Lucas y Carlos reciben a su abuela Chiti, recién llegada al aeropuerto de Ibiza desde Asturias | MARCELO SASTRE

El aeropuerto de Ibiza va cogiendo ambiente y color. Aunque despacio, «sin lanzar las campanas al vuelo» como dijo ayer una trabajadora a Periódico de Ibiza y Formentera , el aeródromo de Es Codolar empieza a recibir viajeros de Europa y de España cada vez con mayor frecuencia. Ayer, por ejemplo, llegaron vuelos de Madrid, Bilbao, Barcelona, Palma, Hamburgo, Valencia, Oviedo, Roma y la ciudad suiza de Zurich.

Buenas noticias para gremios como el de los taxistas que esperan con ganas que todo empiece a funcionar. «Desde este domingo se empieza a ver algo de luz porque ha sido muy duro llegar a fin de mes», explicó ayer a este periódico David. No en vano, hasta ahora han trabajado «un día a la semana» al reducirse un veinte por ciento la flota de taxis en todos los municipios de la isla y ahora, con la llegada de los primeros turistas lo harán dos.

De momento van muy poco a poco porque «los primeros en llegar fueron trabajadores y residentes que por lo general no cogen el taxi». Por eso, según aseguraron otros taxistas, todos esperan con ganas que lleguen los que vienen de vacaciones desde el extranjero, «porque son los principales usuarios de los taxis».

El transporte público también va notando la subida. «Cada vez se sube más gente por las mañanas pero nada que ver con las colas interminables que hay todos los veranos por estas fechas para coger el autobús en cualquiera de las líneas», explicó a Periódico de Ibiza y Formentera uno de los conductores de la línea 10 que conecta el aeropuerto con Ibiza, la estación marítima de Formentera, el Puerto y Sant Jordi.

Tampoco han notado mucho más movimiento los comercios que han abierto en el interior. «Hay muchísima diferencia con respecto al año pasado y aunque se va viendo más movimiento no hemos notado ningún aumento de ventas porque todo está marchando muy lento al no haber casi salidas desde Ibiza al exterior», aseguró una de las trabajadoras de la farmacia.

Reencuentros y vacaciones

Ayer por la mañana hubo escenas de todo tipo. En los vuelos que llegaban de España, como el de Oviedo que aterrizó sobre las 13.00 horas hubo momentos emocionantes de reencuentros que contrastaban con los que llegaban para poder disfrutar de sus vacaciones.

Entre los reencuentros, varios especialmente emotivos. Lucas de 8 años y Carlos de 3 esperaban junto a Elba con dos grandes ramos de flores y una carta cada uno a que llegara su abuela Chiti a la que no veían desde que empezó el confinamiento. Mientras, Martín, también esperaba con ganas a su hija Martina y a su mujer Inés, que llegaban desde Oviedo para reencontrarse desde el 5 de marzo y el resultado fue el de la hija lanzándose emocionada al cuello de su padre. Mientras, tres amigas, tampoco pudieron evitar abrazarse efusivamente entre mascarillas. Claudia, Andrea y Laura, residentes en Ibiza, llevaban sin verse desde febrero y tenían muchas ganas de recuperar el tiempo perdido.

Los que llegaban con ganas de vacaciones lo hicieron casi a la carrera. Pili y Jose, un veterano matrimonio corría a la búsqueda de un taxi para poner rumbo a Santa Eulària y Silvia y Lucas, buscaban con ganas la llegada del autobús para disfrutar al máximo hasta el lunes por la tarde en una pensión de Vara de Rey.

Santa Eulària y Formentera

Entre los llegados del extranjero dos destinos preferentes, Santa Eulària y Formentera. Casi todos los turistas que llegaban de Zurich han elegido Santa Eulària. «Es la segunda vez que venimos pero ahora es completamente distinto, sin gente y sin agobios, pero volvemos a Santa Eulària porque es precioso, tranquilo y lejos de todo lo malo que ofrece Sant Antoni», aseguró Patrick junto a su mujer Martina. Otros compatriotas suyos tenían la misma idea como los dos matrimonios de Troy, Volken y sus mujeres Elsa y Lea. «Llevamos viniendo varios años y lo tenemos claro, no queremos saber nada del bullicio y el descontrol de Sant Antoni, preferimos quedarnos en Santa Eulària y movernos por allí con nuestro coche y aprovechar que ahora hay menos gente».

Mientras, entre los llegados de Roma, casi todos tenían su mente puesta en Formentera. «Es el paraíso, venimos todos los años pero ahora que no estará tan colapsada no nos la perdemos por nada del mundo», confirmaban el grupo de amigos de Massimo, Paolo, Giacomo, Pepe y Alberigo.