Joan Torres, el pasado miércoles, en la sede de Periódico de Ibiza y Formentera. | Arguiñe Escandón

—Gobierna en un pacto con PP y Cs en Sant Antoni. No se conocen públicamente diferencias. ¿Cómo definiría la salud del gobierno?

—Hicimos un pacto en base a los programas y a un acuerdo de gobierno. El día a día cuesta más con tres partidos diferentes. Ya cuesta cuando todos son del mismo partido. Lamentablemente, el Covid nos obligará a replantearnos las inversiones pactadas, en un punto en el que habíamos sido muy ambiciosos. No cobraremos ocupación de vía pública, concesiones de playa, no habrá taxis estacionales… Lo tenemos que quitar de las inversiones, ya que hemos de garantizar las ayudas sociales. De momento bien, nos soportamos (risas)…

¿Dónde se producen las diferencias?

—En lo que está escrito, estamos todos de acuerdo. El día a día es diferente. El PI estaba en la anterior legislatura en el gobierno y yo les advertí que no podíamos ni debíamos desmontar lo que se había hecho bien…

¿Qué hizo bien el anterior gobierno?

—En 2015, el PI decidió promover un cambio de gobierno después de, salvo la primera legislatura de la UCD, gobiernos ininterrumpidos del PP. Adjudicamos los tres grandes contratos que hace un ayuntamiento: agua, residuos y alumbrado. Se hizo bien.

No exentos de polémica...

—Estoy muy tranquilo. Todo contó con el aval de los funcionarios del Ayuntamiento.

Eso faltaría. ¿Solo tres adjudicaciones?

—La idea de un plan estratégico hasta 2030 también estuvo muy bien. Sant Antoni se ha quedado atrás. Hay parroquias de Santa Eulària que tienen auditorio, Jesús y Puig den Valls, algo que no tiene ni Sant Antoni. Pero no solo necesita inversiones. Un problema grave de Sant Antoni es que un porcentaje altísimo de turismo es británico y joven, lo que no deja espacio para otro tipo de clientes. En cuanto al West, tras muchos años de polémica tras polémica y de llegar a un punto en el que la convivencia llegó a ser complicada, con prostitución y drogas, decidimos una zona acústica especial. Esto fue positivo. Nos permitió regular horarios, mejorar la limpieza…

Sin embargo, pudiendo repetirse el pacto de izquierdas, acordó gobernar con el PP…

—(Se lo piensa) Delante de los resultados electorales, con los programas de cada partido, sin grandes diferencias con el del PP y de Ciudadanos e incluso con el del PSOE, los militantes decidieron impulsar un pacto de centro derecha. En 2015, los militantes decidimos apostar por un cambio tras 30 años de gobierno del PP y en 2019, lo contrario. No olvidemos que tuvimos una serie de problemas internos… No hubo unanimidad, pero esto es lo que decidimos.

De este año de gobierno, ¿qué destaca?

—No habría habido grandes diferencias, si hubiera gobernado la izquierda. Hemos flexibilizado los horarios en el West… Nosotros moderamos al PP y al PSOE.

¿Usted manda mucho pues?

—Tenemos un voto decisivo y lo aprovechamos.

¿Habrá consulta sobre los ferries?

—Hay dudas sobre la viabilidad jurídica de la consulta y, o lo hacemos con todas las garantías, o mejor no hacerla, en cuyo caso tomaremos la decisión los grupos políticos. No podemos esperar.

¿Cuál es la decisión del PI?

—Estamos hablando con todos los colectivos del municipio de este tema y de otros. De momento, escuchamos y apuntamos. Luego será la militancia la que decida.

¿De qué otros temas hablan con estos colectivos?

—De los horarios del West, del decreto de excesos. Hablamos de todo y es lo que toca.

¿Y de regular los beach clubs?

—Regular los after hours costó mucho. No era bueno para Ibiza enlazar la fiesta a las 6 de la mañana y se cortó.

Ahora tenemos los before hours.

—Tenemos que las discotecas cierran a las 6 y a las 12 comienza otra historia relacionada con la música, que es el denominador común. No podemos permitir que esto acabe con discotecas de día y discotecas de noche. Los colectivos de nuestro municipio, comerciantes, restaurantes y de otros sectores, ven mal que las 3.000 o 4.000 personas que están alojadas en los hostales y hoteles de Sant Antoni, a las 12 cojan la toalla y el pareo y se vayan hacia este producto. Hay libertad de empresa y todo lo que quieras, pero ese tipo de productos no son un restaurante. Venimos de la Ley de Delgado, que fue modificada en 2017 por el Govern, que pasa la pelota al Consell. Sería bueno que se regulara. Cuando este fenómeno no existía, la gente se levantaba, desayunaba, daba un paseo por el pueblo, iba a la playa, volvía… Había circulación dentro del pueblo. Este producto absorbe a toda esta gente desde muy pronto hasta muy tarde. Hay que definir qué pueden hacer, pero tengo claro que no pueden ser una discoteca de día. Por eso instamos al Consell d’Eivissa a que lo regule. Ibiza no puede ser una fiesta todo el día.

Es evidente que hay una demanda de este tipo de oferta y que gusta al público que va a Sant Antoni.

—Las modas cambian y claro que gusta, sobre todo si es gente joven. Pero, los restauradores me paran y me dicen «Joan, hemos de hacer algo...» No puede ser que esté fuera de control el volumen de la música. Las modas también se han de regular.