Foto de archivo de unas matanzas de la Asociación de Vecinos de es Molí.

Las matances son probablemente una de las tradiciones más arraigadas en la payesía ibicenca. Desde tiempos inmemoriales han provisto de alimento a las casas payesas que sacrificaban un cerdo antes de Navidad para tener carne y embutido durante las festividades y durante el frío invierno.

La economía doméstica que caracterizaba el mundo rural pitiuso se basaba en una mezcla de cultivos de secano y huerto, así como en la crianza de animales de corral. Pero el animal del que se sacaba más provecho era, sin duda, el cerdo. En algunas familias incluso mataban una porcella después de la Cuaresma, lo cual les permitía tener matanza almacenada durante casi todo el año.

A día de hoy esta costumbre se mantiene vigente en las pitiusas y son muchas las familias que siguen haciendo las tradicionales matances, a pesar de que este año la actividad queda parcialmente restringida tras las medidas anunciadas por el Govern balear.

Entre ellas, se dispone que el animal tiene que haber sido criado «por la persona titular de las matanzas», lo cual en principio excluye la posibilidad de que un particular compre un cerdo a un ganadero, pase por el matadero y continúe las matanzas en su domicilio despiezándolo, seleccionando la carne, picándola, pastándola, embutiéndola, atándola e hirviéndola. Esta medida puede constituir un duro revés para los ganaderos que durante todo el año han hecho una cuantiosa inversión en la crianza de cerdos que después venden a particulares.

Muchos de los ganaderos de Ibiza critican severamente la medida y calculan que les puede suponer unas pérdidas superiores a los 30.000 euros, en función de los cerdos criados. «Nos supone un grave problema porque la gente no quiere un cerdo de dos años, con lo cual no los podremos vender el año que viene», declara un criador de cerdos.

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Cambio de criterio
Durante de la mañana de ayer, el Govern cambió de critierio y matizó que sí se podrán comprar cerdos a ganaderos, contraviniendo lo dispuesto en su propia nota interpretativa y reconoció que las medidas «pueden dar lugar a confusión». Por este motivo, redactarán otra nota aclarando los diferentes aspectos que han puesto en pie de guerra al sector ganadero. Por otro lado, escurren el bulto y trasladan la responsabilidad del control de la aplicación de las medidas a los ayuntamientos, quienes serán los deberán velar por el cumplimiento de las mismas.

Biel Torrens, director general de Agricultura, ganadería y desarrollo rural hizo un llamamiento a la prudencia y reconoció que estas medidas pueden tener «un efecto de frenada» en el número de matanzas, con las consecuencias que ello genera a los ganaderos, así como también asumió que se ha generado una «alarma» entre los campesinos y profesionales del sector. Al ser preguntado sobre la necesidad de tener que criar a los cerdos para poder hacer las matances, Torrens confirmó que no existe un periodo mínimo de crianza, lo cual supone que un particular podrá comprar un cerdo un día y matarlo al siguiente, estando amparado por la norma, un sinsentido que evidencia una actuación improvisada que no gusta a nadie y que ni ellos mismos entienden.

El Consell pide flexibilidad
Joan Marí, director insular de Agricultura, se puso ayer del lado de los ganaderos y exigió al Govern mayor concreción de unas medidas que dejan muchas dudas y mayor flexibilidad para no causar más perjuicios al sector ganadero. Del mismo modo, entiende que del tenor literal de la nota interpretativa, un particular no puede comprar un cerdo a un ganadero aunque pase por el matadero, dado que sólo pueden hacer matanzas aquellos que hayan criado un cerdo. Marí entiende que existe una parte positiva en tanto que se permiten las matanzas (aunque con restricciones) y comparte la necesidad de hacerlo con las oportunas medidas de prevención.

Por su parte, el veterinario del Consell de Ibiza, Jordi Masip, recuerda que el procedimiento legal para sacrificar un cerdo destinado al autoconsumo requiere inscribirse en el registro de explotaciones ganaderas, pudiendo tener hasta un máximo de tres cerdos. Además, se deberá comunicar al Ayuntamiento competente la realización de las matanzas para que un veterinario acuda a coger una muestra para realizar la prueba de triquinosis. En el sacrificio deberá mediar previo aturidimiento del animal con una pistola a tal efecto y, a continuación, proceder al desangrado. En el 2019 sólo se realizaron 11 matanzas en toda la isla cumpliendo con estos requisitos, nueve en Sant Antoni y dos en Sant Josep.

En definitiva, el Govern improvisa sobre la marcha unas medidas que causan estupor entre profesionales y campesinos, mientras prepara otra nota aclaratoria para paliar los efectos dañinos que la primera hubiera podido causar.