Recogida de uvas en uno de los viñedos. | Toni Ruiz

Unos 2.200 kilos de uva Merlot y unos 1.000 de Monastell y la autóctona de Baleares, Fogoneu se han recogido en la vendimia de este 2020 en los viñedos de la Bodega Cap de Barbaria. La producción se ha reducido en un 40%, con respecto a lo que sería un año normal para las parras. Varios años seguidos de sequía y el calor del pasado mes de agosto son los responsables de esta reducción que por otro lado redunda en una mayor calidad del producto final.

Para el encargado de la bodega, Robert Ribas: «Este va a ser un gran año de nuestro vino. La producción se ha reducido mucho, pero la uva presenta una excelente calidad».
La recogida se hace a mano, como casi todo en esta bodega que desde su nacimiento en 1999, ha ido ganando en prestigio y popularidad, hasta conseguir 95 puntos en la prestigiosa guía Peñín, con su caldo estrella y que da nombre a la bodega.

La producción de este año rondará las 7000 botellas que se venderán mayoritariamente en las islas, pero que también llegaran a las mesas de Barcelona, Madrid y a países donde son muy apreciados como Suiza, Irlanda y Alemania en una distribución muy personalizada.
La uva del Cap de Barbaria ya está fermentando, para pasar luego un año descansando en barricas nuevas y tres años más en roble francés y americano, completando el círculo en dos años en botella, antes de ponerse a la venta.

Por su parte el Ophiusa tiene la misma base, pero una crianza de seis o siete meses en barrica de roble francés y ya se pone en el mercado.

La producción de uva blanca es muy pequeña, por lo que ahora la someten a un proceso de pasificación de un par de meses, para conseguir un vino dulce que maridar con postres y que los franceses han descubierto como un gran acompañante del foie.