Toni Cordero, minutos antes de la entrevista con Periódico de Ibiza y Formentera.

El doctor Toni Cordero (Ibiza,1968) hace 22 años que pasa consulta como médico de atención primaria en Formentera y en la última convocatoria de oposiciones para consolidar su plaza, quedó en la primera posición de un total 400 aspirantes. Actualmente es el coordinador del Centro de Salut de Formentera.

Quedar en primer lugar de un total de 400 aspirantes es toda una gesta. Cuéntenos ¿cómo lo hizo?
—El trabajo en la sanidad pública se consolida con los años, a través de oposiciones. Son exámenes muy duros que necesitan una preparación teórica muy intensa, aunque si tienes una buena preparación práctica, es una buena ayuda. Se convocaron 197 plazas y se presentaron 400 aspirantes, aunque fuimos solo unos 130 los que superamos la oposición. Yo quedé en el número 22, pero con el respaldo del currículo, más la formación MIR y la tesis doctoral con grado cum laude sumé suficiente para alcanzar el número uno.

Háblenos de esa tesis doctoral, que estuvo centrada en Formentera…
—Sí, era sobre medicina preventiva y el tema era la prevalencia del cáncer en Formentera. Un trabajo bastante innovador porque estudios de prevalencia no se suelen hacer y yo hice una radiografía completa.

¿Qué descubrió con su tesis?
—Vino a apoyar algo que ya sabíamos. Y es que en Formentera hay un índice muy elevado de cáncer de colon en varones y en aquel momento no se hacían los cribados, con lo que aproveché para pedirlos. También la prevalencia de cáncer de piel que hay en la isla es muy elevada, entre ellos el melanoma. Esto se explica en una economía de subsistencia como la nuestra durante décadas para comer había que pescar y trabajar la tierra de sol a sol y con la llegada del turismo se siguió trabajando al sol.

¿Cómo llega aquel joven ibicenco doctor Cordero acabado de salir de la Facultad de Medicina de Madrid a Formentera?
—Cuando acabé la carrera me saqué el MIR y escogí plaza en Ibiza en Can Misses, lo que hizo muy felices a mis padres. Cuando lo acabé, me presenté a las oposiciones de interino, saqué la mejor nota y me ofrecieron venir a Formentera y en diciembre de 1998 me incorporé a la plaza. Fui el primer médico especializado en familia que tuvo la isla con todo lo que eso significa y hasta hoy.

¿Cómo fue su llegada?
—Al principio lo pasé un poco mal; tuve que hacer de médico de familia, pero también de traumatólogo, de intensivista y se me hizo un poco grande. Pero desde luego me ayudó a curtirme mejor y a ser el médico que soy hoy, lo que no me dio la facultad, me lo dio Formentera. Afortunadamente la sanidad pública en Formentera ha evolucionado mucho, implantaron el centro de salud, el 061 y acababan de poner el helicóptero, que ese fue el gran cambio. Que en una situación urgente en siete minutos el paciente pueda estar en Can Misses es sensacional.

Y hace poco más de una década, el hospital...
—Sí, claro, ésa es otra peculiaridad de Formentera, el centro sanitario es un órgano único. El centro de salud y el hospital comparten espacio y eso hace que todos los compañeros estemos codo a codo y esa es una gran ventaja para el paciente.

Háblenos del papel del médico de cabecera. ¿No le parece que aquella confianza en ‘nuestro médico’ de antaño ha cambiado mucho?
—Es posible que se esté perdiendo, pero eso precisa de una revisión a fondo de la formación en medicina de primaria, no tratamos con pacientes, tratamos con personas y eso el médico no lo puede olvidar nunca.

Entrando en el terreno más personal, en estos 22 años como un ‘formenterer’ más. ¿Se ha enamorado de la isla?
—Por supuesto, lo que más me apasiona de la isla es mi trabajo, pero claro, Formentera es un paraíso, ¿Quién no se enamoraría de Formentera? Si bien su recurso principal son sus playas, para mí las mejores del mundo, tiene muchos otros atractivos que he ido descubriendo en todos estos años.