La posidonia oceánica es una planta de gran valor medioambiental que se genera en el mar Mediterráneo y a la que seguir cuidando.

La falta de turismo y el período de confinamiento decretado por el Gobierno para evitar la propagación del coronavirus desgraciadamente no han provocado la recuperación de la posidonia en el Mediterráneo Occidental y en las Pitiusas en particular. Al menos esto es lo que han explicado a Periódico de Ibiza y Formentera dos expertos como el biólogo Manu San Félix y el portavoz de la entidad ecologista Grup d’Estudis de la Naturalesa (GEN-GOB Eivissa), Marià Marí.

«Aunque estos meses se nos hayan hecho muy largos para el ser humano realmente ha sido como una milésima parte de un segundo para la naturaleza y la posidonia porque las Pitiusas y el Mediterráneo sigue arrastrando problemas muy graves que siguen poniendo en riesgo su conservación», confirmó ayer a este periódico el prestigioso biólogo marino afincado desde hace años en Formentera.

Prácticamente todos los enemigos de esta acuática, endémica del Mediterráneo y perteneciente a la familia Posidoniaceae, están relacionados con la acción del ser humano y vienen de lejos. Según Marià Marí, un estudio llevado a cabo por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ya señaló que la extensión de esta planta submarina en el Mediterráneo podría haber disminuido hasta un 38 por ciento desde los años 60 del siglo XX. Algo «muy grave para nuestro medioambiente y para nuestro día a día» porque está demostrado que proporciona importantes servicios ecosistémicos como captadores de CO2, como suministrador de buena parte del oxígeno que respiramos, como estabilizador del sedimento, como ayuda en la erosión de la costa o por su aportación a la biodiversidad y al mantenimiento de muchos recursos vivos.

Sus grandes enemigos
El principal problema al que tiene que enfrentarse desde hace años la posidonia oceánica es la mala calidad de las aguas. «A pesar de que en estos meses de abril, mayo y junio la falta de turistas y el confinamiento ha hecho que el mar esté mucho más limpio, el problema viene generado por la falta de instalaciones adecuadas para depurar el agua cuando llega la temporada estival y se multiplica el volumen de población en las Pitiusas», apuntó San Félix poniendo como ejemplo del emisario de la Savina, en la isla de Formentera, «en pleno parque natural, muy antiguo, ilegal, roto por todos lados y vertiendo porquería en plena pradera de posidonia de Racó de s’Oli».

Por su parte, Marià Marí también opina igual sobre el problema de la calidad del agua en Ibiza y Formentera. «La presión humana no ha parado de crecer sobre el territorio y sobre nuestros mares año tras año, desde la aparición del turismo en la década de los sesenta del pasado siglo, y todo ha ido yendo a peor porque las depuradoras que había construidas no se han adaptado a los nuevos tiempos y a los aumentos tan grandes que hay de población cuando llega la temporada de verano».

Otro problema al que se tiene que enfrentar la posidonia para su supervivencia son los fondeos por parte de embarcaciones de todo tipo y calado. En este sentido, San Félix quiere ser algo más optimista y espera que dentro de poco «se pueda terminar con este debate que ya lleva tiempo eternizándose». «Está claro que hay muchos lugares que congregan todos los años un amplio volumen de embarcaciones pero creo el peligro de las anclas enganchadas en praderas ha ido disminuyendo poco a poco desde que en 1994 lo denuncié por primera vez en un periódico y todo el mundo me llamó loco».

Algo que ha sido posible, según el biólogo marino «a que se ha mejorado la instalación de campos de boya, se aprobó el Decreto sobre la conservación de la posidonia y se han puesto en marcha iniciativas como la aplicación gratuita Posidonia Mapps para teléfonos móviles y que permite saber en todo momento si se está sobre una pradera de posidonia».

A pesar de ello, el portavoz del GEN-GOB Marià Marí aseguró que hay seguir trabajando para evitar que se repitan hechos tan lamentables como cuando en el año 2011 el yate de gran eslora Turama, bajo bandera de Malta, arrasó con una pradera de posidonia del Parc Natural de Ses Salines comparable al tamaño de un campo de fútbol. «La posidonia es una planta milenaria cuyo crecimiento es muy lento y cualquier destrozo, por insignificante que nos pueda parecer al ser humano puede provocar un daño enorme al ecosistema marino y a nuestra propia subsistencia como especie».

Una oportunidad
Por otro lado, el biólogo Manu San Félix no cree que el «ser humano sea el peor enemigo de la posidonia» pero si apuesta por intentar que la crisis que ha dejado el coronavirus «sea una buena oportunidad para intentar cambiar el modelo tirando de sentido común».

«Si retrocedemos 70 u 80 años y vemos como era la vida en las Pitiusas nos damos cuenta que era muy dura y complicada hasta que llegó el turismo y lo hizo todo más fácil permitiendo progresar a las dos islas y a la gente que vivía aquí y por eso y aunque no podemos volver la espalda a esa realidad, tal vez sea el momento de lanzar un mensaje al mundo de que otro tipo de turismo, mucho más acorde con el medio ambiente es posible en las Pitiusas y que aún estamos a tiempo de dejar un mundo mucho mejor a los que vienen detrás de nosotros».