El futuro de la actividad comercial del puerto ha generado polémica en Sant Antoni | Marcelo Sastre

Asociaciones de comerciantes, empresas del sector marítimo, taxistas o entidades vecinales han mostrado su apoyo a la vuelta del tráfico de ferris al puerto de Sant Antoni, un respaldo que fue anunciado la pasada semana por el alcalde, Marcos Serra, que esgrimió en el pleno una encuesta según la cual 15 de las 24 asociaciones del municipio consultadas desean la vuelta de los grandes barcos, lo que significaría el 69% de los asociados. Este sondeo imprevisto desató las críticas de la oposición, aunque finalmente salió adelante su propuesta en contra del tráfico de buques pesados, una declaración que fue posible gracias al voto del concejal de Proposta per Eivissa, Joan Torres, que rompió la mayoría gobernante al aliarse con el PSOE, su antiguo socio, y Unidas Podemos a pesar de que forma parte del equipo del PP como segundo teniente de alcalde.

La polémica sobre el pronunciamiento municipal se trasladó de inmediato a la calle, donde el debate sobre el futuro del puerto se intensifica a diario. Diversas asociaciones consideran que su opinión no se ha tenido en cuenta suficientemente, mientras en el pueblo de Sant Antoni se sopesan las opciones: ¿buques de carga, sí?, ¿buques de carga, no? o una tercera solución intermedia: que sean autorizados sólo los ferris con pasajeros y vehículos, pero no los buques de mercancías de gran calado.

Por su parte, Ports de Balears, la empresa pública que gestiona el puerto, también se pronunció a favor del regreso de los ferris y deberá adoptar una decisión firme al respecto antes del 31 de diciembre, cuando concluye la moratoria por la cual, en la actualidad, el puerto solo se destina a actividades náuticas, deportivas o de pesca. El Club Náutico, la asociación Salvem Sa Badia o el alcalde de Sant Josep, entre otras entidades y autoridades, rechazan de plano el tráfico de ferris, pero la realidad es que esta cuestión divide a los vecinos y a las asociaciones, donde se apuesta por esta tercera opción.

Ventajas de viajar en barco
Joan Ribas, presidente de la Asociación de Comerciantes de Sant Antoni, apoya la apertura del puerto a los barcos de gran tonelaje y considera que la actividad náutica y la comercial son compatibles, aunque matiza que lo ideal sería que solo se permitiera el tráfico de ferris turísticos con pasaje y coches, pero no los barcos de mercancías con tráilers. El portavoz de los comerciantes considera que la ola que levantan las grandes embarcaciones al llegar a puerto, y que ha originado algunos accidentes en Cala Gració o Caló des Moro, se puede controlar con una velocidad moderada: «Es un tema técnico, solucionable, pero lo más importante es que se pueda abrir el puerto para que al menos llegue directamente el turismo español, que podría salvar algo la temporada porque gastan, les gusta salir a comer y a disfrutar de la isla».

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Ribas mantiene una extendida opinión sobre las ventajas que representa viajar en barco frente al avión por cuestiones de espacio y seguridad en estos momentos de crisis sanitaria, y considera que las navieras deberían adaptarse a esta fórmula y aceptar que solo pudieran operar ferris turísticos. «En Formentera sí se han adaptado y las turbinas de algunos barcos ya no remueven tanto el fondo en las maniobras de atraque». «Respeto el interés que tiene el club náutico para que solo puedan moverse sus barquitos por la bahía, pero también tienen que darse cuenta de que los ferris benefician a mucha gente del pueblo y que sus propias embarcaciones también pueden dañar las praderas de posidonia con sus anclas, con vertidos o con el vaciado de sentinas», precisa el portavoz de los comerciantes, que apela al consenso y a la resolución del problema de los vertidos: «Ojalá hubiera un acuerdo generalizado en el pueblo sobre este tema, y ojalá el Govern balear o a quien le corresponda arregle la depuradora de Sant Antoni, que es la que genera vertidos fecales a la bahía, y eso sí que es un problema».

«Debe ser puerto comercial»
Para Rafael Cardona, presidente de la Asociación de Empresarios de Actividades Marítimas de Baleares, «Sant Antoni no puede desaprovechar la oportunidad de que vuelvan los ferris a la bahía, entre otras razones porque en esta época de pandemia todo lo que sea promocionar el turismo es bueno, y además estamos comprobando que mucha gente prefiere el barco frente al avión por una cuestión de espacio, de comodidad y porque además pueden viajar con su vehículo». El portavoz de los empresarios marítimos, un sector que agrupa a navieras, instalaciones náuticas, varaderos o golondrinas de excursiones, considera sin dudarlo que el puerto tiene que volver a tener carácter comercial, así como que se debe regular la velocidad y los horarios de las grandes embarcaciones, «pero eso lo deben solucionar los políticos, que decidan ya si quieren que se pare el puerto o que se permita el tráfico comercial. Respetamos las opiniones de todos, pero no entendemos el interés que tiene la asociación que ampara el Nàutic (Salvem sa Badia) para perjudicar a la actividad comercial del pueblo y de la isla, y tampoco entendemos que haya una parte de los hoteleros que rechacen un medio de transporte que les aporta clientes directamente».

Los taxistas, a favor
Antonio José Palerm, portavoz de los empresarios del taxi, asegura que los pasajeros de los ferris «nos permiten hacer viajes, por lo que estamos a favor, aunque sería importante que se tuvieran en cuenta los horarios de llegada, que en ocasiones coinciden con horas punta como la entrada a los colegios o la puesta de sol. Palerm considera asimismo que si los barcos solo traen pasajeros estaría también muy bien, como le propusimos al alcalde». En la misma línea se pronuncia Juan Carlos Sanchís, representante de la asociación de taxistas asalariados: «El tráfico de barcos nos beneficia a todos, pero es verdad que se pueden corregir algunas cuestiones para que las llegadas no coincidan con determinadas horas punta en las que ya se producen atascos». Sanchís echa en falta mayor información acerca de esta cuestión, pero asegura que si hubiera tráfico de buques todo el año «sería estupendo». «¿Para qué queremos un puerto cerrado, con todo lo que costó?», se pregunta, mientras mantiene que la isla necesita dos puertos comerciales y aboga por alcanzar el consenso entre partidarios y detractores, «porque ambas actividades son compatibles y así todos estaremos satisfechos». Sabe que legalmente no se puede llevar a cabo un referéndum en el pueblo, «pero creo que sería lo ideal para saber realmente lo que piensa la gente».

Ferris, sí; mercantes, no
Para la asociación de vecinos de Can Bonet, la solución intermedia también sería la más apropiada: ferris de pasajeros, sí, pero no a los buques de mercancías. Según María Escandell, vocal de esta entidad, la junta directiva votó recientemente a favor de esta opción, «que es la mejor porque puede reportar un beneficio económico al pueblo, y más en la actual situación de crisis». Escandell reconoció que no tienen información suficiente sobre los argumentos de ambas partes, «y entiendo que las navieras busquen beneficios, pero la solución intermedia sería la mejor».

La división de opiniones y las dudas se hacen más patentes en la asociación vecinal de Corona, cuya presidenta, Maria Ferrer, reconoce que no hubo unanimidad en la reunión en la que abordaron esta polémica: “Unos están a favor y otros en contra, pero también creo que no se han explicado bien las cosas, y es difícil tomar una decisión en un sentido o en otro. «Tener dos puertos estaría muy bien para la isla, pero hay que estudiarlo bien y ver cómo se puede solucionar el tema del impacto ambiental», matiza.