Nuria Labari, autora de ‘La mejor madre del mundo’.

Para celebrar ayer el Dia de les Dones Escriptores el Ayuntamiento de Ibiza ha organizado eventos on line como la presentación hoy a las 19.00 horas en districte07800 del libro La mejor madre del mundo de Nuria Labari. Para verla hay que mandar un mail a igualtat@eivissa.es o llamar al teléfono 971397600.

Nuria Labari (Santander, 1979) es escritora y periodista. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad del País Vasco y Relaciones Internacionales en el Instituto Ortega y Gasset y colaboró en El Mundo y Telecinco, donde fue redactora jefe. Debutó en 2009 con el libro de cuentos Los borrachos de mi vida (Lengua de trapo) ganando el Premio de Narrativa de Caja Madrid y tras aparecer en la selección de relatos Pequeñas resistencias 5: Antología del nuevo cuento español (Páginas de Espuma), en 2016 publicó su primera novela, Cosas que brillan cuando están rotas (Círculo de Tiza). Tres años después, en 2019 logró un gran éxito con La mejor madre del mundo (Literatura Random House, 2019), un libro que, según Rosa Montero «rompe las convenciones de lo narrativo y lo biográfico, de los valores no sólo tradicionales, sino también de los alternativos, a través del humor, el amor y el dolor».

Su primer trabajo trataba un tema muy diferente a este ¿Qué ha supuesto escribir este libro en su trayectoria profesional?
—Ha sido un cambio importante porque ha sido a partir de él cuando me han incluido más en algo que llamamos escrituras de mujeres, escrituras del yo, de autoficción. Y eso me ha sorprendido porque mi anterior libro trataba sobre terrorismo, con un género mixto, y porque no sabía que hubieran géneros que pudieran no serlo. Me dijeron que llevar la palabra madre en el título iba a expulsar a los hombres del libro y aunque no lo creí al final sí ha sucedido.

¿Por qué cree que al tratar la maternidad solo lo han leído mujeres?
—Yo he visto que al publicarlo claramente y aparentemente atañe más a las mujeres porque la maternidad ha estado fuera del canon de los grandes temas literarios. Siempre los han marcado los hombres que escribían muchísimo y publicaban más que nosotras durante siglos. El amor o la guerra son grandes temas literarios, pero la maternidad es como de revistilla… no es un tema filosófico de primer nivel. El libro va dedicado al corazón femenino de todos los hombres para que la maternidad como creación de vida se convierta en un tema universal.

Usted ha sido madre ¿Cuánto de ficción y realidad hay en el libro?
—Todas las vivencias del autor van a entrar dentro de su ficción como cosas verosímiles o inventadas. Hubiera sido imposible sin mi experiencia de madre escribir el libro pero también he investigado en la maternidad universal creando personajes de ficción. Tuve que deformar mi propia experiencia. Y por eso creo que ha decepcionado a los que me conocen bien porque han sentido que yo no he contado bien la historia mientras que los que no, siguen convencidos de que lo que me ha pasado es lo mismo que lo que cuenta el libro. En este sentido, es un libro muy mestizo y muy canalla porque usa todo lo que me ha pasado a mí, a mis amigos, a mi madre, a mis abuelas... usa ensayo, filosofía, crónica... Es un libro más de frontera que no es una cosa ni otra.

Recalca que una mujer es más hija de una madre cuándo tiene una experiencia de maternidad ¿Qué significa esta idea?
—Que el final hay un ciclo que va cosiendo una vida con otra que va dando sentido y que te une y reúne con tu madre gestante. Incluso antes, cuando ella dedica casi un año de su vida a darnos la posibilidad de vivir. Todo eso se vive diferente cuando tu cuerpo lo experimenta. No es lo mismo el aprendizaje que se ha experimentado que el que se ha leído.

¿Actualmente en la sociedad sigue existiendo la idea de que una mujer no está realizada del todo si no es madre?
—Creo que todavía la maternidad se considera como la culminación de la vida de una mujer. De hecho, cualquier mujer de éxito que no haya sido madre va a ser preguntada por su no maternidad y eso no existe para los padres. Además, por ejemplo, cualquier niña de tres o cuatro años cuando va a una tienda de juguetes le siguen poniendo un bebé en los brazos porque su deber es engendrar y llevar a cabo es posibilidad, que es, por otro lado, maravillosa y tiene su cuerpo y su género.

En el libro hay referencias literarias y filosóficas desde los inicios de la historia hasta la actualidad ¿Qué relevancia tienen?
—Al final este tema no puede ser un diálogo con uno mismo. Lo que buscaba es que abarcara toda la genealogía, la tradición y las madres que fueron antes que nosotras, remontándonos a ese relato fundacional que es la Biblia donde aparece el primer embarazo no deseado que es el de la Virgen María. También es mencionado el mito de la caverna de Platón que es leído en clave de maternidad. Aparecen Blancanieves, Kafka... hay muchas fuentes porque este tema no es nuevo y era básico a la hora de pensarlo estar en contacto con las primeras madres del mundo, con esa primate Lucy y sus hijos. En ese sentido, se distancia muchísimo de un testimonio o una biografía porque busca tratar el tema con una perspectiva universal

En la novela llama a su madre como miMadre o a sus hijas como H1 y H2 ¿Por qué no pone nombres propios a sus personajes?
—Porque quiero hacer una llamada a la universalidad. Si le pongo nombre a mi madre yo la puedo leer como mi madre pero los demás no y el concepto miMadre es de cada lector y ese nombre lo facilita. Partiendo de una sola experiencia siempre intento conectar con muchas.

Ahora hay muchas formas de ser madre ¿Cómo reubicamos a las madres en este mundo?
—Vamos a tener que reubicarnos porque estamos fuera de agenda y lo peor es que cuando un tema no se piensa se llena prejuicios, mentiras y falsedades. De promesas que no se cumplen. Y por eso nosotras tenemos que aprender a pensarnos con este tipo de libros. Ahora ha habido un boom de escritura de maternidad obligatorio debido a que hay muchas no madres, maternidades de óvulos con donantes, muchas maneras de ser madres, adopciones... y todas requieren un pensamiento fuera de esos prejuicios y de pensar que una madre lo debe todo a sus hijos. Por ejemplo, algo que no aceptaríamos de nuestras parejas, lo aceptamos de los hijos. Hay a veces relaciones muy tóxicas que requieren la negación absoluta en la mujer porque los hijos dan por hecho que se les debe todo. Hay que reivindicar a las madres que fueron y reinventar a las madres que ya somos, pero con un relato que nadie tiene que escribir por nosotras.