente a este consistorio, no podrá hacerlo porque actualmente tiene hasta seis trabajadores de baja, y aquellas que pertenecen a Sant Antoni, Sant Josep y Santa Eulària esperarán hasta el próximo 15 de junio, ya que siguen con el proceso de matriculación y ultimando detalles.

Por su parte, las escoletes de Sa Miranda y Camí Vell que pertenecen al Consell de Formentera también esperarán al próximo lunes siguiendo «medidas especiales» de seguridad e higiene. Tienen previsto acoger la mitad de alumnos, con un total de 54 niños de los 108 que hay matriculados, y en las zonas para bebés habrá un máximo de cuatro niños por zona, en las aulas de 1-2 años un máximo de seis y en las de 2-3 años, hasta nueve. Además, se ha priorizado la atención a las familias con «dificultades de conciliación, vulnerabilidad socioeconómica y situación de protección del menor».