‘Efecto éxodo’. Algunos restaurantes de Jesús y Sant Jordi (en las fotos, Sargantana, El Deseo y Vinyl) se han visto beneficiados por el ‘efecto éxodo’ de residentes en Vila que salen a cenar fuera del municipio, pese a las recomendaciones de la conselleria de Salud de evitar los desplazamientos innecesarios. | MARCELO SASTRE

El primer fin de semana con el municipio de Ibiza confinado para controlar la expansión del virus, con los bares y restaurantes obligados a cerrar a las 22 horas aunque con libertad de movimientos dentro y fuera de la ciudad, ha generado un ‘efecto éxodo’ hacia los establecimientos cercanos a Vila, que registraron el sábado por la noche un notable incremento del negocio.

Mientras la restauración en la capital insular aguanta el temporal y las dos semanas de restricciones que aún le quedan por delante, locales de Jesús, Sant Jordi o Santa Gertrudis han recibido un flujo de clientes ‘vileros’ que supuestamente no habrían respetado las recomendaciones de la conselleria de Salud del Govern de evitar los desplazamientos innecesarios fuera de la zona confinada, que es todo el término municipal.

A pesar de las restricciones de aforo en el interior y el exterior y las medidas de distanciamiento entre mesas, que ya han ocasionado cuantiosas pérdidas en toda la isla en comparación con la temporada anterior, en el restaurante El Deseo, en Jesús, han notado este nuevo fenómeno. «No podemos coger más reservas», aseguró un encargado del local, que confirmó el lleno total en la noche del sábado y constató este aumento inusual de afluencia de clientes. «Estamos teniendo mucho trabajo por la noche, también porque tenemos menos mesas, y tenemos que desviar a los clientes a nuestro restaurante de Santa Eulària», precisan.

En Sant Jordi, bares y restaurantes también han notado este flujo inesperado de clientes procedentes de Vila. «Estamos trabajando a tope, con muchas reservas para la noche, pero de día también», comenta la encargada de Vinyl, que apunta que estos días han detectado asimismo un cambio de hábitos entre la clientela, en el sentido de que «ahora también viene mucha más gente de lo normal de 4 a 7 de la tarde». Este repunte del negocio se está notando también en otros establecimientos del pueblo, como Can Soul, Can Pizza, Sargantana o La Manduca, «que están trabajando muy bien».

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Aunque la temporada se da por finalizada, en Santa Gertrudis también se ha notado un incremento de la actividad esta pasada semana en los bares del entorno de la plaza, así como en algunos de los restaurantes del resto de la isla que suelen abrir todo el año.

En Vila, «aguantando el temporal»
El confinamiento de Vila, por contra, ha dejado un panorama desolador. La otra cara de la moneda se palpa en los establecimientos de hostelería del centro de la ciudad, algunos ya cerrados o al borde del cierre. El resto, «aguantando el temporal», como resume Joan Riera, propietario del restaurante Ca n’Alfredo, un icono de la restauración ibicenca que cuenta con una amplia terraza en el paseo de Vara de Rey. «Nosotros abrimos de 12 a 22 horas y estamos aguantando estos quince días hasta que podamos volver a los horarios habituales, hasta que nos den el alta», explica el expresidente del sector de Restauración de la Pimeef, que reconoce, no obstante, que «los locales de Vila que tienen que pagar un alquiler, a uno o dos empleados, más los gastos y los impuestos lo están pasando muy mal y lo tienen muy difícil para mantenerse abiertos».

«Que pasen estos días (de confinamiento) cuanto antes, y esperemos que podamos volver a una relativa normalidad. Ahora tienes que advertir a los pocos extranjeros que vienen de que se tienen que marchar a las diez de la noche. Nosotros tenemos cuatro mesas en el interior y en la terraza se guardan las distancias, pero, por ejemplo, otros locales que se caracterizan por ofrecer pinchos en la barra lo están pasando peor porque no pueden trabajar en estas condiciones y la gente se arremolina en la calle».

Sobre las perspectivas de cara al invierno, Joan Riera considera que «si somos capaces de evitar las aglomeraciones de jóvenes y conseguimos erradicar el virus, entonces podrán aguantar abiertos los establecimientos que trabajan todo el año. Esa es la esperanza».