Ayer por la mañana en el aeropuerto de Ibiza eran muchos los turistas que dejaban la isla. Muchos más que los que llegaban a pasar unos días de vacaciones. | Marcelo Sastre

El pesimismo parece haber llegado para quedarse definitivamente en la isla de Ibiza. El descenso del número de turistas llegados en agosto, la cuarentena obligatoria impuesta por algunos países para sus residentes si viajan a Ibiza, los consejos de quedarse en casa de varios gobiernos o las últimas medidas restrictivas para frenar el coronavirus, han provocado que ayer prácticamente nadie en el aeropuerto de Ibiza afrontará con ganas los meses que tenemos por delante.

«Ha sido un agosto terrible y apenas hemos cubierto gastos para poder comer pero desgraciadamente nos espera un invierno aún peor», se lamentaba ayer un taxista mientras hacía cola en el aeródromo de Es Codolar esperando a los pocos viajeros que ayer llegaban. «Al principio hubo algo de trabajo pero las cuarentenas y los anuncios de ciertos países han sido golpes muy fuertes de los que no nos hemos recuperado con todo lo que eso conlleva económicamente para nuestro trabajo», aseguraba otro justo detrás. «El que no abrieran las discotecas y los hoteles ha hecho mucho daño a la isla en general pero ahora el adelanto del fin de la temporada provocará una crisis sin precedentes de la que será muy complicado remontar», concluía un tercero.

Muchos sectores afectados
Tres ejemplos entre taxistas de Ibiza. Podían parecer casos aislados pero no. Son muchos los todos los días trabajan en el entorno del aeropuerto y la mayoría compartían esta misma opinión a final de agosto. «Es casi mediodía y aún no he vendido un billete y las pocas personas que se han acercado hasta el mostrador o nos han llamado por teléfono han sido para hacer cancelaciones o por problemas con el billete y eso, con todos los años que llevo trabajando aquí, nunca me hubiera imaginado que podría pasar», explicó compungida una trabajadora de una aerolínea, justo enfrente de los mostradores de facturación.

Incluso, las encargadas de la limpieza del aeropuerto también han notado el bajón de pasajeros. «Por un lado muy bien porque hay menos guarrería en el interior del aeropuerto pero por otro mal porque al haber menos pasajeros y menos cosas que recoger hay menos trabajo y eso ha repercutido en un ERTE y posiblemente lo hará en el despido de parte del personal», explicó una de ellas.

Tampoco les salen las cuentas a las compañías de coches de alquiler. «Hemos notado mucho que han llegado menos turistas durante los últimos días de agosto y que los que vienen, si son nacionales, lo hacen con ganas de gastar menos, no alquilar e intentar moverse en transporte público o en taxi», confirmó un trabajador de una grande y conocida mientras disfrutaba de su parada reglamentaria para el desayuno.

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También han notado el descenso los conductores de las líneas de autobús. Vanessa, que lleva mucho tiempo cubriendo la que une el aeropuerto con Sant Jordi, aseguró que nunca había visto la cosa así. «Agosto siempre es un mes donde hay una gran afluencia de usuarios en los autobuses pero hoy, por ejemplo, en uno de los viajes con turistas que llegan a la isla casi no he llevado a casi nadie y lo peor es que no es un caso aislado, sino algo que desgraciadamente se lleva repitiendo desde hace varios días».

Llegadas y salidas
Entre los usuarios del aeropuerto, ayer entre las 11.00 y las 12.00 horas se podía ver un claro contraste. Por un lado, largas colas para facturar la maleta y sacar el billete en los vuelos que salían de la isla y mientras, a unos metros, la terminal de llegadas casi vacía.

Una situación, esta última, inaudita para personas como Miguel, un habitual del aeropuerto de la isla. «Por mi trabajo viajo bastante en verano, sobre todo en agosto, y por muchos años que pase y aunque siga manteniendo mi puesto si el coronavirus lo permite, creo que jamás volveré a ver la zona de llegadas del aeropuerto un 30 de agosto casi sin nadie y con muy poca gente esperando para recoger a sus seres queridos».

Entre los que llegaban había miedo, incertidumbre e ilusión. Algunos ingleses procedentes de Stansted y Healthrow, aterrizados con cinco minutos de diferencia, venían con ganas pero también con miedo de contagiarse y con la incertidumbre de cómo será su regreso a casa, donde hay impuesta una cuarentena. «Hemos venido a Ibiza porque teníamos el billete desde hace mucho tiempo pero hemos acortado las vacaciones unos días para usarlos en la cuarentena y así no tener problemas en nuestro trabajo», explicó Colin, al frente de un grupo de cuatro amigos llegados desde la zona norte de Londres.

Otros, como una pareja de españoles que aterrizaban de Pamplona tenían muchas ganas de Ibiza. «Se que el coronavirus ha hecho mucho daño, que trabajadores lo están pasando mal y que va a ser un invierno duro, pero nosotros hemos decidido venir por primera vez porque nos atraía mucho ver calas y playas desiertas, poca gente en los restaurantes y disfrutar de Ibiza y Formentera como se supone que era antes de que lo conolizara el turismo», confirmaron la pareja formada por Anaitz y Nagore.

Una situación que se han encontrado la familia de Bilbao formado el médico Javier, su mujer María y sus hijos Paula e Íñigo. «Llevamos muchos años viniendo, nos encanta la isla, cargamos las pilas y tenemos muchos amigos pero nos da pena verla así porque una de ellas, ha abierto hace poco un restaurante con muchísima ilusión y no sabe si tendrá que cerrar o le dará para poderlo mantener abierto.

Poco caso a la prohibición de fumar en espacios públicos y quejas porque algunos turistas no usaban la mascarilla

La jornada de ayer también dejó numerosas imágenes de un amplio número de turistas o residentes que en los alrededores de las instalaciones del aeropuerto hicieron caso omiso a la prohibición de fumar en todos los espacios públicos por parte del Govern balear. A pesar de que están en juego los contagios y que la multa puede llegar a los 100 euros la cosa no parecía ir con ellos y muchos decidieron no cumplir ante la falta de agentes de la Policía Local de Sant Josep para obligar a su cumplimiento.

Incluso, algunas familias de españoles que iban a dejar la isla tras sus vacaciones, denunciaron a Periódico de Ibiza y Formentera que turistas que estaban en la cola de la facturación muy cerca de ellos no llevaban la mascarilla saltándose las medidas decretadas para intentar frenar el avance de los contagios por coronavirus. Una imagen que, desgraciadamente se repitió entre algunos que optaron por hacerse fotos sin ella en el cartel de Ibiza.