El decano del COPIB, Javier Torres. | COPIB

Con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio que se celebra este jueves, el Col·legi Oficial de Psicologia de les Illes (COPIB) reclama a las administraciones competentes medidas protectoras que permitan la detección precoz de las personas vulnerables con riesgo de conducta autolítica en Baleares, para prevenir y frenar el avance de casos relacionados con el suicidio en la comunidad autónoma.

Asimismo, considera urgente reforzar los dispositivos asistenciales especializados con profesionales de la psicología clínica que garanticen una atención de calidad.

Desde el colegio han detallado que solo en el período comprendido entre el 1 de enero y el 31 de agosto de 2020, el Grupo de Intervención Psicológica de Emergencias, Crisis y Catástrofes (GIPEC IB) ha sido activado en cerca de medio centenar de ocasiones (48) por el Servicio de Emergencias de las Illes Balears 112 para atender casos relacionados con suicidios en la comunidad autónoma en el último año. Del total de intervenciones realizadas, 21 fueron suicidios consumados (6 mujeres y 15 hombres) y 27 tentativas (8 mujeres y 19 hombres). Por islas, Mallorca concentra el mayor número de activaciones del servicio por este motivo con 40 intervenciones, seguido de Ibiza, 5; y Menorca, 3. Formentera es la única isla que no registra ninguna activación relacionada. A estos datos tienen que sumarse otras 37 peticiones de auxilio que fueron atendidas por el servicio de atención a la ciudadanía durante el confinamiento motivado por la pandemia del SARS-CoV-2.

La Junta de Gobierno del COPIB estima que la cifra real de suicidios en la comunidad, en grado de tentativa y consumados, podría duplicar estos datos, que solo recogen el número de activaciones de los psicólogos del 112 mostrando la punta del iceberg de un problema mucho más grave para la salud pública. Además, preocupa especialmente la mayor incidencia de conductas de ideación suicida que se detecta en la población joven.

Por otra parte, un análisis detallado de los casos atendidos por los profesionales de la Psicología del GIPEC IB revela que la conducta suicida (ideación, tentativa y consumado) prácticamente duplica su incidencia en los hombres (65,38% de activaciones) que en las mujeres (34,61%). Respecto a los suicidios que se consuman, la tasa es ligeramente superior en los hombres (50%) que en las mujeres (43%). En el caso de la población femenina las tentativas de suicidio duplican a las que se registran en el caso de los hombres (14%, frente al 6%) La prevalencia de casos de ideación en ambos grupos es similar, 43% en el caso de las mujeres, frente al 44% en el caso de los hombres).

A su vez, en la población masculina, la mayor incidencia de suicidio, el 73,3% de las intervenciones realizadas, estaban relacionadas con hombres de edades comprendidas entre los 18 y los 50 años. En el caso de las mujeres, el mayor impacto se eleva hasta la franja de edad de entre 50 y 60 años (38,46%) de los casos, mientras que en los grupos de edad más jóvenes (menores de 18 años) predominan los casos de ideación suicida.

Aunque las mayores índices de suicidio consumado se dan entre los varones de edad adulta, desde el Colegio indican que las tasas entre adolescentes y jóvenes han experimentado un aumento importante en los últimos tiempos, tal y como se desprende de los últimos datos publicados por la fundación ANAR, que alertaban de un aumento del 9% de intentos de suicidio en este grupo de población solo durante el confinamiento. En estos casos, el deseo de morir surge como respuesta a una crisis vital, sin necesidad de que exista un problema de salud mental de base contrariamente a lo que se puede pensar.

“Todos somos vulnerables, porque como seres humanos todos somos sensibles al sufrimiento psicológico”, destacan y en el caso de los jóvenes las redes sociales y esa dictadura de la felicidad a la que estamos sometidos constantemente puede afectarles más porque puede generar más frustración y malestar al no conseguir superar la tristeza y el sufrimiento”.

Refuerzo

Desde el COPIB consideran urgente reforzar todos los dispositivos asistenciales con la contratación de más psicólogos clínicos, especialmente en las Unidades Atención y Prevención del Suicidio que se han puesto en marcha en los Hospitales de las Islas, en las propias Unidades de Salud Mental (USM), donde la baja ratio de psicólogos impide realizar un trabajo asistencial de calidad y trastornos mentales que pueden revestir gravedad se atienden cada mes y medio, y en los equipos de urgencia de todos los centros hospitalarios. “Nos consta que desde que se declaró la pandemia del SARS-CoV-2, en las urgencias ha aumentado el número de personas atendidas por ideación suicida o tentativa de suicidio.

Actualmente, son valoradas por psiquiatría, y la intervención suele ser pautar medicación y derivar a las Unidades de Atención y Prevención del Suicidio o a las USM de referencia. El psicólogo clínico está especializado en el manejo de crisis y su intervención en este nivel podría ayudar en la contención y a la ventilación emocional, favoreciendo una gestión más adaptativa y funcional de estos episodios”, explican.

Asimismo, inciden en la necesidad de incorporar servicios de atención psicológica en la Atención Primaria como medida preventiva y detección precoz de las personas más vulnerables y con riesgo de conducta autolítica.

Por último, recuerdan que el suicidio se puede prevenir y que es un trabajo que compete a toda la ciudadanía. “Concienciar a la población y hablar abiertamente sobre el suicidio sigue siendo necesario, porque todavía existen muchos tabúes que impiden que sepamos cómo actuar frente a una persona que está atravesando un momento de angustia vital y que necesita expresar lo que siente. Es importante que aprendamos a empatizar con su dolor, con su sufrimiento, para que estas personas puedan verbalizar sus sentimientos y puedan recibir la atención adecuada”, concluyen.