La playa de ses Salines presentaba esta imagen ayer a mediodía, con una buena afluencia pero respetando el distanciamiento. | Arguiñe Escandón

Talamanca. 10.00 horas. Mientras corredores como Jimena o Pablo hacen camino por la pasarela que lleva hasta sa Punta, decenas de personas ya han hecho camino en su particular jornada de baños de sol y agua. En la arena, como en las terrazas de los negocios próximos, distancias de seguridad. La imagen es distinta a la de siete días atrás y algo impensable a principios de junio. Poco a poco y con seguridad, la nueva normalidad y el verano hace acto de presencia en las playas de Ibiza.

A media mañana, la playa de Talamana acoge a más bañistas que se hacen sus ‘pasticulares parcelas’ en un arenal huérfano de hamacas. En las terrazas los desayunos han dado paso a los aperitivos. «A veces toca esperar porque hay menos mesas pero estando en la playa no resulta un problema», apunta Roberto, quien espera a que el camarero repase con gel la mesa y sillas que se dispone a ocupar con sus amigos.

Recobrar el pulso

«Está claro que no es como otros años, pero ya se nota más movimiento que la semana pasada. Lo importante es mantener la seriedad y que no haya rebrotes ni más confinamiento para poder capear la temporada». Con cierta cautela pero con esperanza. Así se mostraba la responsable de un negocio de souvenirs de ses Figueretes. Acaba de arrancar la temporada pero ya hay productos estrella: «se están vendiendo mucho los hinchables de sirenita y el unicornio», apunta la comerciante que entiende que la apertura de los hoteles de la zona conllevará un mayor impulso.

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Muy cerca, Tito Naya, resposable de El Xiringuito, se muestra esperanzado con el movimiento del fin de semana. Han tenido que retirar unas quince mesas, reducir turnos y personal, pero espera que a partir de ahora la situación vaya a más. También apunta a la apertura de hoteles como un salto cualitativo.

En ses Salines, primer fin de semana de operaciones para negocios como el Malibú con buenas sensaciones. En el kilométrico arenal, espacio de sobra para mantener el distanciamiento social.

También hay quien prefiere la tranquilidad interior de la isla y los paseos por el corazón de Santa Gertrudis con refrigerio en algunos de sus negocios.

Estampas similares en Benirràs o en las calas de Sant Antoni, Sant Josep o Santa Eulària en una jornada en la que acompañaba el tiempo, «un valor añadido para recobrar el pulso a la isla», apuntó el responsable de un negocio de Talamanca.