Poco a poco van llegando los residentes y los turistas a Cala Llonga. Aun así se sigue viendo poco movimiento en las tiendas, supermercados y en la playa, y algunos restaurantes, comercios y apartahoteles están cerrados.

Cala Llonga es una de las principales zonas turísticas del municipio de Santa Eulària. Situada apenas a diez kilómetros de la Vila des Riu cuenta con hoteles, apartahoteles, comercios, bares, restaurantes e instalaciones de ocio para niños que durante el verano están repletos. Sin embargo, como otras muchas poblaciones costeras de la isla que viven del turismo, el coronavirus ha trastocado los planes y ahora apenas hay ambiente en sus calles.

Esto se nota fundamentalmente en los restaurantes y cafeterías que hay pie de playa ofreciendo sus cartas y sus platos en una mezcla de castellano e inglés. Ayer en torno a las 12.00 horas apenas había una decena de clientes sentados en las terrazas de los que están abiertos porque otros han optado por hacerlo por la tarde y, en casos excepcionales, adelantar su horario de domingo a las 14.00 horas para ver las carreras de Fórmula 1.

Sin embargo, tras unos meses complicados, poco a poco va volviendo el optimismo entre los comerciantes y restauradores. La llegada con cuentagotas de turistas y los residentes que acuden los domingos para disfrutar de su playa han hecho que poco a poco la situación mejore. «Hace 15 días que abrimos y todo está yendo mucho mejor de lo que pensábamos porque ya se nota que hay gente ocupando los apartamentos y seguro que ahora con la apertura de los hoteles todo poco a poco repuntará», explicó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera Susana, encargada de la tienda La Sirena Art.

Noticias relacionadas

También es «moderadamente» optimista Isabel, dueña del Supermarket Del Mar. «Nosotros abrimos en mayo y en el primer mes hicimos un cincuenta por ciento menos de ventas pero en junio y lo que llevamos de julio la cosa ha mejorado gracias a los turistas que van llegando y a los residentes de Santa Eulària que aprovechan los sábados y los domingos para bañarse en la playa o comer en algún restaurante de la zona».

En su caso la crisis del coronavirus les ha cogido con fuerza. «Los domingos funciona más o menos pero los lunes volvemos a estar casi vacíos y eso nos ha obligado a reducir la mitad de la plantilla, quedándonos con cuatro trabajadores fijos y sin poder contratar a los no eventuales», confirmó mientras aseguraba que ahora ellos están «dedicando al negocio entre 12 y 14 horas diarias».

Reducción de personal
El coronavirus, las restricciones y la falta de turistas también ha pasado factura a otros negocios de Cala Llonga que no han abierto o que lo han hecho bajo mínimos. Es el caso de la cafetería Equus. Ayer por la mañana atendían Carolina y Paqui, pero la falta de clientes ha obligado a reducir personal y turnos. «Nos está costando mucho arrancar y de momento nos nutrimos de la gente que viene buscando desayunos caseros pero las ventas han bajado tanto que de tres empleados por turno hemos pasado a uno por turno y, además, hemos adelantando la hora de cierre hasta las 20.00 horas», explicó Paqui.

Otros, como Teresa de La Bodeguita, están abiertos todo el año y por ello han ido viendo la evolución de la crisis del coronavirus en el pueblo. «Se ve mucha menos gente que en otros años pero ahora parece que todo empieza a mejorar porque poco a poco van abriendo el Bloem, la Vela o Cana Sofía y dentro de unos días lo harán varios hoteles, y aunque no estén al cien por cien de su capacidad por las medidas obligatorias para frenar el coronavirus, siempre es motivo para estar un poco más contentos que hace un mes».