Negocios huérfanos de clientes. Las cafeterías y restaurantes de la zona confinada han visto reducido el negocio a la mitad y el panorama es peor en las tiendas de ropa. | DANIEL ESPINOSA

«Hace dos semanas esto estaba lleno y ahora ya ves el panorama», lamenta Vicente indicando las mesas vacías del bar que regenta en la calle Extremadura, mientras su compañero prepara el café para uno de los tres clientes que hay a media mañana en el Sacromonte. «Servimos mucho menos de la mitad y ya no abrimos por las tardes. El panorama es desolador y más para los autónomos», advierte.

El negro panorama que dibuja se extiende por la mayoría de negocios de l’Eixample. A escasos metros, Javier lamenta las medidas impuestas y la ausencia de un mensaje claro por parte de las autoridades. «Las medidas adoptadas son duras y la falta de información las agudiza. Todavía hay clientes de Sant Antoni o Sant Josep que llaman para preguntarnos si pueden venir o no a recoger un encargo», advirtió el responsable de Euronics. Y el horizonte es más negro todavía para Ana, dependienta de una tienda de moda. «La cosa no pinta nada bien y aquí -en Vila- ya veníamos tocados porque el pequeño comercio está desamparado, abandonado», apuntó la dependienta que se encuentra afectada por un ERTE. «Estuvimos dos meses en una burbuja y era normal que con la apertura hubiesen repuntes de casos, pero creo que en esta zona es donde la gente va con más cuidado. Hay muchas personas mayores y ellos están muy concienciados y todos vamos con mascarilla». Junto a ella, una clienta advierte que es mediodía, «es la hora de la cacerolada en el Mercat Nou», insiste.

Vecinos de la zona suben por la calle Catalunya. Dirigen sus pasos hacia el Mercat Nou al tiempo que hacen cábalas sobre una posible ampliación de las restricciones. Varios de ellos apuntan que «lo lógico habría sido confinar toda Vila». Otros lo extienden a toda la isla.

Noveno día de caceroladas
A mediodía arrancan otros diez minutos de sonora cacerolada a las puertas del Mercat Nou. «Creo que nos oyen en toda Ibiza menos el que tiene que escucharlas», apunta uno de los trabajadores de la plaza en manifiesta alusión al alcalde Rafa Ruiz.

En este punto insisten en que no ven razonable que las medidas restrictivas solo afecten a esta zona y temen que puedan ser «la estocada mortal tras años de abandono».

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«La zona está muy muerta. La gente no viene y difícilimente nos recuperaremos de este palo. No somos negacionistas. Ya ves que vamos todos con mascarillas y guardamos las distancias pero los criterios no están claros y si la cosa está tan mal se podía haber pedido un esfuerzo a toda la isla», argumentó Ana, de Pictro. «Lo único que queremos es comprensión. El pequeño comercio se ha involucrado y cumple: tenemos hidrogeles, entrada controlada; nosotros repasamos la ropa con una vaporeta tras cada prueba... Hemos hecho un dispendio y somos los primeros que pagamos el plato», lamentó.
El ruido de cazuelas, bocinas y palmas sigue resonando por la zona. «Mañana -por hoy- intentaremos llegar al Consell», advierten.

Visto el flujo de clientes, la protesta es de lo poco que les queda a los responsables de los negocios de la cuadrícula ‘confinada’ entre la avenida España, Ignasi Wallis y el primer cinturón de ronda.

«Veníamos de unos meses duros pero, si no cambia la cosa, todo apunta que lo peor está por llegar», apostillan.

Del cierre como protesta a bajar la persiana

Entre los comerciantes de la zona de l’Eixample se va extendiendo el temor a un panorama similar al vivido en la Marina.

Hace siete días la mayoría de las paradas del Mercat Nou cerraron en protesta por las restricciones, pero la cosa puede ir a peor. Entre los vecinos y negocios de la zona ven un futuro muy negro y cierres definitivos.