Los monitores de Un mar de posibilidades consiguen año tras año que los usuarios de residencias, centros asistenciales o en riesgo de exclusión social experimenten una gran mejoría gracias a sus juegos, ejercicios y tratamientos.

La semana pasada el Club Náutico Ibiza acogió el acto de clausura de la decimoséptima temporada del programa social y terapéutico Un Mar de Posibilidades que dirige Pedro Cárceles y cuenta con el apoyo y el patrocinio de Obra social La Caixa, Fundación Abel Matutes, Valoriza M.A., los cinco ayuntamientos de la isla de Ibiza y del Consell Insular d’Eivissa.

Debido a las limitaciones y restricciones impuestas por el coronavirus, fue un acto virtual que contó con representantes de las instituciones, los centros y asociaciones de usuarios y los patrocinadores del programa.

Según sus impulsores ha sido una temporada «un poco más corta de lo habitual, plagada de incertidumbres, miedos y reticencias que salvar y con menos usuarios y centros pero, sin embargo, más necesaria que nunca». Además, ha terminado sin ninguna incidencia de salud y «ha estado llena de buenos momentos, juegos, terapias y superación ya que los usuarios, monitores y personal han vencido más miedos que nunca».

En total este año se ha atendido a 285 usuarios, todas personas en situación de dependencia o vulnerabilidad y siempre desinfectando el material tras cada uso y con limpieza y desinfección diaria de las instalaciones al comenzar y acabar cada sesión.

Además, se han usado mascarillas, se ha mantenido la distancia de seguridad entre usuarios y se han eliminadolos tratamientos manuales.

A pesar de todo, «dada la situación confinamiento y aislamiento de la que venían los usuarios procedentes de residencias y centros asistenciales, todos han aprovechado las sesiones con un elevado grado de disfrute y beneficio tanto a nivel físico como psicológico y emocional».

Además, los usuarios se han visto beneficiados de «actividades para grupos consolidados de centros o asociaciones, con vínculo de convivencia demostrado entre sus miembros» y de la realización de una actividad al día con un solo grupo reduciéndose el número máximo de usuarios por grupos a 10 personas.

Entre las actividades puestas en marcha ha habido juegos para trabajar la concentración, la memoria, el equilibrio, la coordinación, circuitos de psicomotricidad, actividad física y deporte adaptado, con un enfoque lúdico-terapéutico y su tradicional una plataforma de hidroterapia. Todo, para conseguir, según la organización del programa «que cada día se vivieran pequeñas aventuras».

Informe final
En el acto de cierre se expuso un informe final a modo de resumen de la temporada. En él todas las valoraciones recibidas de los responsables y profesionales de los centros que acudieron han sido positivas y en ellas se destaca «la mejoría en el estado físico, psicocognitivo y emocional de los usuarios tras su participación en las actividades, precisamente por tratarse deactividades con un carácter lúdico, en un entorno natural y normalizado».

Por ello, la conclusión es que «un programa de este tipo, con actividades terapéuticas al aire libre, en un formato grupal, respetándose la normativa y aforo pertinente, deberían prolongarse en el tiempo como recursos complementarios a las medidas de aislamiento y confinamiento de las personas mayores, usuarios de centros residenciales y otros colectivos de personas en situación de vulnerabilidad ya que revierten en un mejor estado de ánimo y una mayor calidad de vida, previniendo su deterioro físico, cognitivo y posibles trastornos mentales derivados».