El futuro de la hostelería ya pintaba muy negro desde hace meses con las distintas restricciones que han ido sufriendo para intentar frenar el avance del coronavirus. Sin embargo, tras las últimas medidas decretadas por el Govern balear, entre ellas la del toque de queda que obliga a todo el mundo a estar en sus casas a las 22.00 horas y la de la prohibición de abrir el interior de cafeterías, restaurantes y bares, la situación pinta aún mucho peor.

Un paseo por algunos de los pueblos de la isla así lo demuestra. La mayoría de los propietarios de los establecimientos que aún siguen abiertos en Santa Gertrudis, Sant Rafael o Sant Jordi son incapaces de encontrar una respuesta positiva a la pregunta de ¿cómo les va todo? y ¿cómo afrontan el futuro durante al menos estos próximos quince días?

Muchos de ellos intentan ver en sus terrazas una pequeña tabla de salvación a la que agarrarse aunque también son conscientes de que la reducción del aforo les hace mucho daño y merma sobre manera sus ingresos. Además, la mayoría miran con ansiedad las previsiones del tiempo para saber si las buenas temperaturas van a seguir o por el contrario llegará el frío y la lluvia, puesto que «con tanta improvisación por parte de las administraciones y con tanta rapidez a la hora de anunciar las medidas» casi ninguno ha tenido tiempo de prepararse adecuadamente.

«Un golpe muy duro»
El toque de queda de las 22.00 horas también es para la mayoría «un golpe muy duro» del que no saben cómo van a poder salir. Algunos, directamente, se plantean el cerrar a media tarde para cubrir gastos y otros lo ven «como una estocada definitiva» ya que impide, además de servir cenas y copas, el que muchos aficionados acudan a ver los partidos de Liga y de Champions League que siempre dejaban una parte importante de la caja.

A pesar de todo, intentan ser optimistas, piensan en que esto será temporal, y por lo menos en cuadrar gastos para que al menos no salga a deber.

«Si nos quitan parte de la terraza y el interior no sé cómo vamos a poder aguantar»

-Dali, dueña de Can Bellotera también asegura que lo llevan «bastante regular» y asegura con cierto pesimismo que «si nos quitan la mitad de nuestro aforo en la terraza y además perdemos todo lo que trabajamos en el interior de nuestro local, no sé cómo vamos a poder aguantar».

En Can Bellotera trabajan actualmente nueve empleados y la intención de Dali es aguantar todo lo que pueda con ellos, aunque de momento no puede garantizar nada «porque la situación es de tal incertidumbre que no sé si tendrán que pasar un tiempo en ERTE».

De momento, intentarán «sobrevivir como se pueda con la terraza», aunque ya apenas les quedan 40 sillas. Además, le ha hecho mucho daño el horario «porque ya no vendrá casi nadie a cenar y no sabemos si nos saldrá rentable incluso seguir abiertos».

«Ahora mismo únicamente me centro en cubrir gastos porque menos es nada»

José, el dueño de Can Tixedó, en Sant Jordi, confirmó que lo están llevando «bastante mal» con las restricciones de aforo y que con la reducción del horario «será aún peor». Además, lamentó la prohibición de trabajar en interior ya que como Peña Madridista «hay mucha gente que viene a ver los partidos a las tres pantallas». De hecho, está en conversaciones para que le devuelvan el dinero que ha invertido «ante la perspectiva que nos viene encima».

Asegura que sobrevive porque no tiene empleados y él es el dueño. «Yo seguiré echando horas y entrando una hora antes, pero como no entra nadie, ahora solo me centro en cubrir gastos porque menos es nada».

A pesar de todo, está convencido de que «lo mejor es que nos confinen a todos, cierren hasta Navidad, y así poner freno a los contagios y regularizar todo lo antes posible».

«Vivimos al día porque nos dejan muy poco margen de maniobra al anunciar las medidas con tan poco tiempo»

Juanan, responsable del conocido bar El Cruce de Sant Rafel aseguró ayer a Periódico de Ibiza y Formentera que están vivíviendo «al día porque nos dejan muy poco margen de maniobra al anunciar las medidas con tan poco tiempo». Tanto es así que cuando hablamos con él acaba de avisar a un cliente para suspender un evento debido a las nuevas restricciones.

Actualmente el bar trabaja con seis empleados en barra, cuatro autónomos y extras de fin de semana que desgraciadamente se tendrán que ir al erte hasta que la situación no mejore y se puedan volver a hacer eventos en el interior. También están viendo cómo cambiar turnos y ver como se pueden organizar en función de si la gente sigue viniendo a desayunar o a tomar café.

La terraza puede ser su tabla de salvación, pero están un poco nerviosos porque parece que el miércoles y el jueves viene mal tiempo. Además, han tenido que reducir su aforo, pasando de las 72 personas a las 31 actuales.

«El toque de queda será muy duro pero si realmente la situación es tan mal como dicen lo primero es la salud»

Vicent, del Bar Costa de Santa Gertrudis, está convencido que el toque de queda a las 22.00 horas «será muy duro» pero también se muestra convencido de que «si realmente la situación es tan mala como dicen lo primero es la salud y después el resto».

Ayer viernes ya empezó a cerrar a las diez de la noche con la esperanza de que apenas sean unos días y explicó que al bar le salvan las dos terrazas, «aunque siempre pendientes del cielo y de que no llueva porque no ha dado tiempo a prepararnos con tanta improvisación».

En principio Vicent aseguró que la intención es dejar la plantilla como la tenían hasta ahora «porque no sabemos cuánto se va a alargar esta situación» y porque «ya desde que empezó todo teníamos claro como empresa que este año no iba a ser bueno y lo que no queremos es dejar a ninguno de nuestros empleados en la estacada, y que puedan seguir llegando a fin de mes y pagar sus hipotecas».

«No nos podemos quejar porque tenemos una gran terraza y funcionamos muy bien con desayunos y comidas»

Catalina Roig es de las más optimistas de todos los bares y cafeterías que hay en la plaza de Santa Gertrudis. De hecho, lo dice abiertamente. «Nosotros en S’Ulivans no nos podemos quejar porque cuando más y mejor funcionamos durante el día es a la hora del desayuno por la mañana y con los menús del mediodía porque nuestras tostadas son muy demandas y cada vez más ya que poco a poco hemos ido añadiendo más cosas a nuestra carta».

También asegura que les está ayudando mucho su situación estratégica, en la plaza del pueblo y junto a la iglesia, y su terraza grande y con mucha distancia de seguridad. «Nos beneficia porque hay muchos padres que al no poder dejar a sus hijos en el parque vienen con las bicis a la plaza y se toman algo con nosotros».

Así mismo, explica que se hasta el momento se han compaginado muy bien con el resto de locales del pueblo.

«El no poder abrir el interior de los bares ha sido para nosotros el estoque definitivo»

Manuel, propietario y trabajador del Tipik, uno de los lugares más emblemáticos de Sant Jordi, confirmó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera que la decisión de no poder abrir el interior de las cafeterías y los bares «ha sido el estoque definitivo». Tanto, que en su establecimiento se quedarán él y otro trabajador porque «desgraciadamente, el ofrecer solo cuatro cafés y diez cervezas no da para más».

Además, les ha hecho mucho daño el toque de queda a las 22.00 horas. «El 80% de nuestra facturación la hacemos de noche y esto ahora va a desaparecer porque la gente no va a venir a cenar a las ocho de la tarde y porque, además, no quieren venir a sentarse a una terraza a pasar frío según vayan bajando las temperaturas».

Incluso, sus clientes, que son mucho de ir a ver los partidos de fútbol, también faltarán. «Yo he sacado la pantalla a la calle para los partidos de Champions ya que había gente que venía a verlos y cenaba, pero ahora, al tener que cerrar a las 22.00 horas, ese ingreso también desaparece».

«Si nos van bien los desayunos y las comidas no descartamos cerrar desde media tarde»

Sonia, al igual que los empleados del Timbal, en Sant Jordi, se encuentra a la espera de ver cómo se desarrollan estos días porque de momento les ha afectado mucho las restricciones de interior. Además, están pendientes de si se les considera como terraza la que tienen en la parte de atrás. «No nos lo esperábamos y nos hace polvo, aunque seguiremos confiando que nuestros clientes vengan a la hora del desayuno y la comida a la terraza y que el tiempo responda porque si viene lluvia no se si ninguno estaremos preparados».

Sonia también está preocupada por la duración del toque de queda para saber cómo se reestructuran en la plantilla y organizar los horarios y los turnos de sus nueve empleados. De momento, este fin de semana seguirán como hasta ahora aunque los de la tarde ya harán dos horas menos.

Incluso, se plantean cerrar después de los menús si va bien con los desayunos y con las comidas «porque la gente no está muy acostumbrada en España a adelantar las cenas».